005.

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Byeol.

La palabra confundida no lograría describir ni por asomo cómo me sentía en este momento; me había preparado mental y físicamente para quien fuera se osara de tomarme, pero no me había preparado de ninguna manera para que fuese Jeon Jeongguk quien me sacara de un apuro que ni yo misma sabía que estaba.

A pesar de que no lo necesitaba, a él parecía haberle empezado la maña de "rescatarme" aunque no creía que esta fuera la palabra adecuada: si de algo estaba consciente cuando firmé para trabajar en el burdel era de los sacrificios que debía de tomar.

Pero, si uno de esos sacrificios era el peli-negro mirándome con una sorna disfrazada de preocupación delante de mí, empezaba a creer que esto iba a ser más difícil de lo que esperaba. Y es que Jeongguk no parecía ser de esos que hacían favores sin pedir nada a cambio y si bien lo que había hecho no era un favor, algo dentro de mí me susurraba que iba a sacar algún tipo de aprovechamiento de esto.

Él no me había tocado cuando salimos al parquímetro del evento, aún cuando estuvo lo suficiente cerca de mí al momento de bajarme del escenario y caminar a su encuentro.

Me abracé a mi misma cuando el gélido clima de la noche de Seúl me sacudió de pies a cabeza y pude ver que lo había notado, aunque sólo se posicionó frente a mí con las manos dentro de los bolsillos y una floja sonrisa de lado.

Si me pidieran que dijera la verdad, así, callado e incluso bajo la tenue luz del farol que nos alumbraba, se podría crear un poema de su físico. Y sí, sólo de eso, pues, no había otra cosa más que la superficie que él mostraba que diera a conocer qué otro arte podría nacer de él.

Un arte desordenado si abría la boca y un arte puro si la mantenía cerrada.

Pero no me di cuenta que me había quedado realmente embobada en dirección a sus carnosos pero pequeños labios que daban a imaginar lo suaves que estaban, hasta que estos se estiraron en una sonrisa más amplia. Y, cómo no, más burlona.

- No me iré a casa contigo -impuse, de inmediato y con precisión para que ninguna palabra saliera de su boca y el romántico ambiente perdurara.

Aunque, debí suponerlo peor.

- ¿Y a ti qué te hace pensar que quiero llevarte a casa? -se burló mostrando como mucho un genuino desinterés, pero fruncí el ceño cuando apretó los dientes.

Observé a mi alrededor por consiguiente, intentando escapar y ganar tiempo para preguntarme por qué se mostraba más idiota de lo normal conmigo o si era así en general. O, tal vez, sólo gozaba de burlarse de mí.

Chasqueó la lengua comenzando una caminata hacia ningún punto en específico o que yo pudiera reconocer, porque, él no podría estar esperando a que le leyera la mente... ¿o sí? Esperando alguna respuesta o pista por parte suya, me quedé plantada en mi lugar y me encontré degustando mi mirada con su tranquila y relajada forma de caminar; no era ningún secreto decir que tenía una compleja pero llamativa contextura, así como de dioses, esculpido y relucido por un mismísimo artista.

Respingué cuando se giró con brusquedad hacia mí, y me regañé al ser la segunda vez que me encontré hipnotizada por su característica belleza, pero aunque él lo notó (al parecer), no se esbozó ninguna sonrisa maliciosa en sus labios. Tan sólo entrecerró los ojos como si hubiese descubierto algo que de por sí no entendía, pero luego se rindió llevando sus yemas hacia el puente de su nariz para llamarme con su cabeza.

- Vamos, te llevaré a casa.

Balbuceé en mi lugar, causando que él ladeara la cabeza, tal como si fuera algún tipo de orden y, sí, lo que más deseaba ahora era estar en cama junto a mi hermano menor, pero al ser Jeon Jungkook quien se ofreciera a hacer tal cosa, causaba un poco de duda en mí.

NAKED | JEON JEONG GUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora