025.

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Byeol.

Como si de vida o muerte la cuestión tratara, no pude pegar ni un ojo en lo que quedaba de la noche, y por aquella defectuosa razón, había decidido no dormir en lo absoluto; me vi puesta en pie tan pronto como pude percibir las primeras tonalidades de azul claro que anunciaban la mañana.

Sabía yo, por curiosidad o simple costumbre, que Kim Seokjin siempre se las arreglaba para estar en la propiedad de su oficina en el burdel a las siete de la mañana. Lo había encontrado, con un dejo de vergüenza cada vez que lo veía, cada que tanto me daba por llegar temprano a los ensayos, organizando y limpiando la sala de espera del local, así como la barra. No había manera de describir su semblante, y si no fuera porque de mi jefe se tratara (en el ámbito del prostíbulo y del café) nunca cruzaría mirada como un hombre como aquel en mi vida.

No trataba de que su persona se presentara extraña o discriminante; era simplemente intimidante hasta la médula y hombres así nunca me habían sido de atracción. Sin embargo, no tuve de otra que presentarme ante su persona aquella mañana con el fin de cumplir con lo que tanto impulso me había propuesto aquella madrugada en casa de Jeongguk. Ah, incluso pensar en él conseguía irritar la boca de mi estómago.

- ¿Señor Seok? -anunciando mi cabeza en el umbral de su oficina, adiviné que allí se encontraría. Lo ubiqué de espaldas, con lo que parecía ser un libro en mano, y no lo hallé necesariamente extraño cuando siquiera se giró a mi encuentro, mucho menos se detectó exaltado. Sin embargo, me vi dispuesta a presentar mi cuerpo entero en el umbral, consiguiendo así que, con el sonido del cierre de la monografía localizada en sus manos, pusiera sus ojos en los míos, tan estoico como siempre-. Necesito hablar con usted.

No pude discernir si esta manera de expresarme (poniendo mis intenciones en la mesa) había sido lo más inteligente que pude haber hecho por la simple razón de que el hombre tildó su cabeza antes de asentir ligeramente, como si, de alguna manera, hubiera esperado aquellas palabras. Era cierto que yo a Seokjin no lo conocía lo suficiente, pero era evidente que aquella mañana no estaba del mejor humor.

- Buenos días, Byeol -luego de carraspear, giró completamente su cuerpo en mi dirección a su vez dejando lo que finalmente pude distinguir como los registros de las empleadas en un folder. La palabra "perfiles" estaba escrita en la portada de este, haciendo fácil el descubrimiento de la misma. No fue hasta que volví a mirarle a los ojos que noté el sarcasmo con el cual me miraba. De manera que no pude evitar fruncí el ceño, hallándome absorta por el gesto, hasta que acaparé sus saludo anterior y caí en cuenta que esto fue algo que yo di por igual-. Toma asiento -sin dejarme disculparme, o siquiera enseñar algún ademán que pusiera en claro mi disculpa, elevó sus manos hacia las sillas en frente a su, poco reluciente (para no decir desgastado), escritorio.

Asintiendo de manera ligera en forma de obediencia, di los primeros pasos dentro de la habitación chocando sin querer mi muñeca súbitamente con el picaporte, cuyo ruido me hizo detenerme a meditar si debía cerrar o no la puerta; de todos modos, nos encontrábamos solos y no corría peligro de que algún intruso se dignara a oír la conversación. Convenciéndome a mi misma de que no era necesario, proseguí hacia el asiento ubicado a su izquierda sin recaer en que me había acercado de más a su persona. Sin embargo, lo que sí pude distinguir (atrayéndome hacia el hecho pasado) fue el prominente olor a licor que derivaba de su ente.

Por alguna razón, aquello no me di buena espina.

- ¿Bien? -aunque su tono no pasó a ser elevado, pude entender su impaciencia detrás de la expresión. No pensé que me había hundido en mis pensamientos lo suficiente para despertar aquella sensación en él, pero debí entender que la resaca (o la misma borrachera), no le permitía dirigirse a mi de forma apacible. Sin embargo, ante este hecho, los nervios de los que me había encargado deshacerme antes de presentarme ante su persona, volvieron aún más prominentes y mi subconsciente, así como los vellos de mi cuerpo intentaron advertirme de que algo andaba mal.

NAKED | JEON JEONG GUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora