-¿Un plátano?
Mierda, no, no, no. Él sabe que yo sé que él es un híbrido. Joder. Siento que se me sale el corazón por la boca. Siento como se me contraen los músculos del estómago, y me dan ganas de gritar. Quiero gritar como nunca. Matt Anderson está en mi casa!!!
-Umm, creo... Creo que sí. Espérame. Iré a buscarlo a la cocina.
Llego a la cocina, y me recargo en la encimera. Inhalo y exhalo profundamente. "Tranquila, sólo estudiarán. Tranquila, sólo estudiarán." Me acerco al fregadero y me mojo la cara. Estoy ardiendo, no sé, epro mi respiración comenzó a ser más rápida.
¿Por qué tardas tanto? ¿El plátano eres tú?
-Ya voy, Matt. ¿Puedes esperarme? El plátano no soy yo. ¿Tú eres la mandarina?-dije en voz bajita.
¿A eso huelo yo para ti? Mmmm...
-Dioses -comienzo a reír bajito.-No puedo creer que esté hablando contigo. ¿Eres un híbrido? -dije de nuevo en un susurro.
-Sí, lo soy. - Eso lo dijo en voz alta. Mierda...
Me volteo con el plátano en la mano. Y agrando los ojos y muerdo mi labio para no reír. Lo miro, me mira. Su boca empieza a formar una sonrisa. Alza su mano derecha, y se toca la frente mientras ríe. Eso me hace reír a mi también. Tiene una hermosa sonrisa. Un sonrisa perfecta.
-¿Me has escuchado? - Me pregunta.
-Sí, lo he hecho. Y estoy cien porciento segura de que eres el híbrido que me visitó ayer a mi habitación.- digo desafiándole con la mirada.
Él da un paso atrás y yo admiro su cara de estupefacción. No se esperaba que fuera tan directa. Cabrón.
-¿Qué? ¿Creíste que no iba sospechar de ti? No me creas tan ingenua.
-No lo hago. Sé que eres muy astuta.
-Bueno. ¿Entonces...? ¿Eras tú?
Piensa su respuesta. Mira a todos lados menos a mí. Veo que cierra y abre las manos ligeramente en cada lado de su cuerpo. Finalmente me mira. Abre la boca para articular una palabra pero después la vuelve a cerrar.
-¿Y..? ¿Me lo dirás o no?
-Está bien!- alza sus manos en señal de rendición- Fui yo.
Me quedo con la boca abierta. No supe como iba a reaccionar en este momento. Quería que me lo dijera, pero no sabía como iba a ser este momento. Fue él. Entró a mi habitación y me besó. Me dijo que yo era su cáraid.
-Entonces fuiste tú.
-Sí.
-Tú entraste en mi habitación.
-Sí.
-Tú me besaste.
-Sí.
¿-Por qué lo hiciste si apenas nos concemos?-Pregunté. Apenas conocía a este tipo y me gustaba. Me hacía desearlo cuando nunca en mi vida había deseado a un hombre. Nunca. Hasta que llegó él.
-Porque te deseo. Y tú me deseas a mí. Tu mente me lo dice.
JODER. JODER. JODER. JODER.
-No leas mi mente, por favor. No quiero que la leas, joder.
Me enfada que lea mi mente, siento que invade mi privacidad. Ni siquiera somos amigos! Y ya me besó y está dentro de mi mente continuamente! Pero apesar de todo ese enojo, no puedo evitar sonrojarme porque me desea. Él dijo que me desea. Y yo lo deseo a él. Aunque no lo diga en voz alta, lo deseo.

ESTÁS LEYENDO
No todas las historias son falsas.
PoetryDice la profecía de la völva (vidente): ‹‹Habrá una batalla final entre las fuerzas celestes y las del Inframundo. Será una lucha encarnizada que dará origen y final a los tiempos conocidos. Ésta será la última guerra en la que los dioses llegarán a...