Capítulo 16

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16
       Luna estaba desayunando en la cocina con sus padres y abuelo, como siempre. Alfredo había intentado que Ámbar estuviera con ellos, pero ella se negaba. La extrañaba demasiado. Tenía que hacer algo para que ella cambiara su actitud, además la veía muy sola.
       El silencio en la cocina era palpable. Luna estaba comiendo las tostadas con mantequilla sin ganas. Mónica y Miguel, al darse cuenta de su mirada rara, no paraban de mirarla ni de mirarse entre sí.
—¿Qué pasa, Luna? —preguntó Mónica.
—¿Qué sucede, cariño? —preguntó Miguel casi al mismo tiempo que su esposa.
—¿Qué le pasa a mi nietita? —Se sumó Alfredo a la duda.
       Luna resopló y dejó caer la tostada, que tenía en la mano, al plato.
—En el Red Sharks hicieron las pruebas para el equipo de patinaje y no quedé.
      Alfredo, Mónica y Miguel se miraron entristecidos.
—Me quedé sin patinar.
—¿Ámbar también? —preguntó Alfredo.
—Ámbar está en el equipo —respondió Luna.
—¿Y qué vas a hacer? —quiso saber Alfredo, alegre porque Ámbar estaba en el equipo, pero a la vez triste porque Luna había quedado afuera.
—Luna, ¿te vas a quedar sentada? —le soltó Mónica sorprendida.
—Algo vas a poder hacer —dijo Miguel—. ¿No hay otro lugar?
—No entienden. Yo quiero el equipo del Jam & Roller.
—Pero ¿no se inscriben por equipo, Luna? Armas un equipo, le pones un nombre y listo, ¿o no?
La cara de Luna se iluminó de repente.
—¡AAAH! ¡Mamá, eres una genio!
     Luna se levantó de la mesa, corrió hacia Mónica con una sonrisa ancha, saltando, y luego se prendió a ella en un abrazo fuerte, sin dejar de saltar. Mónica miraba entre divertida y confundida a nadie en particular.
Luna terminó de desayunar a las apuradas y corrió luego a su cuarto. Alfredo, Mónica y Miguel en todo ese tiempo la miraban confundidos. Luna se apresuró entrar a su cuarto, agarró la laptop y empezó a usarla en la cama. Miró sobre competencias, abrió la página de la única competencia que todavía tenía la inscripción abierta e inscribió al equipo. No se había puesto a pensar que primero debía tener el equipo.
     Todavía entusiasmada con la idea, agarró el celular de su mesita y llamó a Nina. Le pidió encontrarse en el parque y que llevara sus patines, pero no le dijo el por qué.
     Gary estaba en una de las mesas del bar del Red tomando jugo y hablando por celular. Juliana lo observaba disimuladamente desde la barra. Se corrió un poco más para que pudiera escucharlo mejor. Tal vez hablara con Videa y no podía perder la oportunidad de poder entender por qué este lo consentía tanto. Juliana se imaginaba que en este momento le estaría proponiendo darle unos billetes de más o algo así.
—Sí, ya está todo, hoy les informo sin falta —dijo Gary, y luego cortó—. ¿Escuchando conversaciones? —Gary había notado el movimiento que Juliana había hecho anteriormente. Ella abrió los ojos grandes pero no respondió. Quedó quieta dándole la espalda. Después escuchó que se corría una silla detrás de ella, unos pasos y Gary se ponía al lado. Juliana lo miró. —Quédate tranquila, ya te vas a enterar.
—¿De qué?
—De lo que estaba hablando. No te hagas la desentendida.
—No estoy entendiendo nada de lo que estás diciendo. No soy adivina.
—No, solo escuchás a escondidas.
—¿Yo? —replicó Juliana, haciéndose la confundida—. Claro que no. No me interesan nada tus asuntos, no me interesa nada que no tengan que ver con el equipo.
—Pero esto tiene que ver con el equipo —respondió Gary, agarrando nuevamente su celular y empezó a manipularlo. A Juliana y al equipo del Red les sonó el celular.
    Ella arrugó las cejas, él la miró con una sonrisa rara y se fue. Juliana leyó el mensaje que le había llegado:

      Equipo Red Sharks, a las cuatro los espero en la pista para hablarles sobre una competencia que se realizará pronto. Lleven los patines puestos. Estén puntuales.

      “Así que de eso hablaba”, pensó Juliana.
      A las tres y media de la tarde, la idea del equipo le reverberaba a Luna en la cabeza mientras se acercaba a un banco y se sentaba. Estaba entusiasmada, pero a la vez muy nerviosa por el paso que iban a dar. Se retorcía las manos y movía las piernas de la ansiedad que le causaba esperar a Nina. Esa noche no podría dormir seguramente.
       Nina llegó al lugar indicado por su mejor amiga y casi corrió hacia ella. Luna la esperaba en un lugar cercano a la entrada, por lo que no le había resultado difícil encontrarla.
—¡Luna, hola, acá estoy! ¿Qué pasa?
—¡Nina, Nina, hola!
Nina rio.
—Luna, ¿qué te pasa?
—Nina —dijo Luna, poniéndose de pie—, ¡hora de ponerse los patines! —dijo con una ancha sonrisa y levantando sus patines que esperaban en el banco.
—Ay, no —se asustó Nina.
Nina y Luna se pusieron a patinar. Una al lado de la otra, Nina le estaba siguiendo el ritmo a Luna, bastante bien. Las dos sonreían.
—¡Eso, Nina, muy bien!
      Ámbar y Emilia iban caminando por el parque. Era uno de esos días frescos que daba un poco de alivio del calor. Emilia leyó el mensaje que les había mandado Gary en voz alta, mientras Ámbar se daba cuenta de que había recibido el mismo. Se metieron el celular en el bolsillo de su short, Ámbar, y en la mochila, Emilia. Ámbar vio entonces a Luna y Nina patinando y detuvo a Emilia en su andar con un golpe seco de su brazo.
—¿Qué está haciendo esa chica patinando?
—¿Esa niña patina?
—Si es que eso es patinar…
—Lo hace bastante bien, pero no nos llega a los talones. Sigue siendo una loser.
—Emilia, por favor. ¿Eso es bien? Apenas puede mantener el equilibrio.
—¿Creés que están planeando algo?
      Ámbar resopló disgustada.
     Media hora después en la pista se celebraba la reunión del equipo.
—Hay una mini competencia la semana que viene. Va a ser su primera competencia, y dura solo un día. Tómenlo como una competencia de bienvenida hacia el equipo —decía Gary. Juliana estaba al lado de él—. Van a competir varios equipos, solo con una coreografía. Pero tienen que reversionar una escena de una película musical.
—¿Cuál sería? —preguntó Ámbar.
—La escena en la que cantan You' re the One that I Want de la película Grease.
—¿Creés que en tan pocos días podremos lograr algo? —preguntó Juliana.
—Yo creo en mi equipo —le respondió Gary, serio—. Y en la entrenadora.
Juliana tragó saliva.
—Y para su “evento especial” no hubo ningún problema —continuó este. Nadie dijo nada en ese punto. —Solo queda ver quiénes serán la pareja principal.
—¿Cinco son suficientes para recrearla? —preguntó Juliana.
—Sí, y si no es así, harán que sea suficiente —respondió Gary. —Además, los equipos tenemos a nuestra disposición algunos patinadores que pueden actuar de extras.
—¿Quiénes serán los protagonistas? —preguntó Ramiro—. Creo que yo estoy totalmente calificado para eso.
—Ramiro, por favor —rio Juliana.
—Ámbar va a ser la chica —dijo Gary de una. La había elegido a ella como compensación por haber aceptado estar en el equipo, pero no lo iría a expresar en voz alta.
     Ámbar sonrió orgullosa.
—¿Y el chico? ¿Puedo opinar?
—Adelante… A ver si estoy de acuerdo o no —dijo Gary, y sonrió con viveza después.
—Gracias, qué generoso —dijo Juliana con sarcasmo—. Ámbar y cada chico debería hacer al menos el principio de la escena y ahí ver con quién tiene más conexión, aunque creo que con Simón lo haría perfecto.
—Estoy de acuerdo. Empecemos de una vez. En una hora y media máximo quiero a Dany ya elegido.
—Como diga, jefe —dijo Juliana con sarcasmo.
      Luna estaban sentada en el banco con los patines puestos mientras veía como Nina patinaba de aquí para allá.    Cada vez que Nina pasaba por enfrente de ella, se mostraban los pulgares en alto y se sonreían.
     Luna aprovechó para llamar a Simón con su celular para contarle lo que había pensado. Estaba por mostrarle el pulgar a Nina mientras esperaba a que el chico atendiera, pero Nina no tuvo tiempo y se cayó. En su lugar Nina le mostró el pulgar hacia bajo.
Después de varios intentos, Simón seguía sin contestarle las llamadas, así que desistió. Tal vez estaba demasiado ocupado en ese momento y no podía atender. Y era así. Estaban en plenas pruebas para ver quién sería el protagonista de la primera competencia.
      Llamó entonces a Yam, Delfi, Jazmín y Jim y les pidió si podían verse. Acordaron verse en unas dos horas más o menos porque estaban todavía con el tema de la banda.
      Nina fue a sentarse al lado de Luna y le preguntó:
—Luna, no sé por qué estoy patinando. No voy a estar en el equipo. Me lo van a agradecer.
—¡Nina! Pero si estuviste patinando muy padre…
      Nina la miró como diciendo: “Dejá de mentirme”.
—La neta, Nina. ¿A ti te gustaría estar en el equipo? Te gusta patinar, Nina, no me mientas —le dijo Luna, apuntándola con el dedo índice y sonriendo anchamente.
—Un poquito —dijo Nina casi sin mirarla. Ahora fue Luna quien la miró como Nina la había mirado antes. —Bueno, sí, me gustaría.
—¡Dale, anímate! ¡Dale, Nina, dale, Nina!
—¡Nico!
—Jim.
      Jim se había acercado a la barra donde estaba Nico pasándole el trapo a unas bandejas.
—Las chicas y yo queremos unos licuados.
—Están con todo con la banda, ¿no?
—Ay, sí, estamos muy contentas.
      Jazmín estaba sentada a una mesa, mirándose las uñas, y su tablet estaba ahí, solitaria.
—¡Jazmín!
      La voz de Delfi le hizo levantar la cabeza.
—¿Qué estás haciendo que no estás grabando a Jim y Nico? Para lo de las parejas. Están juntos, ¡mirá!
      Jazmín se apresuró a poner la cámara en funcionamiento y enfocarlos. Mientras los miraba hablar, ambos sonrientes, se empezó a sentir un poco molesta.
—¿Creés que van a volver?
—No sé.
—Se sonríen mucho. Sonrisita por aquí, sonrisita por allá.
—¿Desde cuándo te interesa la pareja de Nico y Jim, a ver?
—Ay, Delfi, si voy a hacer el video de las mejores parejas, tengo que conseguir parejas. Nico y Jim no son pareja, ¿o sí?—Lutteo no era pareja pero los grababa igual, lo mismo con Emilia y Matteo, por lo que no siguió hablando.
—¿Realmente es por eso?
—Claro que sí, Delfi. Entonces, ¿qué crees?
—No sé, Jazmín, esas cosas solo lo saben ellos.
—Buena idea, les voy a preguntar —Y rápidamente se puso de pie.
—¡No, Jazmín! —le pidió Delfi, agarrándola del brazo y tirando para que se vuelva a sentar. —¿Cómo vas a preguntarles eso? Además, no hace falta que estén juntos, los fans pueden opinar igual.
—No sé si entran para el juego, Delfi —siguió diciendo Jazmín molesta.
—Bueno, lo que digas —le comentó confundida. Se puso nuevamente de pie y se fue mientras Jazmín volvía a poner la tablet en la mesa.
      Jim y Nico hablaron dos segundos más y Jim regresó con las chicas.
      Las cosas habían cambiado. No eligieron solo una pareja principal. Harían de pareja Ámbar y Simón, y al mismo tiempo, Emilia con Matteo y Ramiro. Se le había ocurrido a Gary mientras hacían las pruebas para ver quién sería Dany. Gary había cortado todo a la mitad porque ya sabía cómo serían las cosas. Juliana lo quería matar porque no había dado oportunidad a que los chicos demostrarán lo que podían hacer y él ya estaba mandando. Pero escuchó la idea y no le pareció nada mala, además no dejaba a ninguno afuera.
Juliana realmente se veía muy contenta viendo cómo los chicos hacían las indicaciones que les proponía.
       Gary la miraba de vez en cuando, casi disimuladamente, y sonreía un poco. Juliana lo notó por le rabillo del ojo, lo miró y se sorprendió. Dejó de sonreír ella, inmediatamente.
—Tu sonrisa… —dijo él, con un dejo de sonrisa.
—¿Qué estás queriendo decir?
      Gary se acercó un poco más a ella y se sacó los anteojos, luego le guiñó un ojo y se retiró poniéndose los anteojos nuevamente.
       Juliana se puso nerviosa. Se sacudió para sacarse esa sensación, y solo quedó la confusión. Volvió a mirar a los chicos y no pudo volver a sonreír de la alteración que sentía por dentro y fuera de su cuerpo.
      Luna había llamado a Gastón mientras Nina seguía patinando. Gastón le dijo que iría enseguida y la chica volvió a unirse con su amiga para patinar.
       Cerca de allí otro chico patinaba.  Hacía buenos movimientos. Parecía que hubiera empezado a patinar desde la panza. Llevaba una mochila, colgada de sus hombros, en la que había guardado sus zapatillas.
      Luna dio una vuelta porque le estaba enseñando a Nina a hacerlas, y lo vio.
—¡Nina, Nina, Nina!
      Nina se acomodó sus rodilleras y luego miró donde miraba su amiga. Había un chico en patines, saltaba, daba vueltas, saltaba a los bancos y mantenía el equilibrio perfectamente. Las chicas lo miraron asombradas.
Luego siguieron intentando y fue el chico el que las vio. Frenó en su patinaje y se las quedó mirando.
       En la pista, dejaron unos diez minutos para que descansen y Matteo recibió un mensaje de Gastón.
—¿Alguno de ustedes podría entrar a la página de la Competencia Nacional para ver si está el nombre del equipo en la lista? Cuando quise inscribirlos, la página andaba muy mal y todavía no me llega ningún mail de confirmación, o con las solicitudes que tengo que llenar —pidió Gary al ver que Emilia tenía su celular en la mano. Ella hizo lo que le pedía.
      Emilia veía los nombres de los inscriptos en la competencia. Hasta que leyó algo que hizo que abriera los ojos grandes.
—¡Ámbar!
—¿Qué pasa?
—¡Tienes que ver esto!
      Ámbar corrió al lado de Emilia y miró hacia donde la chica señalaba.
—¿Jam & Roller?
Ámbar pensó inmediatamente: “Luna”.



















































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