Jamás había visto algo así.
Si bien, Hiro era alguien sorprendente que podía mostrarle cosas que nunca se hubiese imaginado jamás había presenciado tal cosa.
Hiro estaba teniendo una crisis nerviosa cañona.
Incluso le estaba volviendo loco a él, y es que se paseaba de un lado a otro soltando maldiciones en inglés y japonés; jalando de su cabello y a punto de un colapso. Miguel solo le miraba en silencio sin saber como ayudarle pero con esa ligera presión de tener que ayudarle a calmarse antes de que le diera un patatús.
-Tranquilo Hiro, se resolverá de una u otra manera- murmuro mirando como se iba de un lado a otro, y a otro, luego a otro... Se estaba empezando a marear.
Hiro jalo de su cabello y gruño -No, cállate- Miguel estaba apunto de protestar pero Hiro volvio a fulminarle con la mirada y se congelo en su lugar -Tu no lo entenderías aunque te lo explicara con diapositivas de Power Point- Bueno al menos tenía un punto.
El Rivera bufo y rodo los ojos, solo quería ayudar. Pero Hiro a veces era tan sensible como una señora histérica; mejor se cruzo de brazos y se aseguraría de ayudarle sutilmente en los momentos indicados.
-Si no logro terminar un proyecto que ayude a este lugar no podre salir nunca de aqui o aún peor no me graduare- Juraba que el ameri-asiatico se estaba hiperventilando ¿Donde estaba el enorme malvavisco cuando se necesitaba? -Quiero salir de aquí- Mascullo Hiro con una mezcla bastante homogénea de miedo e ira; Miguel le miro sorprendido y un silencio se apodero de la habitación. Hiro hizo una mueca y carraspeo -No me malinterpretes... Quiero volver a casa-
Miguel forzó una sonrisa, era un poco doloroso que a pesar de sus esfuerzos por agradarle y haber creído que ya había logrado un avance; el nipón no la estaba pasando tan bien y aún estaba ansioso por volver a su solitaria vida.
Pero también lo entendía y respetaba, después de todo, Hiro era alguien reservado a quien se notaba... No le agradaban mucho los cambios en su vida.
-¿Y si haces un auto volador?- Insistió como buen amigo, demostrándole que a pesar de todo estaba con él y lo apoyaría en lo mínimo que pudiera, Hiro gruño y negó; claro que era muy difícil ser buen amigo con este güey -¿O un robot que haga chilaquiles?- Inquirió juguetón pero el mayor seguía jalando de su cabello despotricando y dando vueltas al pequeño cuarto -¿Y que tal el ese Baymax?-
Hiro se paro en seco y le miro con los ojos bien abiertos -Es el proyecto de Tadashi...- susurro apenas audible, Miguel ladeo la cabeza desde su lugar.
-Pues creo que si podría ser de ayuda aquí- comento encogiéndose de hombros, jugando con un los hilos que salían de un pequeño tapete debajo de la cama.
Hiro mordió su labio pensativo, tomo un bolígrafo y una pequeña libreta para comenzar a hacer garabatos y planear ciertas modificaciones -Aunque si cambiara el diseño por algo más practico y portátil como una muñequera o un anillo, y le agregara más procedimientos médicos al chip, podría funcionar pero...- paro en seco su tren de ideas geniales para mejorar el proyecto de su fallecido hermano.
-¿Qué pero le pones?- Miguel murmuro dando golpecitos rítmicos con el lápiz al grueso libro en su regazo.
El ameri-asiatico hizo una mueca de nuevo mientras rascaba su nuca -No lo sé Miguel, este es el proyecto de Tadashi- El mexicano soltó un suspiro, pues sabia a lo que se refería.
Era ese mismo sentimiento que el tenía de arruinar las maravillosas creaciones de su tatarabuelo Héctor; Hiro temía echar a perder el brillante legado de su hermano o no ser tan bueno como él. Miguel comprendía eso pero también sabia que a veces simplemente debías arriesgarte y ya que fuera lo que Diosito quisiera.