Nuestro Destino | Cornelio Vega Jr

01 | Está chula la morra

Andrea
-Me voy a México- dije firme y clara, mirando a los ojos a mis padres, quienes estaban sentados en el sofá frente a mi.

Los seguí mirándo fijamente y sólo podía notar lo impactados que estaban, y es que no los culpo, ni yo aún creo que me hayan becado para ir a México, y justo a donde está mi familia materna.

Aún sin decir nada, mis padres voltearon a verse para luego verme a mi.

-¿No se alegran por mi?- pregunté con algún tono de tristeza y desconcierto.

-¡Claro que lo hacemos, bella!- dijo mi Madre con mucho entusiasmo, y entonces mi semblante cambió a uno de tranquilidad.

Entonces mi Padre se paró y me abrazó, ambos me apoyaban.

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Andrea

Les platiqué como sucedió todo, y mi mamá estaba encantada con la idea de que me fuera a Obregón, Sonora, con mis abuelos.

La parte triste llegó cuando me avisaron que el traslado sería antes de lo planeado, y vaya que antes, me tenía que ir mañana, en pleno miércoles.

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Andrea

-Yo también los amo, y voy a venir a visitarlos, y ustedes irán a Obregón cuando quieran, y todo seguirá siendo igual, ¿okay?- les dije a mis padres mientras me despedían en el aeropuerto de Venecia.

*Passeggeri del volo 7728 con destinazione per Città del Messico, per favore indirizzo/ pasajeros del vuelo 7728 con Destino a la Ciudad de México, favor de abordar*

-Ti amo, piccola mía- me dijo mi papá.

-Ti amo ache io- le dije

Les di un fuerte abrazo a los dos, y caminé hacia el abordaje.

Seguí caminando, y no qusie voltear más, porque sabía que me iba a poner a llorar.

Finalmente estoy en en avión, y no estoy triste, estoy emocionada y feliz, me espera un largo viaje a México.

Me puse lo más cómoda que pude, porque a decir verdad, dormir en avión jamás será cómodo, al menos que pagues los asientos necesarios para acostarte a tus anchas, cerré los ojos, y no supe más de mi.

-Signorina, signorina- sentí cómo una mano sacudía mi hombro.

Poco a poco abrí los ojos y pude ver a la azafata.

-Signorina, stiamo presentando turbolenze, per favore seguite le istruzioni. Señorita, estamos presentando turbulencias, por favor atienda las indicaciones.- me dijo y se fué.

Hice lo que nos pidieron, aunque no duró más de dos minutos, miré la hora y ya llevaba 11 horas de vuelo, de las cuales las 11 las había dormido.

Evidentemente ya no tenía ganas de dormir más, quedaban aproximadamente unas 6 horas de vuelo, así que creí conveniente pedir algo para comer.

Le llamé a la azafata con la mano y ésta se acercó, le pedí mi comida y ésta llegó en unos 15 minutos, disfruté de mi ensalada y del pollo a la plancha, y creo que ahora más que nunca se me antojaban unos taquitos de esos que tanto hablan en México.

Me recosté mirándo por la ventanilla del avión, ya quería aterrizar, quería ver ya a mis abuelitos, a mis tíos, a mis primos, pero sobre todo, a mi primo Abraham, es con el que mejor me llevo, y que hace tiempo no veo.  

No me quiero ni imaginar todo lo que haremos estando juntos en Obregón.

Las horas se me pasaron literalmente volando, cuando menos acordé la azafata ya nos estaba dando indicaciones de aterrizaje.