Hiro soltó un suspiro mientras miraba fijamente la pantalla brillante del monitor y tecleaba con maestría cosas ahí; con el ceño levemente fruncido, así como diseñando planos para todos los malditos proyectos en su mente que no eran tan buenos y por ello era difícil elegir uno que le permitiera volver a su vida "normal" en San Fransokyo.
Alzo la mirada y se encontró con unos orbes chocolates curiosos de todo lo que había a su alrededor; Miguel mordía su labio con fuerza tratando de contener la hermosa sonrisa que amenazaba con salir ante tantas artefactos raros que le parecian tan maravillosos... Y eso que el había volado en un maldito alebrije.
Al sentir los ojos del nipón observarle, se giro hacia él y le dedico una linda sonrisa; El mayor negó y siguió con su labor. Maldijo cuando el condenado aparato marco que era hora de que lo cargara (¿Por que si la tecnología era tan avanzada no podían hacer que un estúpido aparato dejara de descargarse?) se levanto y trato de buscar en el desastre de su "nueva" habitación el dichoso cargador.
-Tal vez deberías limpiar- Menciono Miguel en un tono suave al presenciar la desesperación del mayor, Hiro solo rodo los ojos.
-Cállate- Respondió el mayor jalando de su propio cabello, ahora fue el turno de Miguel de rodar los ojos -Voy a revisar en las otras habitaciones, quédate aquí y no toques nada- Enfatizo en las últimas palabras apuntándole severamente con su dedo, el latino asintió lentamente.
Se quedo ahí, sentado en el colchón de la cómoda cama de Hiro, observando detenidamente el desastre que el nipón tenía: desde ropa tirada por todos lados hasta empaques vacíos de refrescos y golosinas; era por ese desmadre que no encontraba sus cosas.
Suspiro, si como tenia esos pelos tenia la habitación.
Su abuelita ya le hubiese metido un buen chanclazo si su cuarto estuviese así, a la mala aprendió a ser ordenado. Pero Hiro no era tan desordenado ¿Cierto? Así eran las cabecitas brillantes ¿Verdad? A la mierda había más envolturas de dulces debajo de la cama; resignado decidió ayudarle con su desastre.
Se levanto con cierta pereza, tomando primero toda la ropa y doblándola hasta dejarla en pequeñas columnas en la cama; a lo lejos podía escuchar al mayor maldecir y saquear toda la casa en busca de su condenado cargador. Soltó una risita, los berrinches infantiles de Hiro eran tan graciosos. Después empezó a tomar todas las envolturas vacías de dulces mientras tarareaba una canción con los labios arqueados en una de sus hermosas sonrisas, cuando todo quedo más ordenado encontró el cargador del mayor.
Estaba a punto de gritarle que lo había encontrado pero una llamativa caja en uno de los muebles comenzó a soltar chispas, la curiosidad pudo más y al siguiente instante ya estaba tocándolo. Bien dicen que la curiosidad mato al gato, uno de los cables chispeantes le toco un dedo mandandole una mini descarga electrica por todo el cuerpo y lastimandole.
Hizo una mueca de dolor y sacudio su mano -¡Auch! ¡Chingada madre!- Algo sonó a lo lejos tras decir esto pero estaba tan ensimismado en el pequeño pero punzante dolor de su dedo indice que apenas si lo noto, hasta que sintió un liviano peso en su hombro, volteo por inercia y fue en ese momento donde su grito se escucho en probablemente toda la cuadra.
En la cocina, Hiro buscaba hasta en el refrigerador su cargador (De esas veces que la desesperación no se lleva con el sentido común); hasta que escucho ese grito proveniente de su recamara temporal, Sol alzo una ceja en su dirección y el solo alcanzo a murmurar un "Esta todo bajo control" para después soltarse a correr en dirección de la pequeña habitación.
Al llegar se encontró con un Miguel pasmado por el miedo tomándose con fuerza de la cabecera de la cama y al otro lado a un Baymax recién inflado que trataba de pasar por el pequeño espacio entre la cama y el tocador -¡¿Qué rayos es eso?!- grito un muy histérico Miguel