15. Se vale llorar

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Me levanté temprano y aproveché para usar el baño. Después de salir de la ducha vi que Martina esperaba su turno sentada al borde de su cama, la saludé con un simple "buenos días" a lo que me correspondió el saludo.

Subí mi maleta a la cama y guardé las cosas que había sacado antes, luego lo hice con la ropa. He sentido la mirada de Martina desde que salió del baño, aún no me siento tan bien como para hablar con ella por lo de anoche, guardo el vestido blanco hasta que por fin, la escucho.

—Tenemos que hablar.

—Habla— le contesto en seguida, mientras cierro por completo la maleta

—Sobre lo de ayer, yo... yo no pensé que te ibas a poner así— intento bajar la maleta al suelo y lo logro, sigo sin mirarla a los ojos —Pensé que ya habías superado a Gustavo y que verlo sólo sería como a cualquier amigo. — tomo mi reloj de la mesa de noche y esta vez volteo a mirarla con una sonrisa en los labios que me cuesta esbozar.

—Martina, yo ya he superado a Gustavo. Lo que me molesta es que no me hayas contado nada estando tú implicada en este asunto— me pongo el reloj en la muñeca derecha y vuelvo a mirarla

—Quise detenerlo, lo juro... pero él era muy insistente y quería verte a toda costa.

— ¿Cuándo fue la primera vez que lo viste?

—El martes, cuando fui al supermercado me lo encontré con Thomaz.

—Así que ese individuo desde el martes está aquí y tú no me has dicho nada— tomo aire para no gritarle y enfadarme menos— qué buena amiga eres.

— ¡Pero es que sí te lo decía ya no lo ibas a querer ver en ningún lado! — Martina grita, yo lanzo un suspiro para no estallar y contradecirla.

— ¿Ya has desayunado? — Ella niega con la cabeza— ¿Vamos?

Martina y yo nos dirigimos al buffet de desayuno sin emitir una sola palabra. Creo que comprende que sigo molesta con ella por lo que hizo.

—Según algunos asistentes dicen que estamos a dos horas de llegar a Panamá— me siento con una bandeja que contiene lo que me he seleccionado para el desayuno

— ¿Ah sí? — Dice Martina mientras termina de darle el mordisco a su sándwich

—Sí, ahí aprovecharé para sacar pasaje y regresarme.

— ¿Qué? — Pregunta, dejando todo lo que estaba haciendo para prestarme atención

—Lo que oíste, no soportaré estar otro día más aquí.

—____, no puedes hacer eso.

— ¿Por qué no? Si en ese momento daremos una parada de treinta minutos ahí y aprovecharé para desembarcar.

—No puedes desaparecerte sin dar explicaciones, si lo haces, te van a buscar y...

—Martina, Gustavo y yo no podemos estar en el mismo barco. — digo y vuelvo a tomar un poco de mi café con leche. Segundos después, Martina bufa y se echa para atrás.

—Eres increíble, _____

—No te pedí venir aquí— me alzo de hombros despreocupada y sigo tomando mi desayuno.

2 horas después...

Bien, ya es hora de salir. Acabamos de llegar a Panamá y nos dijeron que si quisiéramos podríamos salir por la ciudad por un transcurso de 30 minutos, tal como lo había oído antes. Martina no está en el cuarto, lo que facilita mi salida y las preguntas. Agarro mi maleta y la jalo hasta llegar a la puerta de salida, nadie me dice nada así que, con normalidad bajo por la pendiente metálica. Avanzo por un pequeño puente de madera y estoy por llegar a la entrada del puerto, pero una voz me detiene.

—¡____! ¿En serio vas a hacer esto? — pregunta a lo que yo giro y la miro desde lejos

—Sí, ¿acaso no me ves? — el viento hace que mi cabello se mueva hacia mi cara y una suave brisa hace que retroceda.

— ¡Ya he hablado con uno de los de la tripulación y me han dicho que no te puedes salir mientras no hayamos llegado a un destino concreto! — mis manos hacen puños. ¿Por qué Martina está haciéndome esto?

—Pensé que te habías ido del cuarto para evitarme...— me acerco lentamente hasta donde está— pero por lo que veo sólo has ido a conseguirme problemas.

—Yo sólo quiero hablar contigo como mejor amiga, ____ Cuéntame cómo te sientes, se vale llorar si quieres. No pienso hacerte daño. — Bajo los hombros cuando la escucho, Martina tiene razón, he estado actuando como si ella tuviera la culpa de todo y no es así. Tal vez lo hizo porque le cae bien Gustavo y no pensó en las consecuencias. Es momento de hablar seriamente con ella.

—...Por eso te digo que volver a verlo fue como abrir de nuevo la herida que pensé que ya estaba curada— Estamos sentadas frente a frente en el pequeño balcón de nuestro cuarto, hablando de lo que pasó ayer desde mi perspectiva y cómo me he sentido hasta ahora, lo bueno de ella es que me escucha y no me juzga. Al contrario, me comprende o trata de hacerlo.

—No pensé que eso iba a causar en ti, _____ perdóname una vez más.

—No importa. Tal vez sí merecía este baldazo de realidad... solo que me agarró desprevenida. — Observo en silencio el divino paisaje del puerto de Panamá.

—Creo que debes hablar con él. — cierro los ojos ante su petición.

—No sé si pueda hacerlo.

—____, él también merece que le des una oportunidad para escucharlo. Ha venido desde tan lejos sólo para verte, está ansioso y para él aún hay esperanzas de...

— ¿De qué?

—De hablar contigo.

Me quedo callada mirando al suelo, ¿por qué tuviste que aparecerte ahora, Gustavo?

—Tengo miedo.

— ¿De qué tienes miedo?

—De darme cuenta al final que sigo sintiendo lo mismo.

—Bueno, eso sólo puedes comprobarlo haciendo una cosa.

— ¿Qué cosa?

—Hablando con él cara a cara. — Aunque sabía la respuesta, igual preguntaba para ver si existía otra opción, pero no hay, esa es la única.

—Entonces, hagámoslo.

—Bien hecho, chica... ¿cuándo quieres hacerlo?

—Ahora mismo... quiero decir, esta noche. — la miro y ella se levanta y coge su móvil, marca un número y al instante contestan, me limito a observarla.

— ¿Aló, Thomaz? ____ quiere hablar con Gustavo esta noche y quisiera saber en dónde... sí, sí al lado de la discoteca...ya— Martina me mira y yo me muerdo el labio para aguantar la mezcla de sensaciones que estoy experimentando. Esta noche sabré si mis sentimientos hacia Gustavo siguen inmersos o si ya se han ido.

LOCA POR ÉL II: Destinos encontrados (Gustavo Daneluz y tú) -CANCELADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora