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Capítulo 29.

Justin observó a Ariana nerviosamente desde la distancia. Sus padres y su hermano estaban en silencio, sin saber qué iba a decirles. ¿Cómo iban a decirles eso?

—¿Hablar de qué? —preguntó su madre confusa—. Vamos a casa, allí podremos hablar —puso una mano en la espalda de Ariana.

—No —dijo Ariana dudosa, quitándose de forma gentil la mano de su madre—. No podemos ir a casa aún —miró a Justin más nerviosa que nunca.

—¿Qué quieres decir? —preguntó su padre.

—¿Está todo bien? —dijo su hermano. Miró a los tres, que la observaban confusos y suspiró, mirando lentamente a Justin. Asintió la cabeza en su dirección para que se acercase a su familia.

Él se mordió el labio y pasó los dedos por su pelo. Cogió la corona con su mano izquierda y ase acercó a Ariana y a su familia. Sus labios estaban apretados y sus ojos evitaron la mirada de sus padres, ya que solo la miraba a ella. Sus padres lo miraron, entrecerrando los ojos y él suspiró audiblemente, acercándose a su futura mujer.

Ariana jugueteó con su anillo con las piernas temblando. Frankie debió notar su anillo porque su boca se abrió ligeramente al verlo y se quedó ojiplático, pero cerró la boca y tragó saliva cuando el rey carraspeó.

—¿Qué pasa, Ariana? —preguntó su padre mirando al rey—, ¿Hay algún problema?

Justin miró a Ariana para empezar y ella abrió la boca, pensando que se le saldría el corazón por esta, pero no salió nada de sus labios por mucho que lo intentase.

—Por favor, señor y señora Grande, será mejor que hablemos dentro —dijo Justin asintiendo hacia las casas. Hubo un incómodo silencio que siguió sus palabras, poniendo aún más nerviosa a Ariana.

Su padre apretó los puños; esto no iba a ser bueno.

—No, estamos bien aquí —habló y Ariana pudo oír el temblor en su voz. Tenía miedo de qué podía venir. Justin apretó la mandíbula mirando de forma helada a su padre.

—Por favor, ¿puede alguien decirme qué está pasando? —exigió su madre y Ariana esperó un momento antes de mirar a Justin. Él la miró tiernamente y ella suspiró volviendo la mirada a su familia, para hablar. Su voz era fuerte y verdadera.

—Bien... En mi primeras semanas en el castillo odiaba a Justin —sus padres alzaron las cejas, sorprendidos de que lo llamase por su nombre.

Frankie se mantuvo en silencio mirando el suelo; parecía que estaba uniendo las piezas.

—Él era cruel y horrible conmigo y los otros sirvientes —se pausó y suspiró. Justin tenía la mirada ida—. A medida que el tiempo pasada, empecé a ver lo bueno en él y estaba en lo cierto porque tenía cosas buenas, lo único que necesitaba era que él lo viese, cosa que llegó con mi ayuda —giró la cabeza hacia Justin.

Los ojos de su madre se entrecerraron con las manos cruzadas en el pecho. Su padre, por otro lado, parecía una estatua.

—Mamá, papá, Frankie, él no es una mala persona. Es decir, ¡mirad lo que acaba de hacer! Ha liberado a todos sus sirvientes.

—¿Qué estás diciendo? —Su padre preguntó mientras se rascaba la barbilla.

Justin se acercó a Ariana y la cogió de la mano. Ella lo miró y le sonrió, aunque esta sonrisa desapareció al poco tiempo.

—Estoy enamorada de él —se pausó un momento— y vamos a casarnos.

Silencio. El tiempo pareció detenerse y congelarse; el aire se espesó con la tensión.