Capítulo 12.

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LEED LA NOTA DE TRADUCTORA, ES IMPORTANTE.

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El campo, donde estaba Ariana, estaba salpicado con tulipanes rosas y amarillos. El sol brillaba en su cara y una calidez le cubrió el cuerpo. El cielo era azul cielo; el color favorito de Ariana. No veía nubes, no había nada que eclipsase el sol y la alegría de esto contagiaba al mundo. El único sonido que había era el de un pájaro cantando.

Ariana cerró los ojos y aspiró la fragancia que desprendía ese sitio. Tan veraniego. Fresco y puro. Suspiró. Qué sitio más bonito, pensó ella.

Mientras admiraba las flores en el césped, vio una sombra grande. Su sonrisa se desvaneció y un sentimiento de terror llenó la atmósfera. Miró hacia arriba y vio que el cielo se había convertido en una masa gris oscura, sin nada de azul. El campo se oscureció y los tulipanes perdieron su brillo. El pájaro dejó de cantar y, en su lugar, voló lejos de ahí. El olor a lluvia llenó el aire y sintió una gota de agua en su hombro. Se encogió ante el inesperado sentimiento.

Vio un relámpago iluminar el cielo. Empezó a llover más y más fuerte. Un sentimiento de angustia llenó a Ariana cuando veía cómo la tormenta se acercaba cada vez más; su ropa estaba empapada ya. Y, entonces, un fuerte ruido hizo eco en el aire, haciendo que el corazón de Ariana se parase momentáneamente. En ese momento, lo único que quería hacer era huir de este lugar. Un lugar que fue feliz y que, ahora, era lúgubre y oscuro.

***

—Ariana —dijo una voz. La chica en la mazmorra no se movió—. Ariana —dijo la voz más enfadada.

Despacio, sus ojos se empezaron a abrir para vislumbrar la familiar pared llena de gotas de sangre. Levantó la cabeza y miró los barrotes. Detrás de ellos había un guardia. Cuando lo vio, se levantó y las cadenas de sus pies hicieron ruido. Se recolocó la ropa.

¿En serio?, se preguntó, ¿otra vez con cadenas?

Después de haberle gritado al Rey la otra noche, los guardias la enviaron a la mazmorra durante tres días. Al principio le confundía el por qué el Rey no la había matado por hablarle de esa forma, pero se dio cuenta de que no podía. A él le gustaba Ariana de una forma en la que los reyes no deberían de sentirse por sus sirvientes. No podía matarla.

El guardia carraspeó y continuó:

—Hay alguien que quiere hablar contigo —dijo con una sonrisa malvada. Ariana tembló de miedo, sabiendo a quién se refería.

Justo cuando el guardia se fue, una figura emergió de la oscuridad. Estaba andando hacia Ariana y su corazón se aceleró. Se paró frente a los barrotes y miró los ojos de Ariana. Ella le siguió. Después de un minuto, una sonrisa creció en sus labios.

—Buenos días, Ariana —la voz del Rey se hizo presente. Ariana se encogió. Su voz era fría y misteriosa.

—Su Majestad —dijo con una simple reverencia. El Rey endureció la mandíbula y metió la mano en un bolsillo, cogió una llave; la llave de la celda. Sacó la llave para abrir la puerta y el corazón de Ariana latió más rápido. ¿Iba a matarla? Recordaba la historia que le contó Rachel sobre el hombre que mató en la mazmorra. Un escalofrío la recorrió y rezó por no acabar así.

El Rey entró en la celda y cerró la puerta detrás de él. Ariana se quedó en el centro, mirándole y entrelazando las manos. El Rey la miró de una forma indescriptible. No era pasión, no era odio.

Finalmente, anduvo hacia ella. Sus botas hicieron eco a través de la mazmorra. Cuanto más se acercaba, más nerviosa se ponía Ariana. Se acercó tanto, que sus narices casi se tocaban. El aliento de Ariana se atrapó en su garganta y podía sentir el del Rey en su cara. Escuchaba la suavidad del sonido de su aliento y llegaba incluso a relajarla. Él le miró los labios y después su cara. ¿Estaría pensando lo mismo que él?

KING → j.b → spanish versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora