Capítulo 26

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26
       Yam estaba sentada en su cama con las piernas cruzadas, y unas lágrimas caían a su rostro. Sabía que Ramiro quería remontar su carrera con el patín, pero le dolía que se fuera a otro equipo, a un equipo que además tenía unos miembros de los que no se podían confiar. Esta vez tenía la oportunidad de elegir, y eligió el equipo que peor le convenía.
       También sabía cómo era Ramiro y de qué parte estaba, ¿eso iba a cambiar porque estuviera en los Red Sharks?

       Pero claro que no. Ramiro no era malo, solo estaba eligiendo lo que creía mejor para él. Pero Yam tampoco quería que se equivocara y eligiera mal, porque podría llegar a sufrir.
De pronto sonó el timbre, y al segundo su madre le comunicaba que sus amigos habían ido a buscarla.
—¿Qué haces así? —preguntó Nina al verla en pijama.
—No voy a ir a la cita triple, chicos. Perdonen. Ramiro y yo no estamos bien. Y… debe estar enojado conmigo.
—Él te quiere, estoy segura que se van a arreglar —le dijo Nina.
—Qué lástima —dijo Delfi.
—Diviértanse.
Los chicos se miraron.
—¿Estás segura? —preguntó Delfi.
—¿No querés hablar con él?
—Si cambian de opinión, vamos a estar en este lugar —dijo Pedro, dándole la tarjeta de un bar.
Yam pensaba todavía en lo que significaba para Ramiro llegar lejos con los patines. Era su sueño más preciado: patinar y que fuera uno de los más grandes.
      Los chicos la saludaron y estaban por irse.
—¡Esperen!
      Juliana decidió ponerse un vestido esta vez. Era de tiritas, hasta las rodillas y rojo. Sabía que no tenía por qué vestirse así para una salida con Gary, y menos sabiendo que era una reunión de negocios, pero quería. Cuando abrió la puerta al escuchar el timbre y Gary la vio así, toda arreglada, maquillada (rimel, un poco de rubor, delineado y los labios rojos), una colita alta y prolija y el vestido, se sacó los anteojos mientras no la dejaba de mirar.
—¿Vamos? —preguntó Juliana para quitar esa extraña mirada de Gary en ella.
      Mientras, en el comedor de la mansión.
—¿Y qué papel cumplo en el cuento de la familia feliz? —preguntó Ámbar, cruzándose de brazos.
—Sos de la familia vos también —le dijo Alfredo.
—Vamos al cuarto —repitió Ámbar.
—Ya les llevo —dijo Mónica, porque insistir hubiera sido en vano.
Simón no decía nada, pero no quería se fuera.
       Antes de sentarse a comer, Nico le dijo a Jazmín que primero cerraría el portón, que lo esperara. Jazmín estaba en otra, buscaba su cartera, no la tenía.
       Nico fue a la barra pero no vio su mochila ni las llaves. Miró asustado a Jazmín, ceñudo. Se habían distraído preparando la comida y les habían robado casi todo, salvo la cartera y la tablet de Jazmín. El celular de la chica no se había salvado.
        Nico corrió hacia el portón para salir a la calle, la puerta no abría. Estaban encerrados. Nico aporreó la puerta, pero ni caso. Jazmín corrió hacia él.
—¿Qué pasó?
—Estamos encerrados. No podemos hacer nada. Yo no tengo celular.
—Yo tampoco. Fue Maia.
—Había otros chicos, no fue la única que se fue tarde.
Jazmín lo miró como disgustada.
—¿Viste cómo se viste? Se ve claramente que es mala persona.
—La ropa no tiene nada que ver, Jazmín.
—¿Por qué la defendés?
—¿Por qué la acusas? ¿No te cae bien?
—La seguís defendiendo, Nico.
Nico se la quedó mirando y luego:
—¿Estás celosa? —preguntó confundido.
—Ella debe estar celosa de mí. Sé combinar la ropa mejor que ella. Tengo mejor sentido de la moda.
Gracias a Dios respondió eso porque Nico no sabía qué iría a hacer si le decía que sí.
—Bueno, llamaré a mi tío desde el teléfono fijo.
         Fue en vano también porque después de marcar dos números, no se acordaba el resto. Nico se sintió algo desanimado.
—¿Comemos? —solo dijo.
         Gary llevó a Juliana a un bar donde hacían shows de tango y hasta podían bailar. Ella quedó con la boca abierta al ver a donde la había llevado. Lo miró, él la miró a ella y sonrió. Unas de las pocas veces que lo había visto sonreír en serio.
        Ella le había respondido que le encantaba el tango cuando le había preguntado qué música le gustaba.
—¿Algo qué decir? —preguntó Gary, que notaba que la mujer se había quedado sin palabras—. ¿No te gusta?
        Juliana dejó de mirar a través de la ventanilla del auto y miró al hombre.
—Me encanta —le dijo.
—Me imaginé que te gustaría. Vamos. —Gary se desabrochó el cinturón de seguridad y salió del auto. Juliana lo imitó.
       Yam bajó del taxi en el que viajaba con Pedro y Delfi y se acercó a la puerta de la casa de Ramiro. Pero tardó en tocar el timbre. No dejaba de agitarse y mirar hacia sus amigos. Finalmente, decidió tocar el timbre unos segundos después.
      Abrió Ramiro porque tuvo que decir que era ella en el intercomunicador.
       Ramiro se sorprendió al ver a Yam ahí frente a su puerta vestida elegantemente hermosa, con shorts y chaqueta.
—Hola —saludó Yam.
—Hola —respondió Ramiro.
—Te extraño. Me costó entenderte, Ramiro. Sé que querés llegar a ser un reconocido patinador y vas a tener la oportunidad con esta visibilidad. Si querés quedarte en los Red Sharks, yo te apoyo.
       Ramiro la miró serio unos segundos y luego le sonrió.
—¿En serio piensas eso?
Yam le tomó la mano y se la apretó fuerte.
—Tenés que hacer tu camino. Y sé que no harías nada para perjudicar ni al Jam & Roller ni a tus amigos.
Ramiro volvió a sonreír.
—¿Por qué estás vestida así? —le preguntó Ramiro de repente.
—¿No querés estar en una triple cita por San Valentín? —preguntó entonces Yam. —¿Querés ser mi pareja?
       Ramiro soltó una risa, y luego la agarró de la cintura, tiró de ella hacia él y la besó, mientras ella lo rodeaba con los brazos. Cómo se habían extrañado.
      El taxi hizo sonar la bocina. Yam y Ramiro se separaron y se rieron.
—Creo que debemos apurarnos.
       Jazmín y Nico comían en silencio, mirándose de vez en cuando. Nico creía que si veía aquello desde afuera, le habría parecido lo más extraño del mundo. ¿Qué hacía comiendo con Jazmín? ¿Cómo llegó a esa situación?
Matteo estaba acostado en su cama. Recordaba la promesa que le había hecho a Luna, y lo que ella le había dicho sobre el anillo. Extrañaba a la chica y recordaba además todos los momentos lindos que había vivido con ella. No estaban juntos, y ella parecía que no quería volver con él, pero su actitud al verlo con Emilia o que le dijera que había guardado el anillo, le daba esperanzas. Algo tenía que hacer.
      Nico y Jazmín terminaron de comer, y después de lavarse en el baño, se quedaron uno frente al otro ante una mesa, sin saber que hacer, hasta que…
—Ya que estamos acá —Jazmín se puso de pie con su tablet en la mano y corrió al escenario—… Y no hay nadie en el escenario…
—Jazmín, ¿qué vas a hacer?
        Jazmín estaba entusiasmada con una sonrisa ancha que mostraba todos sus dientes, y empezó a buscar algo en su tablet.
      Nico se la quedó mirando confundido pero expectante.
—Quiero practicar una canción para el Open. Tengo la pista por acá… Estuve preparando una canción de Riva, y se llama Crush. Te la voy a cantar —le dijo, y luego le guiñó un ojo. Encontró la canción y subió el volumen.

Fue tan fuerte tu mirada inesperada
Yo no entendía nada, no esperaba
Fue el impulso que llenó mis latidos
Questo sentimento divino

     Nico la miraba cantar y bailar, y sonreía, bailaba él también y aplaudía.

Todo comenzó cuando yo vi
Tu mirada fija en mí
No pensé que fuera así
Sentir este crush crush crush por ti
Por ti por ti
Este crush crush crush por ti
Por ti por ti
No pensé que fuera así
Así, así, así
Este crush crush crush por ti
Por ti por ti
Este crush crush crush

      Se puso de pie y siguió aplaudiendo y bailando de esa manera.

Hoy me enteré que sabías tú de mí
Y no puedo ver que debo hacer
Si atreverme o dejarte ir
Y hoy ya no se como calmar esta emoción
Que vuelve a despertar sin disimular
Te tengo tan cerca y no te das cuenta

Todo comenzó cuando yo vi
Tu mirada fija en mí
No pensé que fuera así
Sentir este crush crush crush por ti
Por ti por ti
Este crush crush crush por ti
Por ti por ti
No pense que fuera asi
Asi, asi, asi
Este crush crush  por ti
Por ti por ti
Este crush crush crush

      Jazmín terminó de cantar y Nico le aplaudió con fuerza.

      Jim estaba cantando e inventando unos pasos para una canción original de la banda cuando recibió un mensaje en WhatsApp. Inmediatamente, supo que se trataba de Diego. Ella le había mando un mensaje antes con un saludo y él le respondió un “¿Cómo estás? ¿No salís?”.
No, ¿y tú? ¿No estás con tu novia?
No tengo novia.
Jim sonrió ampliamente al leer ese mensaje.
Qué hacías?
Estaba practicando una coreografía para una canción de la banda en la que estoy
Puedo ver? Me mandás un video?
En serio querés ver?

      Nina, Yam y Delfi se sentaron a un lado de la mesa del restaurante, mientras que Gastón, Ramiro y Pedro enfrente de su pareja. Hablaron entonces del equipo y de la mini competencia que tenían que hacer.
—Delfi dijo que no quería estar en el equipo —habló Yam—. Yo creo que tampoco.
—¿Cómo que no vas a estar en el equipo, Delfi? —preguntó Pedro, soltando los cubiertos.
—Siento que la banda ya me saca tiempo y no nos hemos visto mucho últimamente.
—¿No sabés si estar en el equipo del Jam & Roller por mí? No dejes de hacer nada por mí.
—Pero, Pedro, no nos vemos nunca. Con las chicas estamos a ful con la banda y, si me sumo al equipo, no me va a quedar tiempo y vos estás con el trabajo en el Red…
—Yo no me voy a ir a ningún lado.
       Gastón, al escucharlos, creyó que él también tendría que tomar sacrificios por amor. Dolido, bajó la mirada a su comida y comió en silencio. Nina se dio cuenta.
—Gastón, ¿estás bien? —le susurró.
Gastón le sonrió.
—Todo bien, Nina, todo bien.
—A mí no me gustaría competir con vos, Ramiro —reveló Yam.
—Esto no tiene nada que ver con nosotros —dijo el chico.
       Simón, mientras comían todos en el comedor, sentía que algo faltaba. Ámbar debería estar ahí.
—¿Ámbar no come con ustedes entonces? —preguntó.
—Nunca. Intentamos varias veces que se una, pero no hay caso —habló Alfredo.
       Simón y Luna se miraron cómplices.
—¡Y ahora con ustedes —empezó a presentar Jazmín, haciendo como que la mano era un micrófono—...con su nueva canción: No llores, bonita… Nico!
       Nico agarró una guitarra al subir al escenario, Jazmín dio una saltitos y aplausos entusiasmados y bajó. Nico empezó a tocar y a cantar la canción que había escrito pensando en Jazmín. La cantó sin dejar de mirar a la chica, que lo grababa con la tablet, sonriendo y moviéndose un poco. Al terminar, el chico dejó la guitarra y Jazmín empezó a aplaudirle. Nico hizo algunas reverencias.
       En el restaurante, Gary y Juliana comían mientras en el escenario bailaba una pareja.
—¿No extrañás patinar? —le preguntó Gary de pronto a Juliana mientras comían.
       Juliana lo miró, y él esperaba que le respondiera sin sacarle los ojos de encima.
—¿Por qué esa pregunta?
—Sos una patinadora profesional, patinaste mucho tiempo, desde niña, tenés una fama creada, quiero saber por qué no patinas. Me interesa saberlo.
      Juliana pensó en ese instante el por qué Gary la había mantenido como entrenadora: por su fama. Solo por eso. Ahora lo entendía.
—¿Es tan importante? No me interesa la fama.
—No estoy preguntando eso. Pregunto por qué no patinás.
—No sé, hace poco necesitaba usar bastón.
—Ahora no usas bastón.
        El corazón de Juliana empezó a acelerarse.
—¿Tenés miedo?
—No.
—¿No me vas a decir nada?
—Veo que a vos sí te importa la fama.
—Me importa que las cosas me salgan bien, y como yo quiero.
        Luna, Mónica, Miguel, Alfredo y Simón habían terminado de comer. Simón alagó la comida de Mónica y luego dijo que iría al baño.
       Subió las escaleras pero enfiló directo hacia el cuarto de Ámbar. Se paró frente a la puerta y vio aquella “A” en grafiti negro y pasó la mano por encima. ¿Qué estaría sintiendo Ámbar para que hiciera todo ese cambio? De pronto se abrió la puerta y Simón quedó con la mano alzada viendo a Emilia, que lo miró alzando una ceja.

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