009.

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Por la mañana me llega un ruido insoportable, protesto mientras me muevo

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Por la mañana me llega un ruido insoportable, protesto mientras me muevo. El sonido me obliga a despertarme, no puedo evitar rodar sobre mi estómago, frotándome los ojos.

Los golpes en la puerta continúan, y aunque los ignoro, no puedo evitar imaginar a Michael detrás de la puerta principal.

Dios, lo extraño tanto.

El sol penetra a través de mis cortinas, me levanto lentamente, el calor golpea mi cuerpo desnudo. Sostengo una bata y la envuelvo alrededor de mi cuerpo antes de abrirme paso hacia la puerta. Le echo una rápida mirada al espejo que muestra mi reflejo salvaje. Mi cabello desordenado, mis ojos son de un color azulado brillante, mis labios aún están hinchados por todos los besos de la noche anterior.

Sigilosamente, abro la puerta de mi casa y el rostro que veo allí me perturba.

Thomas Shelby.

Mantengo la puerta abierta, pero lo fulmino con la mirada y mi cuerpo cubre mi casa. No quiero que entre.

—Thomas, ¿qué estás haciendo aquí?—pregunto, mi voz suena muy aturdida.

Está vestido con un traje costoso, con el cabello echado hacia atrás. Se ve atractivo, sus ojos azul frío me observan.

—¿Puedo pasar?—cuestiona, mirando mi atuendo.

Desplazándome hacia un lado, me vuelco hacia la izquierda y le permito entrar. Me duelen los muslos, las rodillas me tiemblan.

—Claro—murmuro, antes de verlo entrar a mi casa—. Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?

Lo encuentro sentado en la mesa del comedor. Exactamente donde estaba cuando Michael me estaba vendando.

Por inercia observo mi mano y me percató que aun está envuelta en el vendaje mugriento. Ya no siento dolor, de hecho, rizo mis dedos en mi palma, poniendo mi mano en un puño. Y aún así, no hay dolor.

—Bueno...—posa su cigarrillo entre sus labios. No recuerdo ni siquiera haberlo visto teniendo uno en su poder—. Está confirmado, Michael matará al padre Hughes.

—Lo sé.

Mis piernas me ordenan que me siente, pero no quiero sentarme al lado de Thomas Shelby, Dios sabe que no. Sigo de pie, sin escuchar a mi dolorido cuerpo.

—Ah, ¿entonces te lo ha dicho?

—Por supuesto—me burlo de su desconfianza—. ¿Por qué no lo haría?

—¿Y qué piensas?—estrecha su mirada imponente sobre la mía.

¿De verdad te importa una mierda?

Encogiéndome de hombros, respondo.

—Te lo dije, Hughes merece la muerte.

—No, no sobre eso. Sobre que Michael es el que jalara el gatillo. Él podría ir a la cárcel, podrían colgarlo—deja que la palabra flote por la habitación—. ¿No estás asustada?

𝐓𝐎𝐔𝐆𝐇 𝐋𝐎𝐕𝐄 ━ MICHAEL GRAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora