Capítulo 17

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17
       Jazmín corrió hacia Pedro y Nico, que estaban hablando sobre una película de acción que habían estrenado. Los chicos conversaban hasta que sintieron a alguien frente a ellos y confundidos miraron y vieron a Jazmín enfocándolos con la tablet.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Pedro.
—Grabándolos para el documental.
—Pero no estamos haciendo música. Y falta Simón —dijo Nico.
—No importa. Es para que todos los conozcan en su vida diaria. ¿Quién no quiere conocer un poco más a sus ídolos?
—No sé si aceptar eso —comentó Pedro, serio.
—Además, estamos en el Red. Mi tío te ve grabando, y no le va a gustar.
—Ni hablar que estás grabando la Roller Band —expresó Pedro con disgusto.
     Jazmín se desinfló.
—Sí, tienen razón —dijo la chica, bajando la tablet.
—Ay, no se va a dar cuenta. Déjenme que les pregunte algo para los seguidores. —Y volvió a enfocarlos con la tablet. Pedro rodó los ojos.
Nico rio.
—De acuerdo. Podés hacernos una pequeña entrevista.
—Primero, una de las preguntas más importantes —dijo Jazmín. —Una pregunta que quiero —Se dio cuenta de lo que dijo o se le escapó y se corrigió—... Quieren saber todos… ¿Tienen novia? ¿Volvieron con su ex?
      Nico y Pedro se miraron confundidos, Nico, con el entrecejo fruncido.
—¿Eso qué tiene que ver…? —empezó a preguntar Nico.
—Nico, yo quiero saber… Tus fans quieren saber todo.
—No sería Luna si no tiene algún plan nefasto en su cabeza siempre —dijo la rubia en voz alta, pero más para sí que para que Emilia escuchara. —Pero no voy a permitirlo. ¿Tienen que inscribirse en la misma competencia que nosotros? Estoy harta de que tenga que meterse en todo lo que tengo —espetó Ámbar—. Ahora entiendo por qué Nina patinaba. ¿Realmente piensa estar en el equipo?
      Gary cortó la charla de las mujeres con un silbido para volver al ensayo.
Habían empezado a prepararse para la primera competencia, mirando la escena de la película por internet, viendo qué pasos hacer, y qué pasos agregar, porque no tenía mucha coreografía. Además tenían que ver cómo hacían con Emilia, Matteo y Ramiro.
      En el parque el chico miraba muy interesado a Luna y a Nina, que intentaba hacer alguna vuelta. Solo lo logró unas dos, tres veces, en las demás se caía.
      Ninguna de las dos se daba cuenta de que el chico las observaba. Nina dio una vuelta mal y cayó, y se lastimó un poco el pie. Se quejó y Luna se acercó a ayudarla.
—¿Estás bien?
—Sí, sí, ya está. No pasó nada. Tengo las protecciones. Caí mal con el pie, pero ya se me va a pasar. —Nina se quedó ahí sentada.
       El chico se acercó inmediatamente a ellas al ver que Nina no se levantaba. El chico tenía pelo negro y ojos celestes. Parecía un poco más grande que ellas.
—Hola. ¿Estás bien? —le preguntó.
—Hola —dijeron Luna y Nina al mismo tiempo.
—Sí, estoy bien, solo quiero descansar un poco —respondió Nina.
—Oye, te vimos patinar —habló Luna.
—Yo también las vi.
      Nina se puso roja de la vergüenza al saber que alguien la había visto hacer el ridículo.
—¿Y por qué patinas? ¿Solo por diversión o qué? —se interesó Luna.
—Estoy en un equipo —dijo el ojiazul—. Se acerca una competencia.
—¿Conoces el Jam, el Red Sharks?
—¿Red Sharks? Sí —contestó él, pero quedó callado abruptamente. Nadie habló hasta que el chico siguió—: ¿Ustedes son del equipo del Red Sharks? —preguntó con algo de urgencia.
—No, no, nosotras no estamos en ese equipo.
      Gastón se acercaba con Yam, Delfi, Jim y Jazmín, con quienes se encontró cuando estaban yendo hacia allá. Llegaron cuando el chico se acercaba a Nina mostrándole una mano y le preguntaba si la ayudaba a levantarse.
—Sí, tranquilo, yo la ayudo. Soy su novio.
—¡Está bien! Los dejo. Adiós. —Y el chico no esperó a que lo saludaran de vuelta y patinó para salir de ahí. Yam, Delfi, Jazmín y Jim lo miraron confundidas.
—¿Quién era él? —preguntó Jim, que lo miraba todavía.
Gastón ayudó a Nina a ponerse de pie y luego Nina contestó:
—No sabemos. Lo vimos patinar y después se acercó a preguntarme si estaba bien porque me caí.
—¿Y estás bien? —preguntó Gastón preocupado.
—Sí, no te preocupes.
—Bueno, Luna, ¿podés explicar lo del equipo? —preguntó Delfi.
—Sí, no entendemos nada —secundó Yam.
      En el Red…
—Aquí termina el ensayo. Mañana a la misma hora.
Ya habían dejado de ensayar, en esas horas habían podido avanzar. Matteo, Emilia y Ámbar estuvieron bastante desconcentrados después del receso, lo que hizo que recibieran uno que otro reto de Juliana y Gary, como en las pocas veces en las que se ponían de acuerdo.
      Simón se fijaba el celular cuando volvía a la cafetería después de cambiarse el uniforme y sacarse los patines. Matteo lo vio y se acercó a él.
—¿Te enteraste? Luna y los demás hicieron un equipo. Se escribieron en la competencia como Jam & Roller —le dijo Matteo.
—Sí, me enteré. Luna me contó todo en un mensaje —dicho esto, ambos miraron hacia Emilia y Ámbar, que hablaban en una mesa cercana al escenario, mientras la banda del Red tocaba una canción. —¿Estás dudando de seguir en los Red Sharks?
—Simón ya debe saber esto —decía Ámbar mientras la banda dejaba de tocar y Benicio terminaba en el suelo cerca de donde estaban las chicas.
—¿Solo Simón? —preguntó Emilia, mirando de reojo a Matteo.
—Simón, Simón, Simón —habló Benicio con furia cada vez.
—Pero Matteo, Simón y Ramiro ya tienen un equipo. ¿No deben estar pensando en ir al equipo de esa chiquilla, o sí? —preguntó Emilia.
—Son tan capaces de ir tras Lunita... —espetó Ámbar con furia. Se puso de pie y anunció que se iba a la mansión, a ver si pensaba con más claridad. Emilia salió con ella.
      Ámbar entró a su cuarto con brusquedad. Haber descubierto lo que Luna había hecho, le hacía hervir de rabia. ¿Por qué tenía que inscribirse a la misma competencia del equipo del Red? Y no solo eso, Simón, Matteo y Ramiro tal vez estarían pensando pasarse a su equipo. Todo por Lunita. Aunque ¿debía preocuparse? El equipo de Lunita ni entrenadora debía tener, además llegaba siempre tarde a los entrenamientos, le faltaba talento, era evidente quienes eran los ganadores.
      Resopló y se corrió un mechón de pelo que le había caído en medio de la cara y se apresuró a sentarse sobre su cama con brusquedad. Miró hacia la almohada al notar algo raro y que le había llamado la atención. Había un paquetito en papel de regalo con una nota pegada. Lo agarró y leyó:

Felicitaciones, Ámbar, mi nietita hermosa, por estar en el equipo.
Te quiere, Alfredo.

       Ámbar intentó retener las lágrimas que pugnaban por salir. Sentía una sensación inexplicable. Abrió el paquetito y vio que se trataba de una cadenita con el dije de un patín negro en una mitad, casi como los que usaba ella ahora, pero en la otra mitad estaba la réplica del patín de la otra Ámbar Smith.
      El equipo del Red Sharks había empezado a entrenar con todo para la competencia de bienvenida. Nina y Luna también, aunque la Competencia Nacional en la que se habían inscrito todavía no empezaba.
Gastón y Luna la habían podido convencer a Nina para que estuviera en el equipo. Luna le prometía que no le harían hacer cosas tan difíciles. Ella y Gastón ayudaban a Nina a avanzar con los patines. Finalmente, no lo hacía tan mal. A veces solo le daba vergüenza patinar delante de mucha gente (esperaban que eso no fuera un problema en la competencia), y que no supiera lo hacía peor. Pero como entrenaban en el parque y no en la pista, el par de ojos se reducía considerablemente.
      Nina estaba yendo de aquí para allá, bastante entusiasmada porque solo se había caído una vez en media hora. Se había reducido mucho el número de caídas, avanzaba. Gastón no la dejaba de mirar embobado, los ojos brillantes, sonriendo. Era una sonrisa entre alegre y triste, como que no se decidía. Nina se dio cuenta.
—¿Por qué me mirás así? —le preguntó ella, sentándose al lado de él.
—Me encanta que te hayas decidido patinar y estar en el equipo. Se nota que te gusta mucho. Quisiera poder verte en las competencias. —Esperaba no estar en Oxford cuando empezaran.
      El día estaba algo nublado y había un poquito de viento.
—Es hora de que patines en la pista.
—¿Qué? —se aterró Nina.
Gastón se puso de pie.
—En la pista hay muchas personas.
—En las competencias también. Estás patinando muy bien, Nina. No hay nada que temer.
      Ámbar no veía ningún indicio de que los chicos fueran a dejar el equipo, entrenaban como siempre, pero no quería confiarse. Matteo estaba seriamente pensando en cambiarse al equipo de Luna después de esta competencia; Ramiro, que se había enterado por Yam, que parecía tener la esperanza de que el chico fuera a su equipo, estaba pensando que pasarse no era una buena idea; y Simón se sentía tironeado entre su mejor amiga y el compromiso con los Red Sharks, y a la vez la rubia también se le cruzaba por la mente.
El ensayo entonces se cortó y después de lavarse un poco, Ámbar y Emilia volvieron a la pista, a la vez que Benicio también, en el descanso de la banda.
—¿Siguen preocupadas por el equipo? Yo ya hubiera tomado medidas. —Les dijo Benicio.
—¿Cómo cuáles? —respondió Emilia—. ¿Alguna idea mejor que romper algo?
     Emilia y Ámbar se miraron y rieron apenas.
—No sé, pero deberían estar pensando en algo —respondió el chico.
     Emilia entonces vio algo detrás de Ámbar y señaló con su mentón para que su amiga viera. Dio media vuelta y vio a Nina entrando a la pista, patinando. Llevaba todas las protecciones y miraba hacia bajo. Ámbar rio sin poder creer que ella estuviera en el equipo. Se le ocurrió algo y miró a Emilia.
—Ese equipo no va llegar ningún lado. Nina —Nina escuchó su nombre, frenó y  levantó la cabeza para escuchar— patina unos centímetros y se cae, no es competencia para nosotros. Todos se reirán de ella, pobrecita. —Ámbar dijo todo eso sonriendo con suficiencia. Benicio y Emilia sonrieron, como indicándole que Nina había estado escuchando todo y que ya se había ido con la cabeza gacha.
—Ahora a encargarse de Matteo, Ramiro y Simón. Matteo me espera.
Emilia se acercó a él, Ámbar miró en dirección de Simón, que entraba a la pista. Fue hacia él.
     Benicio miró enojado.
—Simón.
Simón tuvo que frenar al ponerse la chica enfrente.
—¿Estás pensando en unirte al equipo de Luna? —Fue una pregunta, pero en realidad estaba convencida de que era así. —Lunita no se puede enojar porque estás en el equipo de los Red Sharks. Te eligieron a vos, no a ella, tiene que aprender a perder en algún momento. No sé si el Red permitirá dos grupos para competir. Simon, esta es tu oportunidad. ¿La vas a perder por Luna?
—Luna es mi amiga —aclaró el chico—. Todavía lo estoy pensando.
—Y los Red Sharks es tu equipo. Luna hace un equipo nuevo y vos vas volando porque es Lunita.
—¿Qué estás diciendo? Una amiga es más importante  que cualquier otra cosa.
“Es más importante Lunita para vos que cualquier otra cosa. Pero si se referiere a mí, no pensás eso”, pensó Ámbar.
—Simón, tenés un compromiso con los Red Sharks —Ámbar quería que tuviera las cosas claras.
—Todavía no decido nada —comentó Simón.
      Ámbar se acercó más a Simón, hasta estar a un palmo de distancia.
—¿No te quedarías por mí? —Al preguntar eso bajó un poco la voz. No quería que Benicio escuchara. Estaba cerca y los miraba atentamente, con los brazos cruzados, tratando de no perderse ningún movimiento o conversación.
—Tal vez podría ser al revés —contestó el chico.
     La cercanía con la rubia lo estaba matando.
—¿Qué querés decir?
—No eres nadie para decirme que no puedo pasarme al equipo de Luna si quiero.
—¿Equipo de Luna? ¿El equipo de los perdedores? Pero si son un grupo de payasos.
—Son mis amigos.
—No lo haces por ellos, solo lo haces por esa chiquilla. Piénsalo bien, Matteo. Los Red Sharks somos un equipo triunfador, apenas comenzamos y ya nos reconoce todo el mundo. Y yo no te haría sufrir. Me gustas, Matteo. Solo tienes que conocerme un poco más.
—Con lo que te conozco ahora alcanza.
—Todo lo que hago es para estar cerca de ti. ¿Qué hace Luna?
—No sabes nada.
     Gary los volvió a llamar para seguir unos minutos más y todos fueron a ponerse en el centro, donde los esperaban Gary y Juliana, acompañados de unas seis personas.
    Ámbar y Emilia se pusieron una al lado de la otra y se miraron serias, de reojo. Eso quería decir que su charla con los chicos no había funcionado. Y todavía faltaba hablar con Ramiro.
     Gary empezó a presentarles a los que serían extras en la coreografía o escena reversionada. Otros equipos también habían solicitado extras al evento.
      Emilia se acercó a Ramiro y, mientras Juliana daba indicaciones, le dijo en un susurro, sin dejar de mirar a la entrenadora:
—¿Vas a pasarte al equipo de Luna? Recuerda quienes somos los ganadores aquí.
     Gastón y Luna estaban por ir a la pista donde estaría Nina patinando pero la encontraron saliendo de la zona de los lockers hacia el bar, en zapatillas, y sin los protectores puestos.
—Ey, Nina, ¿qué pasó?
Nina tenía cara de que sentía vergüenza.
—Luna no puedo. No voy a estar en el equipo, perdón.
—¿Por qué? —preguntó Gastón, confundido.
—Te había convencido, Nina, ¿qué pasó? —quiso saber Luna.
—Soy un desastre patinando, Luna. Todavía no estoy lista.
—Ay, Nina.
      En aquel momento, a Luna le llegaba un notificación desde su celular. Era un email de los organizadores de la Competencia Nacional y lo abrió enseguida. Decía:

Estimado equipo Jam & Roller:
Le adjuntamos la solicitud de inscripción a la competencia que deben imprimir, completar y entregar personalmente en nuestra institución.
Muchas gracias por su atención.

Luna descargó la solicitud y leyó:

Nombre de la institución, club o dependencia de la que depende el equipo.
Sello de validación del sitio.
Sello de validación del equipo.
Firma de la entrenadora.
Firma del socio o dueño.

Luna sintió que el mundo se le derrumbaba.














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