021.

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Byeol.

El silencio de las dos de la tarde estaba acompañado, aquella vez, por una leve llovizna que anunciaba el inicio de primavera de una manera suave y un tanto nostálgica. En mi cabeza resonaban las gotas junto a un irritante recuerdo del cual había intentado escapar desde que desperté aquella mañana, con un amargo sabor de boca y la cama fría. Vacía y helada.

Venía jugando con un pedazo de tela que sobresalía de mi delantal mucho antes de que el bullicio de los clientes, que había sido de ayuda para acallar mi agitada mente, desapareciera. La fibra entre mis dedos causaba un leve ardor que me era de distracción para la calma que en verdad sólo servía para presionar mis nervios y, quizá, los miles de pensamientos que pasaban en ráfagas por mi cabeza sin intención de detenerse.

Al menos, hasta que el hilo se rompió.

Siseé de inmediato, llevándome el dedo índice a la boca sintiendo un ingrávido sabor a sangre que en aquel entonces pasé por alto, porque cuando escuché un suave bufido venir desde atrás de mi cabeza, caí en cuenta, finalmente, de que no me encontraba sola en la parte frontal del local, no como hubiera querido, al menos.

Taehyung se aproximó a mí con las manos acogidas en los bolsillos de su propio delantal y un aire desinteresado que no corroboraban su ceño levemente fruncido y las ojeras tomando lugar debajo de sus ojos, profundos y oscuros, como desde que lo conocí habían sido. Apoyó ambos codos en el mostrador donde tenía asentada mi cadera y bajé los párpados a su altura viéndolo llevar sus manos debajo de su barbilla junto al aniñado cambio de expresión que se tornó en una pequeña sonrisa, otra vez, una que no armonizaba con sus pupilas.

Al castaño se le notaba cansado, a lo mejor, de una manera mental que sobrepasaba la física, o incluso una combinación de ambas; no sólo sus orbes daban una impresión fatigada, también eran las marcas rojizas en sus manos que confirmaban una acción física que podría haber ayudado a llevarlo al hastío que reflejaba su gesto. De todos modos, no pregunté, no sólo porque no tenía el derecho, también porque él no me dejó siquiera separar los labios para hablar.

- Ya era hora, me estabas poniendo nervioso -con una suave sonrisa burlona, expresó lo que de inmediato supe a qué se refería y aunque me tomé mi tiempo para reaccionar, no me quedó de otra más que imitar su gesto antes de desviar la mirada hacia la puerta principal. La llovizna comenzaba a aumentar.

A decir verdad, estaba demasiado sumida en mi propia búsqueda de escapar de la jaula en la cual yo misma me estaba encerrado, que no me percaté de un factor que podría tomar como advertencia, quizá incluso, como otra realidad que añadir a la lista de las consecuencias que comenzaban a consumir mi cabeza.

- No te sorprende, ¿cierto? -sin embargo, cuando Taehyung se decidió a continuar, no pude hacer más nada que mantenerme en silencio, dándole la potestad de aporrear mi cabeza aún más fuerte de lo que Jimin lo había hecho. Y pude confirmar que aquellas palabras no serían el último veneno que probaría mientras bajaba por mi garganta, haciendo la bomba aumentar de tamaño, cuando suspiró, acomodándose en su lugar y separó los labios-. Pero duele. Duele mucho.

Aquello, sin duda, no sólo oprimió toda posibilidad de solaz de mi propia imaginación y euforia de poder superar con rapidez lo que había quedado grabado en mi cuerpo por una sola persona, sino que también cortó el aire en mis pulmones impidiendo siquiera el ritmo de mis pensamientos, quedándose estancado sólo en uno, insípido e irritante como su propia persona.

Jeon Jeongguk salió de la cocina, como si mi abrumada cabeza le hubiese sido de llamada. Por el rabillo del ojo, pude distinguir que los ojos de Taehyung no parecieron encontrar otra cosa que mirar más que a mí y casi pude sentirlo alimentarse de mi condena, si así podría llamársele. No obstante, en un intento de escaparme de su perfume y su aire de suficiencia, que en ese momento pareció ofender todas mis hormonas, me atreví a competir contra las pupilas del castaño encontrándome con la mera y triste sorpresa de que en sus ojos no había ni un ápice de burla; en efecto, parecía como si me entendiera.

Cuando la campanilla de la entrada tintineó en el denso ambiente de la cafetería, cometí el error de seguir el ruido como si alguien hubiese dicho mi nombre. Y habría que enfatizar en error, en el detonante de una catástrofe emocional dentro de, no sólo mi pecho, pero cabeza, porque allí en la puerta de entrada, de pie y con una sonrisa radiante que no iba dirigida a Taehyung, mucho menos a mí, se encontraba una mujer de pelo corto y negro, distinguiéndose de inmediato entre su ropa de color pastel, combinada con la sofisticación de sus facciones y la felicidad brillando en sus ojos.

De todos modos, toda mi perspectiva sobre la belleza que mostraba desapareció cuando abrió la boca y entonó un nombre que hace poco había estado ente mis labios también.

- Jeongguk-ah.

La bomba se contrajo dentro de mí e hizo temblar cada ápice de mi cuerpo, sobre todo mis manos, deteniéndose y dejando una incómoda e irritante sensación en mi garganta, convirtiéndose en un nudo que intenté eliminar bufando por lo bajo, atrayendo, por suerte, sólo la atención de Kim Taehyung. Alguien que parecía comprenderme.

El nombrado se incorporó a mi lado, pero como una masoquista demasiado consciente de su deseo, no pude desviar la mirada de la silueta de Jeon Jeongguk caminado hacia aquella misteriosa mujer que lo miraba de una manera tan dulce que incluso me sentí celosa de nunca haberlo mirado así. De nunca haberlo demostrado.

- Ya habrás escuchado esto muchas veces -el susurro de Taehyung hizo mi quijada endurecerse, porque sabía de antemano que seguiría añadiendo más leña al fuego que comenzaba a arder en la boca de mi estomago, junto a la bomba alcanzando su etapa final.

Sin embargo, no tuve la oportunidad de decirle que se detuviera, mucho menos escuché lo que dijo a continuación, pero sí pude decir que ayudó en los escalofríos que los ojos de Park Jimin me dieron cuando cruzó por la puerta, detrás de la pareja, inconscientemente agregando el último ingrediente de rabia al arrepentimiento que había en mi persona, porque junto a sus pasos, sonó el leve pero ensordecedor chasquido de los labios de Jeongguk juntarse con los de aquella mujer.

Y ya no supe qué sentir. Ya no supe qué pensar.

Pero supe que debí haberlo hecho.

Jimin se apoyó casi como Taehyung en el mostrador y el olor a alcohol inundó mis fosas nasales, pero ninguna expresión se mostró en mi cara porque el hambre por aquel líquido comenzó a surgir de manera irónica en mi cuerpo junto a las ansias de accionar de una manera en que no debía.

Pero no estaba consciente de esto.

Se pasó la lengua por el labio inferior sin dejar de mirarme y me pregunté qué lo había hecho emborracharse a medio día, pero no me vi con la voluntad de preguntarle o tuve cómo hacerlo porque me vi interrumpida por la voz de la misteriosa mujer, sorprendiéndome de manera casi desagradable pero despertando mi curiosidad de inmediato, porque pareció haberme dado la respuesta a mi pregunta mental.

- Jimin, ¿por qué no respondes las llamadas de Sunhwa? -aunque pude concentrarme en el desafiante tono en que había vocalizado la pregunta, encontré más interesante la media sonrisa que se dibujó en los labios del muchacho, llenos de una sorna que hizo que entrecerrara los ojos.

Y cuando la ignoró, más preguntas comenzaron a surgir en mi mente.

- ¿Quieres acompañarnos esta noche en el bar? -por más fuerte que haya sido el aroma a whisky, las palabras del peli-negro salieron directas y claras, tanto así, que me hicieron elevar las cejas ante su falta de titubeo. Elevó la mirada a Taehyung sin dejarme responder y lo apuntó con su barbilla-. Sólo seremos los chicos, es algo privado.

Lo que sea que Park Jimin estaba intentando me atraía de una manera poco saludable.

Pero como había perdido la razón hace tiempo, no dudé en asentir, aumentando mi condena y acelerando el temporizador de la bomba en mi pecho.

Sí debía haberlo pensado.

maratón 2/3.

NAKED | JEON JEONG GUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora