Epílogo

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—No puedo creer que después de tantos años aún no sepas atar un nudo a la corbata —sonrió burlona la mayor. Aunque se sentía en cierta parte decepcionada porque su hijo aún no pudiera con algo tan sencillo —considerado por ella—.

—Cállate, te llamé para que ayudaras, no para que juzgaras —contraatacó Karma. Le gustaba jugar de esa manera con su madre y más porque ambos parecían tener el mismo carácter.

—Cuidado con el tono que usas con tu madre.

Tami ayudaba a Karma con su vestuario. Además de ser una rica y famosa empresaria, sentía cierta pasión por la moda, el diseño y vestuario. Así que no dejaría pasar esta oportunidad para lucirse con todo lo que proponía y quería dar.

Al terminar, agregó algunos detalles. Como una pequeña rosa al traje de su hijo y también arreglando su cabello.

—Listo, ahora sí serás todo un galán para Nagisa —sonrió orgullosa. No solo de sí misma, sino por lo bien que se veía Karma. Luciendo ya como todo un hombre.

Ya con todo terminado, subieron al auto del pelirrojo con destino a una iglesia.

Tami estaba muy emocionada, le encantaba ir a la iglesia, pero esta vez lo estaba más porque sería para una ocasión diferente y muy especial.

Al llegar, Tami se dirigió a donde sería su lugar —en primera fila— y Karma recibía a los invitados. La oji-verde acomodándose en su lugar se encontró con Hiromi y Saori. Exclamó internamente de más emoción y alegría.

—Tami-san. Un gusto verte, hace mucho que no te veía —habló primero Hiromi. Se le notaba un tono tierno en su voz al querer recibirla.

—Digo lo mismo. El trabajo había estado matándome, pero aquí estoy, para Karma.

—Y yo para Nagisa.

—Por cierto, ¿dónde está?

—Ya verás y yo que creí que la novia es la que llega tarde...

—Parece que esta vez, Karma es la novia.

Rieron y estuvieron charlando un poco más. Saori llegó luego y se unió a la conversación, felicitando a ambas madres por el compromiso que tendrían sus hijos.

Toda la gente del lugar detuvo toda palabra y acción. La música había empezado a sonar y todos ya debían de estar en sus respectivos lugares para lo que se aproximaba.

En el altar estaba Karma, sonriente, tanto que podía notarse que podría llorar de la felicidad. Vestía con un traje negro, muy elegante, con su cabello peinado hacia un lado y la pequeña flor que Tami había puesto a un lado de su pecho.

Por otra parte, Nagisa estaba al otro extremo del lugar. Con la misma sonrisa de Karma. Vistiendo un brillante y reluciente traje blanco y ya que su cabello estaba corto, tenía parte de él hacia atrás y con un poco de su flequillo cubriendo su frente.

Un par de niños iban delante de Nagisa. El niño llevaba los anillos y la pequeña lanzaba pétalos de rosas al aire mientras que iban caminando hacia Karma. Los fotógrafos sacaban todas las fotos que podían y los espectadores observaban a Nagisa con admiración y felicidad. Especialmente Tami, desde ese momento y para siempre se dio cuenta de que aquel chico que pasaba por esa alfombra roja, era el indicado para pasar el resto de sus días con su hijo.

Nagisa llegó al altar, siendo recibido por Karma. Se acomodó donde debía y el cura aclaró su garganta para comenzar con el anuncio que oficialmente daría inicio a la celebración.

Mi madre ||KarmaGisa|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora