Capítulo 34: Noticias.

303 39 0
                                    

Semanas después seguía orando, seguía en pie la lucha. Debo decir que a pesar de que intenté rendirme nuevamente, no me rendía, tenía fuerzas para seguir en esta guerra. Me sentía extraña, hasta Ely y Kevin lo notaban. Sabía que había cambiado algo en mi en estas semanas, lo cual era bastante extraño, pero me agradaba que estuviera surgiendo en mi un cambio, a pesar de todo. Me sentía una nueva yo, una nueva Evaluna.

En estas semanas, cuando no estaba en el hospital, aveces me iba a una iglesia que estaba relativamente cerca del hospital. Al principio era extraño asistir tan a menudo, pero puedo decir que ya me he acostumbrado, y de hecho, me gusta mucho. He aprendido muchas cosas, y se que mi fe se ha fortalecido muchísimo. He entendido muchas cosas, y también he ido conociendo a varias personas. Kevin me ha acompañado múltiples veces, y dice que todo es muy interesante, y que hasta le gusta. Por otro lado, Elissa no quiere asistir, dice que es "perder el tiempo". Ahora además de orar por Fer, tambien oro por ella, se que Dios hará algo en Ely, tengo fe de eso.

******** ************* *********

El café de las mañanas es el mejor. Te da energía, tu día fluye bien. Su olor te pone de buen humor... diría que es la mejor adicción del mundo.

—¿Es interesante, no?—exclamó Kevin, mientras le daba un sorbo a su café mañanero, en la sala de estar del hospital.

—¿Que cosa?—dije mientras imitaba su acción.

—Que aveces tienen que pasar cosas, para acercarnos a Dios.

Me quedé pensativa, mientras asentía, tomando más café.

—Pues si, y de hecho, es bastante curioso.

Kevin asintió, mientras me miraba atentamente.

—Oye, debo decir que, has cambiado muchísimo en estas semanas, y para bien.

—Lo mismo digo, Kev. De verdad.—dije mientras lo miraba a los ojos, con una sonrisa. El también imitaba mi acción.

Seguimos tomando nuestro café, mientras veíamos el tráfico a través de los cristales. Ver tantos autos hacía que por momentos me mareara.

De un momento a otro, escuchamos unos pasos bastante firmes y rápidos que se aproximaban a nosotros.
Era Elissa.

—¡Eva, Kevin!—exclamó bastante exaltada.

Nosotros nos asustamos y preocupamos rápidamente. ¿Por qué Elissa estaba así?

—¿Ely, que sucede?—preguntamos bastante asustados, mientras nos levantábamos de nuestros asientos para socorrer a Elissa.

—Fer, Fer... ella....

Guardó silencio. No podía ni hablar.

—¿Fer? ¿¡Que pasó con Fer, Elissa?!—preguntó Kevin, mientras la agarraba por los hombros.

—¡Elissa, habla por favor!—exclamé asustada, con el corazón a mil.

—Ella... despertó.

************ ****** **************

Describiría ese momento como...  uno de los mejores de mi vida. ¡Había esperanza, despertó! Cuando pensé que todo se iba abajo, pude sentir a Dios socorrerme, como siempre quizo hacerlo, de alguna forma u otra, pero nunca le había dado ese lugar.

Ni siquiera pudimos esperar a que el asensor bajara. Corrimos rápidamente por las escaleras. Estaba tan emocionada y feliz. Mis lágrimas bajaban, pero es que la emoción no podía quedarse encerrada en mi pecho, tenía que salir.

Llegamos al cuarto y allí estaba Fer.

Sus ojos estaban abiertos. Abiertos, luego de tantos meses haber estado en oscuridad, sin ningún sentir. Fer me miró, sus ojos brillaban, y sus ojeras hacían énfasis en su agotamiento.

—¿Evaluna?— dijo Fer, mientras se movía en posición para sentarse, pero no pudo completar la acción. Su cuerpo aún estaba débil.

—No, esta bien Fer, tranquila. —dije mientras caminaba hacia donde ella.

—¿Por que estoy aquí?—preguntó Fer, con una voz bastante ronca. Le iba a contestar, pero el doctor que estaba en la habitación, se adelantó.

—¿Familiares de la paciente Fernanda Liz?—preguntó el doctor, que cabe destacar, tenía un semblante muy serio.

—Si, somos nosotros.—exclamamos, aún con una sonrisa plasmada en el rostro.

El doctor nos llamó aparte. Pensábamos que nos iba a decir algo negativo, pero fue todo lo contrario. Fernanda estaba mejor, y en pocos días sería dada de alta. Nuestra felicidad era tanta, pero más que nada, le daba gracias a Dios por lo que había hecho. Sabía que había sido Él, gracias a Él. ¡Lo podía sentir! Tenía la certeza de ello. Fer estaba de vuelta con nosotros... y siempre estaré eternamente agradecida. Agradecida con todo el personal que le dio todos los cuidados necesarios, y principalmente con Dios. Escuchó mis oraciones, y extendió su misericordia para con todos nosotros. Lo sentía más cerca que nunca, y mi corazón se sentía completo. Sentía que lo tenía todo. Era algo que nunca había experimentado en su totalidad, pero que quiero seguir experimentando toda mi vida, y más. Querer conocer más de mi creador era un deseo que ardía en mi, de aquel que entregó su vida por todos, de aquel quien creó las estrellas, y cada montaña. Se que así sería, y estaba dispuesta a todo.

Al final de rodillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora