Hiro estaba golpeándose la cabeza en su escritorio, una clara señal de que estaba estresado. Después de cada golpe, se repetía que tenia un cerebro inútil, por que no era capaz de encontrar una solución rápida a su problema.
En algún punto se pregunto por que Baymax no le detenía, entonces recordó que le había dejado en San Fransokyo para que ayudara a su tía y amigos. Se tentó a llamar a estos últimos para pedirles ayuda, pero como era un orgulloso de primera, reprimió aquella idea y volvio a pensar en algo mientras dejaba de golpearse en el escritorio para volver a intentarlo
"Haz como decía Tadashi: Busca otro ángulo"
Frunció el ceño y cerro los ojos para concentrarse, al carajo con el consejo de su hermano, no le estaba sirviendo de nada. Detestaba rendirse, pero había veces que ya no había de otra, así que se vuelve a golpear la cabeza y suelta un gruñido. Pero eso le pasaba por idiota, si no hubiese abierto la boca para decirle a Miguel que tenia algo muy especial preparado para su "cita" (La palabra le daba escalofríos de lo nervioso que estaba) no estaría con ese problema, pero claro, debia tratar de lucirse como si él supiera algo de organizar citas.
-Wow chinito- Menciona Leo desde el umbral de la puerta, Hiro da un brinquito del susto y maldice por lo bajo cuando identifica al moreno, quien mantiene una brillante sonrisa socarrona -¿Problemas con tu escuela de mataditos?- Pregunta el de apellido San Juan pasando a la habitación, sin pedirle permiso ni nada por el estilo; tocando aquello que le da curiosidad y viendo el alrededor como si el desastre que tenia el genio fuese interesante.
-No en realidad... ¿Qué haces aquí?- Pide saber el de cabello revoltoso con el ceño fruncido, arrebatándole de las manos una de sus muñequeras de superhéroe, replicándole que no era un juguete.
El castaño relame sus labios -Solo pasaba por aquí y pensé en saludarte- Dijo, aguantándose las ganas de decirle que le bajara tres rayitas de intensidad a su mirada por que le estaba comenzando a poner de nervios. El cacahuate japonés se tendría que ir haciendo a la idea de que tenían que llevársela bien por que ambos eran amigos del Rivera -Déjame adivinar, no tienes idea de que hacer en tu cita con Miguel- Menciona después de reprimir una risa burlona, con el cuaderno de notas de Hiro en sus manos, donde había un par de opciones tachadas.
Hamada gruñe y trata de quitarle su cuaderno, pero el moreno no se lo permite -¿Qué carajos? ¿Como te enteraste de la cita?- Después de eso, pisotea fuertemente al mexicano para tomar el cuaderno que le pertenece. Ambos se maldicen con la mirada.
-Miguel nos conto a Marco y a mi; estaba todo pinche emocionado- Leo bufa y rueda los ojos -Chingado, no sé en que momento de nuestras vidas las conversaciones pasaron de ser sobre lucha libre, a citas y muchachos- Hace una mueca de asco al mismo tiempo que sigue curioseando por la habitación del nipón -En fin, vine a proponerte algo; si tu me consigues un traductor, yo te diré todo lo que necesitas saber de Miguel para su cita- Sonríe al mitad asiático que se mantiene de brazos cruzados y alza una ceja.
Hiro hizo una mueca, no le terminaba de agradar ese amigo de Miguel; había algo en su personalidad que le hacia desconfiar de él. Y era muy extraño que llegara de pronto para tratar de negociar.
-¿Y tú por que sabrías algo así?- Con incredulidad, le mira de pies a cabeza.
El mexicano resopla -Güey, hemos sido amigos desde que íbamos en el kinder; le conozco hasta los calzones- Hiro trata de disimular su sonrisa, rodando los ojos -¿Jalas, o qué?- El latino pregunta de una vez por todas, repitiendo en su cabeza que le tiene que ver la cara al chino si quiere ese preciado "traductor".