3. Recuerdos

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~Narrador Onmisciente~

Entró a su casa y se sorprendió al no encontrar a nadie en la sala ni en la cocina, normalmente su madre suele estar en esos lugares. Subió rápidamente a su cuarto y dejó el maletín en su escritorio. Tenía mucho trabajo por hacer, decidió darse un pequeño descanso antes para seguir continuando.

Se lanzó hacia su cama y se echó boca arriba mirando al techo, recordaba todos los momentos que había pasado con Jonás, ya iban a cumplir un año de relación y hasta ahora no había pensado en lo que le iba a hacer. Aún recuerda la manera en cómo se le declaró por segunda vez en el parque cerca a su casa.

*—¡____!— Dice Jonás al percibirla a lo lejos— fui a buscarte a tu casa, tu madre me dijo que estabas aquí.

—Jonás, no es un buen momento para tus sermones, quiero estar sola— suspiró aún sin voltear a verlo, todo este tiempo ha estado alejada de sus amigos y hasta podría decirse que de su familia también. Y aunque no sabe qué fue exactamente lo que tuvieron Gustavo y ella (si una relación de verdad o un corto romance por no llamarlo otra cosa) ella siente que sí estuvo enamorada de verdad, y no era justo que su primer amor le haga pagar por algo que tanto ha esperado.

—No vengo a sermonearte, ____. Esta vez no— se sienta en la misma banca de concreto, pero a sus espaldas

—Sea lo que sea que tengas que decir, ahora no— el chico percibe el rechazo y se siente afectado.

—Por eso no quería venir, sigues con la misma actitud de siempre— ella voltea para mirarlo y Jonás se da cuenta de lo hinchados que están sus ojos y de las grandes ojeras que tiene que hasta parecen moretones por debajo de sus preciosos ojos marrones— Mírate, no te ves bien, no estás bien. Ya ha pasado un año y sigues igual. De nada vale que sigas llorando y sufriendo por alguien que quizá no esté sufriendo lo mismo por ti.

Y en menos de tres segundos, ____ estalla.

— ¿¡Qué sabes tú de él!? ¿¡Sabes algo acaso!?

— ¡No sé nada! ¿Ves cómo te pones cuando te digo la verdad? Abre los ojos, maldición, ¡abre los ojos! —Jonás se levanta y se toma de los cabellos. Le estresa que lo siga defendiendo a pesar de su sufrimiento.

—____...— se arrodilla en frente de ella y la toma de las manos— a veces las cosas suceden así, unos se van de nuestras vidas más antes que los otros...tienes que entender que su tiempo contigo ya pasó. Tienes que dejarlo ir o si no te harás más daño, y yo ya no soporto más verte así, de verdad, siempre que quiero hablar contigo me entran unos nervios tremendos y eso es porque...— Jonás baja la mirada por un momento— es porque sigo enamorado de ti. No puedo quedarme de brazos cruzados mirando cómo te autodestruyes, no puedo ver cómo lastiman a la persona que amo, simplemente no puedo.

El silencio inundó el lugar, solo ellos dos estaban en aquel parque, con las justas se llegaban a escuchar el cantar de algunos pájaros de por ahí.

Y como si estuviera arrepentido de las palabras que acaba de soltar, se levanta.

Y sin limpiarse las rodillas empieza a caminar por donde vino, cuando estuvo por la mitad del parque la voz de su mejor amiga lo hizo detener.

— ¡Jonás, espera! — el chico volteó a su llamado, viendo cómo ella estaba de pie ahora y con la respiración agitada.

Corrió hacia donde estaba él y sin que él se lo esperara, ella lo besó. Obviamente que él no lo impidió, más bien, estaba esperando ese beso desde hacía ya mucho tiempo. Él la tomó de la cintura y ella se aferró más a él. Quizá ese solo haya sido un impulso, pero ese beso sin lugar a dudas dio el inicio a una bonita relación que empezaba desde hoy.*

— ¡____!— sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar cómo su hermano la llamaba.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no entres sin haber tocado la puerta primero?

—Lo sé, lo siento, necesito que me prestes dinero; es de suma urgencia— le pide su hermano, quien desde hace 5 meses, está desempleado.

—Cuánto quieres.

—20 dólares. Te los devolveré a fin de mes.

—Está bien— se levanta de su cama, busca su billetera y le entrega dicha cantidad de dinero— Jeff.

— ¿Qué?

—Consigue trabajo ya, eh

—Sí, sí, lo haré. — se voltea y sale de la habitación de su hermana, ella dio un suspiro y se sentó en la silla de su escritorio para continuar.

LOCA POR ÉL II: Destinos encontrados (Gustavo Daneluz y tú) -CANCELADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora