Capítulo 9

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Yo también iba a hablarte. Esta conexión
Ah, sí? Por qué exactamente? Me extrañas?
En ese momento le llegó una captura de pantalla.
Emilia llamó la atención de Ámbar.
—Tenemos que averiguar la fecha del evento. ¿Qué hacemos? ¿Amenazamos a Jazmín?
—No hace falta —respondió Ámbar y le mostró la pantalla de su celular.

     Los chicos empezaron a prepararse para el evento. Tuvieron que acordar varios horarios de ensayo para la coreografía en patines, algo que les sacaba tiempo para ensayar con la banda a las chicas y a la Roller Band. Aunque tenían prohibido ensayar ahí, todavía no tenía banda exclusiva el Red, por lo que pensaban desobedecer a Gary. Además, él no se aparecía mucho por ahí. Nico, Pedro y Simón pensaban cantar canciones que supieran muy bien, que no necesitara tanto ensayo, para que pudieran ocuparse de los ensayos para la coreografía.
      Matteo y Luna estaban llegando al parque con los patines colgando de los hombros. Se habían puesto de acuerdo para encontrarse allí y ensayar los pasos. También habían acordado que cada uno ya tuviera algún paso pensado que pudieran hacer.
      Estaban llegando a un banco, y Luna estuvo callada y mirándolo de vez en cuando. Matteo se dio cuenta de eso en todas las ocasiones.
—¿Estás enojada porque canté con Emilia en el Open?
      Se detuvieron frente al banco y Luna volteó a mirarlo.
—¿Qué? Chico fresa, ¿crees que tú eres el centro de mi atención o qué?
—No sé. Tu mirada no dice lo mismo.
—¿Mi mirada? ¿Qué dice mi mirada?
—Bueno, cada vez que me mirás, achicás los ojos, se te hacen arrugas acá entre las cejas —Matteo tocó suavemente con el dedo índice esa parte de la cara de Luna. Luna le dio un ligero manotazo, para apartarlo y Matteo rio— y apretas los labios. Así —Matteo imitó con exageración: achicó los ojos al máximo y junto las cejas. Parecía un bulldog.
Luna casi que sonrió, pero se contuvo.
—Así me estuviste mirando todo el rato.
—No estuve mirándote —le replicó Luna, cruzándose de brazos. Los colores se le habían subido a la cara.
—Sí, claro —respondió Matteo sarcásticamente y riendo—. Cara de gruñona.
Luna dio un resoplido al escucharlo.
—Yo no pongo esa cara de gruñona cada vez que te miro.
—¿Ah, no? ¿Quieres que te muestre un espejo? —rio Matteo, y Luna rodó los ojos—. Chica gruñona.
—No, gracias, no lo necesito —replicó Luna.
—Bueno, vamos, chica gruñona, comencemos.
      Por más que no quería, no pudo evitar sonreír cuando Matteo le dio la espalda para acercarse al banco y sentarse. Pero volvió a ponerse seria al recordar a Matteo y a Emilia cantando juntos en el escenario.
      Nico y Jazmín habían acordado encontrarse en la entrada del parque y luego buscar juntos un lugar para patinar. Nico fue el primero en llegar. Esperó unos diez minutos y estaba por mandarle un mensaje cuando apareció. Nico se sorprendió al verla. Jazmín se había oscurecido un poco el cabello y lo llevaba corto hasta la mitad de la nuca.
—Te cambiaste el look —dijo él.
—Sí, quería un cambio —respondió Jazmín, y movió la cabeza de un lado a otro—. ¿Te gusto? ¿Te gusta? —se corrigió inmediatamente.
—Sí, claro.
—Bueno, ¿vamos?
—Vamos.
      Y empezaron a caminar.
Matteo estaba mostrando a Luna el paso que había visto en el video de una competencia importante.
—Y después agarró a la chica así —Agarró a Luna de la cintura—y terminaron así —La atrajo hacia él. Luna no pudo reaccionar. Quedaron muy cerca mirándose a los ojos.
—No me gusta este paso —dijo Luna, temblando de la cabeza a los pies. E intentó apartarse. Matteo la soltó al notar su resistencia y ella se alejó. Aquello no lo hizo sentir bien al chico.
     Mientras, Nico y Jazmín divisaron un lugar perfecto a lo lejos y caminaban hacia allí mientras hablaban de Luna y el Open.
—Entonces ¿Luna es Sol Benson? ¿Pero no era Ámbar? No entiendo. ¿Por qué me cambian las cosas? —preguntó Jazmín confundida.
      Nico rio por aquello.
      Llegaron a un banco y se sentaron para ponerse los patines. Luego de un rato en silencio, Nico habló.
—Gracias por lo que hiciste por la banda. ¿Lo hiciste por Simón, no?
      Se miraron.
—Lo hice por la banda —aclaró Jazmín, y puso la mano sobre la mano que Nico tenía apoyada en el banco.
Nico pensó, mientras la miraba, que estaba conociendo a la verdadera Jazmín.
      Jazmín sintió de pronto que lo había tocado de más y retiró la mano rápido.
—Bueno, veamos los pasos —Quiso cambiar de tema Jazmín.
—Sí, veamos.
      En la pista estaba Simón esperando a Yam y Ramiro para ensayar, solo había una o dos personas patinando, pero entró Ámbar y los ojos de Simón se perdieron. Ella también lo miró. Y ella también se perdió. Sí que estaba diferente, pensó Simón, con su ropa negra  y sus mechones rosa en el pelo. Algo en la mirada también era diferente. Ámbar se acercó a él, algo que Simón no esperaba que fuera a hacer, y le preguntó:
—¿Por qué me mirás tanto? ¿Por qué me buscás siempre?
      De pronto entró Emilia a la pista y la vio hablando con él.
—Ámbar, pongámonos a trabajar —le dijo y se alejó a una parte de la pista más vacía.
     Jazmín le estaba mostrando a Nico desde su tablet un truco que había visto en una antigua competencia.
—Podemos hacer esto.
Nico vio el truco (debía alzar a la chica hasta sus hombros y dar unas vueltas) y abrió los ojos grandes y su corazón se detuvo.
—¿Qué? No, Jazmín, no, no, eso no.
—¿Y por qué no? —preguntó la chica confundida—. Si fuera una competencia, ganamos.
—Para hacer eso necesito años de práctica, no me va a salir.
—Ay, dale, dale —Jazmín, muy entusiasmada, se puso de pie ya con los patines puestos y lo esperó en el espacio dedicado al patinaje. Como lo vio todavía sentado, quiso insistir—. ¡Dale, dale! —rogaba Jazmín dando saltitos y uniendo las manos.
Patinó a él al ver que dudaba y lo agarró de la mano para hacer que se pusiera de pie. Jazmín lo llevó de la mano al lugar donde patinarían y él fue con desgana. Lo soltó.
—Sos insistente, eh —le dijo Nico con una sonrisa.
Pero al segundo ya estaban haciendo el truco, o el intento, porque se cayeron.
—Au.
Terminaron acostándose en el suelo: boca arriba Jazmín, y Nico, mirando hacia el costado, hacia el lado de la chica.
—Te dije, Jazmín.
      Se empezaron a reír.
—¿Estás bien? ¿Podríamos hacer algo más simple?
—Sí —contestó Jazmín, y luego siguió riéndose con su risa característica.
    Simón no dejaba de notar que desde esas preguntas que Ámbar le había hecho, la chica no dejaba de mirar en su dirección, y él tampoco podía dejar de mirarla. A veces ella le sostenía la mirada, casi fría como el hielo, curiosa o, de vez en cuando, a punto de sonreír; otras veces, sus ojos se detenían solo un segundo en él. Sin embargo, ello le era suficiente para distraerlo y que le saliera mal los pasos que ensayaban, por lo que terminaba discutiendo con Ramiro y Yam.
      En los días que siguieron, en la pista, según qué pareja le tocaba ensayar en aquel lugar, los chicos no dejaban de notar que, si Emilia y Ámbar usaban la pista en el mismo momento, ellas hacían pasos coreografeados y se grababan además. Les resultaba un poco raro, pero dejaron de darle importancia al haber escuchado a Gary decirles a las chicas que estaba pensando en cuál de las tres opciones de competencia que le habían gustado irían a participar.
—Estoy buscando más información sobre esas competencias. Los Red Sharks tienen que estar listos —les había dicho en el bar.
—Obvio —le había contestado Ámbar.
—A nosotros no nos llaman losers.
       Así que desde ese momento habían llegado a pensar que solo querían estar preparadas.
      Los chicos seguían practicando para la coreo. A medida que pasaba el tiempo, ya tenían los pasos bien pensados y afirmados, toda la coreo ya estaba  terminada. Cada día tenían una hora y media dedicado a la coreo grupal con Juliana.
     Luna y Matteo olvidaron sus celos cuando estaban juntos y empezaron a disfrutar. Luna tratando de olvidar que después del primer día del ensayo en pareja había visto a Matteo y a Emilia hablando en la pista, aunque no había oído nada de lo que se estaban diciendo.
     Matteo y Emilia habían estado patinando en la pista. Emilia no lo dejaba de mirar, y aunque él la miraba con seriedad, ella no dejaba de sonreír. En un momento Matteo sintió que necesitaba descansar, por lo que se acercó a la baranda a tomar agua. Emilia se le había acercado dos segundos después.
—Hola, Matteo.
—No quiero escucharte. Lo que hiciste en el Open…
—¿Te encantó, cierto?
—No, no me gustó nada.
—En el escenario no parecía eso —Emilia puso su mano sobre la de él, que estaba agarrando la baranda. —Te dejaste llevar.
—No iba a hacer un escándalo en la presentación —dicho esto, Matteo dio un cuarto de vuelta y siguió patinando.
      Luna se había ido apenas había visto que Emilia le agarraba la mano.
Fue hacia el bar con cara de enojo. Nina se mostraba confundida al verla, cuando ella le había dicho que iría a ensayar con Matteo en la pista, pero ahí estaba, sentándose nuevamente.
—¿Qué pasó? ¿No van a ensayar?
       De pronto apareció Emilia y las chicas la vieron.
—¿Es por Emilia? ¿Estaba con él en la pista?
—Él puede estar con quien quiera. El chico fresa puede hacer lo quiera con quien quiera.
—Luna, no me mientas —le dijo de una Nina—. El chico fresa te sigue importando, ¿cierto?
     Matteo se puso al lado de su mesa y le dijo a Luna:
—Te estoy esperando para el ensayo.
—No parecía.
      Nina se quería hacer chiquitita.
—Otra vez esa cara, chica gruñona.
—Termínala con eso, Matteo. Ahora voy.
—¿Seguro? ¿Estás bien?
—Estoy bien. Ya voy a la pista y ensayamos.
    Luna tenía que reconocer que Matteo ya no era su novio y que él podía hacer lo que quisiera. Sus ojos se le llenaron de lágrimas y no pudo hacer nada para ocultarlo.
—Luna… Si todavía lo querés…
—Ya, Nina —dijo Luna, secándose la cara de las lágrimas que habían caído. Se puso de pie, le dijo a Nina que después se veían y fue hacia la pista.
       En las prácticas, ni Luna ni Matteo reconocía al otro los celos que sentía uno por Simón y la otra, por Emilia.
Lo que realmente había cambiado la actitud de Luna fue que después de aquel ensayo en la pista, Matteo había llevado un espejo y se lo había puesto enfrente de la cara en el momento en que Luna lo había mirado. Luna terminó riendo al ver su cara. Hasta admitió, aunque solo a sí misma, que sí ponía esa cara de la que Matteo le había hablado, pero no tan exagerada. Así que, desde ese momento, disfrutaron los ensayos con el otro, olvidándose de todo lo malo.

Llegó el día de la presentación. Los carteles ya habían sido guardados en el camerino y la guitarra de Simón también. Estaban empezando a pensar y a desear que Emilia y Ámbar no aparecieran porque eso arruinaría todo. No entendían por qué no habían pensado en cómo prepararían todo si ellas estaban allí, por lo que pensaban ir mucho antes de abrir para prepararlo.
—Tío, ¿entonces vas a venir, cierto? —Nico hablaba por celular con Gary para que llegara al Red Sharks al momento del evento. Para dejar tranquilos a sus amigos, que lo miraban todos expectantes, los miró y les mostró el pulgar, con una sonrisa. Casi gritaron de alivio.
—Ay, los chicos están muy contentos, me da una lástima —le dijo Ámbar a Emilia con una voz falsa de pena y la mano en el pecho. Ambas acababan de entrar al sitio y los habían visto. Los chicos lo único que habían llegado a hacer fue ponerse a limpiar el lugar y preparar la batería en la pista. Fue entonces que llegaron Ámbar y Emilia y empezaron a preocuparse. Pero las chicas parecían tranquilas y solo se sentaron a una de las mesas a tomar licuado de banana (bueno, Ámbar después de oscilar entre varias opciones).
      Cuando Ámbar y Emilia habían llegado, la Roller Band conversaba y habían escuchado sobre unos carteles que los chicos escondieron en el camerino. Los chicos habían creído que habían podido parar la charla a tiempo cuando ellas entraron, pero no había sido tan así.
      Mientras tomaban el licuado, Ámbar y Emilia hablaban sobre el evento y su paso a continuación.

Red Sharks vs. Jam & RollerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora