011.

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Jeongguk.

- ¿Asunto especial?

El corazón retumbó contra mi pecho junto a una sacudida de mi cuerpo cuando la curiosa voz de mi padre se escuchó desde el umbral de la puerta (en la cual se encontraba apoyado en su hombro izquierdo) con una pizca de sospecha también en su rostro.

Igual que alguien a quien habían encontrado haciendo algo vergonzoso, arrugué la tela de la camisa azul marino que había sacado meticulosamente (para explayar mi vergüenza), de mi armario junto a unos pantalones de seda oscuros y, aún dudando en sí encararme a él o no, lamí mis labios con lentitud antes de girar mi rostro hacia su rígida figura que, aunque ocasionalmente se encontraba relajada, hoy mantenía el ceño fruncido.

Y esto no ayudaba mis nervios en nada.

A decir verdad, que yo tuviera planes fuera de casa a altas horas de la noche, a nadie le parecía una sorpresa, mucho menos a mi padre (aunque él no fuera de notar mi ausencia puesto a que él tampoco estaba lo suficiente presente). Pero era el hecho de que estuvieran rozando las siete de la noche junto a que estuviera revisando mi atuendo como si fuera a una pasarela lo que debía ponerme bajo sospecha ante él de que había alguna actividad diferente.

Fue por esto que cuando alzó las cejas en estupor, luego de que le asintiera, que dejé salir un desganado suspiro que había puesto en prueba un poco más de mi vergüenza.

- ¿Una chica?

Chasqueé la lengua por lo bajo dejando mi cabeza caer hacia delante con mi flequillo danzando sobre mi frente y cerré los ojos con fuerza diciendo más de una maldición en mi revuelta cabeza, porque en verdad había una revolución ocurriendo en mi estómago y que él me recordara la razón empeoraba aún más mi ínfimo sentimiento.

Volviendo a repasar lo que había sido de mi vida hasta ahora, era cierto que la última vez que había invitado a alguien a salir había sido con doce años y con mi mísero mejor amigo (si así podía llamarse en la actualidad) a un partido de fútbol que en aquellos años nos emocionaba en demasía. No era apuntando a lo penoso, pero mi interés por las chicas había sido un tanto tardío y directo al grano en un cubículo de baño de un concierto y luego todo había sido aventuras y corazones rotos. Una secuencia a la cual me había acostumbrado. Y la cual estaba a punto de ser rota por una mujer tan frustrante como hermosa y que traía de mi hasta lo más nimio.

Así era, Kang Byeol estaba desterrando cada una de mis facetas.

Pero si bien yo era insistente (y tal vez un poco mezquino), había en mi una sensación estoica que se mantenía empecinada a la mera idea de conseguir una súplica de placer de su boca. Y por más que esto sonaba enfermo, a mí me parecía justo.

¿No quería ella un dar y recibir?

Gruñí por lo bajo cuando las llaves se resbalaron de mis manos en mi camino hacia la marquesina de nuestra residencia y, dando una contestación vulgar, me agaché a tomarla. Sin embargo, esto pareció ser obra de un mal destino al darle a mi papá la oportunidad de retenerme de la manera más azorante.

- Daehwa se notó decepcionada cuando no te presentaste ayer.

Su voz fue un eco en una combinación hastía y no inocua pero que daba una reacción contraria; apreté los dientes incorporándome aún a espaldas de él, concentrado en el hecho de que tal revelación (además de que no me importaba) no me había sentado bien.

Por educación, me rasqué la nuca volviéndome hacia su persona con un gesto que, por la forma en que entrecerró los ojos, le había disgustado. Sin embargo, esto me daba lo mismo ya que era más que obvia la reacción que daría en la mención de esa mujer. Asentí ligeramente mientras entraba mi dedo índice en el anillo del llavero dando una vuelta a las llaves para atraparla entre mi mano luego, todo esto con una incómoda sensación en mi pecho y sus lúgubres ojos escudriñando mis acciones.

NAKED | JEON JEONG GUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora