Capítulo 32

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       Nico, Pedro y Simón llegaron al loft después del trabajo. En todo ese tiempo vieron a Nico cabizbajo, sin hablar con nadie. Después del beso que se dio con Jazmín, Nico y ella no se acercaron para nada. Es más, a Jazmín no se la vio muy seguido en el bar.
—Ahora sí vamos a hablar —dijo Pedro.
      Pedro y Simón se dieron vuelta a mirar a Nico y se lo quedaron mirando fijamente.
—¿Qué pasa?
—¿Qué pasa con Jazmín? —preguntó Simón.
—Se besaron —agregó Pedro.
—¡Ey! ¿Cómo saben eso?
—Los vimos —rio Simón.
      Pedro también rio, pero después se dieron cuenta de que Nico estaba raro, y dejaron de reír inmediatamente.
—¿Pasa algo? ¿No te gustó el beso? —Pedro quería volver a reír.
—El beso me encantó. ¿Contentos?
—Esaaa —festejaron Simón y Pedro, pero Nico seguía serio.
—Pero ella solo me besó por una apuesta.
—¿Qué? —preguntaron Pedro y Simón. La risa se les había evaporado. Nico fue a sentarse al sillón.
—No importa, pero ¿no la notaron extraña después? No apareció en el bar casi. Y antes la vi hablando con Benicio, solos en el camerino.
     Simón y Pedro se miraron con las cejas arqueadas y lo siguieron para sentarse con él.
—¿Con Benicio? —cuestionó Simón.
—Eso no es nada bueno —agregó Pedro.
—Tengo que hablar con ella —continuó Nico—. Pero no quiere hablar. Se escapa de mí.
—Mañana volvé a intentarlo —le aconsejó Pedro.
      Al día siguiente, comenzaban los entrenamientos. Primero, entrenaban los Red Sharks y luego el Jam & Roller. Emilia entraba al Red buscando a Ámbar o a Benicio. Los instrumentos de la banda estaban en el escenario, pero faltaban los miembros. De pronto, le empezó a sonar el celular y vio que le había llegado un mensaje de Benicio.
      “En quince minutos te espero en la pista”
     Decidió pedirse un jugo para pasar el tiempo, y a los quince minutos, como había pedido Benicio, se fue a la pista. En el camino trató de no mirar a Luna y Matteo, que estaban sentados juntos a una mesa, dándose besos de vez cuando, hablando y riendo.
     Emilia llegó a la pista con los patines puestos (en un rato empezaba los entrenamientos) y miró alrededor, por el lado del público, pero no vio a Benicio por ningún lado.
—¿Dónde estás buscando?
      Emilia miraba simplemente a la zona del público o detrás de la baranda, no dentro de la pista, en la que había unas cinco personas patinando. Volteó a mirar hacia la voz y vio a Benicio con un casco, rodilleras y coderas puestas, como también con patines.
      Benicio la miraba con los brazos en jarra, casi desafiante.
—¿Quieres demostrarme a mí que sabes patinar? —preguntó Emilia algo incrédula.
—¿Por qué no? —cuestionó Benicio.
—¿Tanto te destrozó que me haya reído de ti?
—Si te ríes de mí, lo pagas. Pero tú me caes bien.
       Emilia patinó hasta ponerse frente a frente con él, más cerca.
—¿Estás queriendo decir que quieres que yo piense bien de ti?
       Benicio se quedó sin saber qué responder, ella lo había puesto un poco nervioso. Emilia sonrió.
—Muéstrame lo que sabes.
      Gary entró a la pista. Había adelantado el horario de entrenamiento, pero ellos no se habían dado cuenta.
—Perfecto, ya están ustedes. —Mientras decía eso les hacía señas a los que estaban patinando para que dejaran la pista libre.
      Emilia y Benicio lo miraron. Emilia se puso al lado del chico.
—Adelanté el entrenamiento.
      Ámbar apareció en ese instante y se puso al otro lado de Benicio. Ramiro entró luego.
—¿Una reunión del equipo sin mí?
      Todos los miraron acercarse con los patines hasta ponerse al lado de Emilia.
—Es el horario de entrenamiento de los Red Sharks.
—¿Ya me echaron?
—¿Cómo, Ramiro? ¿No vas al equipo del Roller? —preguntó Ámbar, sorprendida.
—Elijo quedarme en este equipo —respondió el chico
—Hiciste muy bien, Ramiro —le dijo Ámbar acercándose a él y poniéndole la mano en su hombro.
—En los Red Sharks te van a llover oportunidades, vas a ver —le dijo Gary. — Y me gusta que quieran crecer. Se nota que tenés talento y vas directo a la meta.
—Vamos a ganar.
—Los Jam & Roller no tienen oportunidad —dijo Benicio.
        Ramiro lo miró con los labios apretados.
—Hasta tú lo piensas, Ramiro. No estarías aquí —le dijo Emilia.
        Ramiro no dijo nada, pero quedó avergonzado. Escucharlo de ellos lo hizo sentir que estaba haciendo mal.
      Benicio sonreía.
—Bueno, terminen con su charlita. A ver, Benicio, móstranos lo que podés hacer.
      Benicio miró a Emilia y ella a él. El nudo que Emilia sintió en el estómago al mirarlo hizo que le sonriera.
—¿Perdón? ¿Qué fue eso? —preguntó una confundida Ámbar.
       Emilia salió de su letargo y miró a Ámbar.
—¿Qué, Ámbar?
—Tu sonrisita a Benicio.
—Yo no le sonreí a Benicio.
—Bue —dijo Ámbar, revoleando los ojos. No era ciega.
        Los chicos se corrieron más a la baranda para dejar que Benicio tuviera más lugar en la pista. Se deslizaba con maestría, daba vueltas, Emilia lo miraba maravillada. En un momento, se acercó a ella y le tendió la mano. Emilia sabía que hacía eso para poner celosa a Ámbar y ya había visto que Matteo y Luna se habían congregado en la entrada para espiarlos. Le agarró la mano y ambos empezaron a patinar juntos. Sincronizaban y coordinaban a la perfección. No dejaban de mirarse, la conexión se sentía.
        Terminaron con Benicio agarrando a Emilia del brazo, atrayéndola hacia él mientras le ponía el brazo alrededor de sus hombros. Quedaron muy cerca mirándose a los ojos. El beso de la otra noche de pronto en sus mentes. Se alejaron rápido uno del otro y miraron hacia donde estaban todos.
       También estaba Juliana que había llegado unos segundos antes y miraba seria.
        Gary entonces la vio.
—¡Juliana!
—¿Benicio va a estar en el equipo?
—Sí. Lo vimos patinar todos. Lo hace muy bien. Y eso que empezó hace poco a intentarlo.
—Si empezó hace poco, ¿no creés que es muy arriesgado que esté? ¿Si tienen que hacer algún truco importante?
—Aprendo rápido —habló Benicio—. Soy capaz de hacer cualquier truco.
—Juliana, vos no tenés voto en esto del equipo.
      Juliana miró a Gary esperando que se pusiera de su parte, que entendiera.
—Aprendí rápido. Pero si no quieres que esté en el equipo, no es por mis habilidades… No estás siendo nada profesional, Juliana.
       Gary miraba a uno y a otro sin entender nada, hasta que Juliana estalló y se quedó mirándola.
—Ustedes dos rompieron el Patín de Cristal, un premio muy importante para mí.
—Te lo merecías.
—¿Por qué?
—A Ámbar y Benicio los necesitamos en el equipo —dijo Gary y Juliana lo miró furiosa y decepcionada—.Lo del Patín de Cristal podés olvidártelo cuando estés en la pista.
—¿Qué estás diciendo, Gary? —le espetó la mujer—. No importa el Patín de Cristal ahora. Su actitud es lo que importa. Puede afectar al equipo.
      Benicio rodó los ojos.
—Llega a hacer algo que no corresponde y no voy a dejar las cosas correr. Lo necesitamos en el equipo, Juliana.
       Juliana suspiró.
—Pero no puedo hacer nada. El que decide en los Red Sharks sos vos. —Así lo habían acordado en la reunión.
       Gary sonrió ampliamente.
—Qué bueno que al fin lo hayas entendido. Bueno, ahora a empezar con el entrenamiento.
     Nico miraba a cada rato la salida para ver si Jazmín llegaba al Red. Quería hablar con ella sobre Benicio, no le daba buena espina ese chico y tenía miedo por ella, tal vez Benicio la trató mal y quería estar seguro para después poder golpearlo.
        El entrenamiento de los Red Sharks había terminado y Benicio regresaba al escenario, en el que ya lo esperaban los otros miembros, a quienes saludo con un choque de manos.
        Jazmín entró al bar, Nico iba a acercarse, pero ella, sin mirarlo, fue directo hasta… Benicio.
         Benicio le hizo un gesto con la cabeza para que fueran al camerino y ella lo siguió. Nico no entendía nada. ¿Qué pasaba ahí? Se notó que Jazmín realmente había querido pasar el rato con Benicio. ¿O estaba pensando cualquier cosa?
      Maia se le acercó de pronto y le preguntó:
—Hacen linda pareja, ¿no?
      Nico la miró, ceñudo.
—¿Quiénes?
—Jazmín y Benicio.
—¿Pareja?
—Parece que sí.
    Al terminar de decir eso, se fue, sembrando las dudas y los celos en Nico.
     Yam y Jim estaban sentadas a una mesa, hablando de Diego. Jim seguía hablando con él por mensajes. Ramiro salió de la zona de los lockers y se acercó a su novia y a Jim.
—¿Cómo fue el entrenamiento? —preguntó Yam a Ramiro, después de saludarse.
—Bien. Se acerca el primer desafío, así que tenemos que estar al cien. ¿Querías hablar conmigo?
     Yam miró a Jim y esta entendió, se puso de pie y se fue. Ramiro se sentó en el lugar que Jim había dejado libre.
—Ayer no hablamos bien. Pero ¿por qué hiciste eso en el Open, Ramiro?
—¿Te enojaste?
—No, pero...
—Quería que todos te vieran brillar otra vez.
     Yam sonrió.
—Gracias, pero no hacía falta.
—Sí, hacía falta.
—Yo estoy en la banda con las chicas, Ramiro. Brillamos las tres o ninguna.
—Al final Jim y tú solo presentaron. ¿Y Delfi?
—Delfi se fue a último momento. Jazmín parecía estar mal.
    De pronto, Yam se quedó mirando fijamente hacia un chico que llegaba desde la entrada. Al principio intentaba recordar de dónde lo conocía y entonces se acordó. Se levantó y corriendo fue a donde estaba Jim. Ella estaba en la barra, tomando jugo y dándole la espalda al chico.
—¡Jim, Jim, Jim! ¡Mirá!
     Jim volteó para ver a Diego cerca del escenario, mirando alrededor un poco perdido. Se iba a acercar, pero entonces vio que miraba a una chica de pelo largo y anteojos, que se levantaba de una mesa y se dirigía hasta la pista. Nina.
—Eemmm —Yam no sabía qué decir.
—No digas nada —le dijo su amiga, triste.
—Nos toca entrenar, vamos a prepararnos —solo dijo Yam.
     Nina se sentó en la zona del público para ver el entrenamiento del Jam & Roller. Le había preguntado a Juliana si podía y ella le dio su consentimiento. Diego entró luego y antes de acercarse, la observó unos segundos.
     Se acercó entonces y se sentó al lado. Nina lo miró.
—¿Vos? ¿Diego?
—¿Nina?
—Hola.
—Hola. ¿Qué haces en el público? ¿Por qué no patinás?
    Nina largó una risita.
—No es mi fuerte.
—¿Pero te gusta? Para divertirte no hace falta que sea tu fuerte.
—Puede ser.
En ese momento, Matteo y Gastón entraban a la pista y los veían. Ambos frenaron. Gastón vio cómo Nina miraba, sonreía, reía y hablaba con ese chico.
—¿Quién es? —preguntó Matteo.
—Lo vi un par de veces.  
    Gastón solo tuvo que fijarse en la mirada de Nina para darse cuenta de que tenía que tomar una decisión importante cuanto antes.

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