Capítulo 17.

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Miedo. Una desagradable emoción causada por algo o alguien, un sentimiento que entumecía el cuerpo y provocaba temblor en las extremidades. Un innegable miedo era lo que Ariana estaba sintiendo en estos momentos. Su corazón palpitaba en su pecho fuertemente y parecía como si fuese a explotar en cualquier segundo. Un rato antes, Harry la había besado a la fuerza y había sido como si sus labios estuviesen eternamente con los suyos y no porque le gustase, sino todo lo contrario. Lo que más temía en este momento era el hombre frente a ellos.

Él los miró a los dos, sus ojos inyectados en sangre en forma de sorpresa. Por el rabillo del ojo, Ariana pudo ver a Harry temblando. Ella, sin embargo, estaba inmóvil, sin poder apartar los ojos del hombre, temiendo su reacción.

  —¿Qué es esto? —La voz del Rey bramó. Su voz era fría y fuerte y Ariana sabía que estaba viendo el lado que más temía del Rey.

—Justin, esto no es lo que piensas —dijo Ariana temblorosa. El Rey apretó las manos en forma de puños y miró a Ariana.

—Entonces, ¿qué es?—gritó con los ojos llenos de furia.

—É-Él me besó. Lo aparté, lo juro. ¡Nunca haría a-algo así! —contestó Ariana enfadada. El Rey permaneció en silencio por un momento y giró su cabeza en dirección a Harry, quien seguía temblando como un niño. 

  —¿Qué piensas que estás haciendo con Ariana? —gritó el Rey, mientras avanzaba despacio hacia él. Agarró la espada y la dejó firmemente a su lado—. ¿Qué te hace pensar que puedes hacer esto? Las reglas son las reglas, Harry, y las has incumplido. 

  —L-Lo siento, no q-quería, S-Su Majestad. Por favor, perdóneme —dijo Harry llorando, pero el Rey no aceptó la disculpa, en su lugar, estrelló a Harry contra la pared con un fuerte sonido.

—¡Ariana es MÍA! —gruñó en su cara el Rey—. ¡No puedes tocarla! —Lo empujó fuertemente contra la pared, otra vez. La sangre empezó a brotar de la nariz de Harry—. ¡Tú, gilipollas! —gritó empujándolo al suelo. Harry gimió y lloró de dolor. 

Llegados a este punto, las lágrimas empezaron a bajar por las mejillas de Ariana; no sabía qué hacer.

  —¡Es mía! —dijo el Rey como un animal a punto de atacar a su presa. Lo golpeó en el estómago con sus botas duras de cuero (ahora cubiertas por sangre oscura).

  —¡Justin! —gritó Ariana viendo con horror el cuerpo de Harry.  Vio al Rey coger su espada, una preciosa y letal arma que brillaba en el oscuro pasillo, en contraste con la nieve cayendo en el exterior, y vio como el Rey levantaba la espada sobre su cabeza mientras Harry yacía sin fuerzas en el suelo frente a él. 

Ariana no podía soportarlo más.

—¡Para!  —Gritó con la cara roja y llena de lágrimas. Se tiró hacia el cuerpo de Harry, protegiéndolo del asesino frente a él. El Rey frenó la espada al ver a Ariana y paró un momento, mirándola—. Por favor, no hagas esto —suplicó Ariana. Podía saborear las lágrimas en su boca—. No quiero que acabe como Austin.

El Rey se quedó helado en el momento y fue como si la realización le hubiese golpeado. Miró a Ariana, a su espada y a Harry tendido en el suelo.  Su cara decayó y sus ojos se suavizaron mientras la maldad desaparecía de ellos. Todo lo que se oía era la respiración fuerte del Rey y los gruñidos de Harry.

El Rey, dándose cuenta de lo que había hecho, bajó la espada, dejándola caer a su lado.

  —Lo siento —dijo sin aliento—. ¿Qué he hecho? —Ariana lo observó mientras él la miraba a ella y a Harry.  Volvió la vista a Harry y se dio cuenta de que temblaba de miedo y frío. Cogió su cabeza y la apoyó en su regazo. Lo que Harry había hecho estaba mal pero el Rey no tenía derecho a hacer lo que había hecho. Sabía que se enfurecería; estaba obsesionada con ella, pero ¿matar a Harry? 

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