Capítulo 36

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Mientras Nico llevaba un licuado a una chica, entró alguien al bar, mirando alrededor. La Roller Band se quedó de piedra al reconocer al productor y dueño de la discográfica más importante. El mismo que se había presentado en el Open. Los tres chicos se le acercaron lentamente, sin quitarle la mirada de encima.
—Buenas tardes. Disculpen, estoy buscando a Nicolás. El de la Roller Band.
    Los chicos se miraron entre sí.
—Sí, soy yo —dijo Nico—. Buenas tardes. ¿Qué necesita?
—Muchacho, te necesito a vos. Como solista. La vas a romper.

       El hombre lo llevó a un lugar tranquilo, lejos de Pedro y Simón, que lo miraban desconfiados.
—Te escuché cantar el otro día.
—A la banda.
—Pero veo que vos tenés potencial. ¿No te gustaría grabar un disco?
—Con la banda.
—Pero la banda no me interesa.
—Y a mí no me interesa si no es a toda la banda.
—Pensalo bien, tendrás un futuro prometedor. ¿A qué lugar llegaste con la banda?
—¿Usted habló con mi tío, no?
—Eso no lo piensa él solo, yo también. —El hombre suspiró y le puso la mano en el hombro—. Pénsalo, muchacho. Pero no mucho, no tengo tiempo que perder.
—No tengo que pensar nada. Ya lo decidí: no.
     El productor volvió a suspirar.
—Te dejo unos días para que lo pienses.
    Dio media vuelta y abandonó el lugar. Pedro y Simón miraban fijamente a Nico.
     El día del primer desafío había llegado, y los equipos empezaron a prepararse horas antes del evento. Nina estaba sentada en una de las mesas, cabizbaja. Esperaba a Gastón y recordaba lo poco que faltaba para que se fuera a Oxford. Deseaba que estuviera pensando mejor las cosas y no decidiera terminar con lo suyo.
        Diego entró al Red, iría a asistir a la competencia, habiendo pagado una entrada antes. Entonces, vio a Nina sentada sola y parecía triste, y se acercó a ella.
—Hola.
      Nina levantó la cabeza, lo vio y sonrió un poco.
—Hola.
—¿Me puedo sentar?
—Sí, sí, claro. —Nina se acomodó los anteojos mientras Diego se sentaba frente a ella.
      Jim entraba al Red con un bolso con sus cosas para la competencia y vio a Diego, que hablaba con Nina. Se quedó cerca y se los quedó mirando. Gastón apareció después, y al verlos, también se detuvo para observarlos.
—Veo que estás triste —le dijo Diego a Nina.
—Mi novio se va a Oxford.
—Si van a seguir juntos, eso es lo que importa, que estén juntos. Como me hablás de él, veo que tienen mucha confianza. Eso es lo importante. El amor y la confianza.
—¿Estamos lejos, pero juntos?
—Exacto. La distancia nunca es problema cuando se aman de verdad.
—¿Y si no quiere estar más conmigo?
—Es un tonto.
    Gastón pudo escuchar todo la conversación, y al oír que le decía “tonto”, apretó los labios y se acercó.
—… pero creo que debe estar pensando lo mismo. En el amor que te tiene.
    Gastón casi lo acribilla, pero cambió de opinión. Al llegar a la mesa, carraspeó. Jim siguió camino al camerino. Diego abandonó la mesa y fue a sentarse solo a otra.
     Jim terminó de vestirse con unos shorts y top y fue hasta la pista, que ya estaba casi lleno de gente. Ámbar y Emilia entraron al camerino a cambiarse. Se pusieron body negro y  short negro también. Como peinado, se hicieron una colita alta. En un momento, Emilia se quedó mirando a Ámbar mientras ella se maquillaba.
—¿Qué? —le preguntó la chica al verla desde el espejo.
—¿Estás dispuesta a ganar?
     Ámbar resopló, dejó el rímel en la mesa y se dio vuelta a mirarla.
—¿Qué es esa pregunta, Emilia? Obvio. Hay que ganar —respondió con exasperación.
—No parece. Estás distinta.
—Soy la misma de siempre.
—Tenías la esperanza de que Simón abandonara a los del Roller y se una uniera a los Red, ¿no?
     Sí, había tenido la esperanza, pensaba Ámbar, pero era un dato que Emilia no tenía por qué saber.
—Emilia, ¿a qué querés llegar?
—No puedes dejarte llevar por tus sentimientos. Tú no eres débil, ¿o sí?
    Ámbar la miró duramente.
    Ya estaban entrando a la pista todos los que habían comprado entradas y los participantes esperaban con su equipo a cada lado de la pista. Jim vio entrar a Diego. Sonrió y patinó hasta él.
—Hola.
    Diego la miró y sonrió. Pensó que se veía linda.
—Hola. ¿Y cómo estás?
—Nerviosa.
—Ustedes son muy buenos. No te olvidés de eso.
    Jim miró hacia los Red Sharks y suspiró.
—Ellos también.
—Confiá en vos.
     Ambos se sonrieron.
—Vi que estabas hablando con Nina.
—Está triste porque su novio se va lejos.
—Sí.
—Le dije que la distancia nunca iría a ser un problema cuando se aman de verdad. Estarán lejos, pero juntos.
—Le diste esperanza.
—Sin esperanza no podemos vivir.
    Jim miró entonces nuevamente en dirección de los Red Sharks, más, específicamente a Ramiro, quien se encontraba apoyado en la baranda, solo, apartado de Ámbar, Benicio y Emilia, que formaron un grupo. Diego la miró y vio a quién miraba.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Nada, estoy mirando a Ramiro —respondió como si nada.
—¿Quién? —cuestionó Diego. De pronto, su interior era confusión, porque ¿acaso se estaba poniendo celoso?
—Un amigo.
—¿Un amigo? ¿Y por qué está en los Red Sharks?
    Jim lo miró en ese momento.
—Cree que en ese equipo va a estar mejor. Fue su decisión. Pero no sé qué podría pasar con él si no llegan a ganar.
—Es que no van a ganar —dijo Diego, muy seguro.
     Más tarde, hicieron juntarse a ambos quipos en el centro de la pista, con Juliana y Gary. Gary empezó a presentar a los jueces elegidos por Vidia, tres patinadores profesionales. Los chicos los miraban admirados, porque eran muy reconocidos. Jazmín miró alrededor. Deseaba que apareciera Nico, pero no estaba. Apareció un minuto después, pero se quedó en la entrada. Él tenía que quédarse en el bar trabajando con Pedro. Verían la competencia en el televisor.
     Nico y Jazmín se miraron y el chico le alzó el pulgar. Se sonrieron.
     Ámbar y Simón se dirigieron las miradas. La de ella seria, la de él blanda, a los milisegundos ya estaba sonriéndole. Ámbar no aguantó mucho, y su semblante serio fue desapareciendo para ser reemplazado con una sonrisa. Simón no la hacía débil, como había le había dicho Emilia en el camerino en un momento, Simón era su debilidad, algo totalmente distinto.
   La competición empezó. El equipo del Jam & Roller fue el primero en presentarse. Como eran varios, habían decidido hacer varios trucos en pareja en la coreo, algo que restó puntos ante los jueces. Para ellos fue un “exceso de trucos”.  El equipo se miró disgustado y con ganas de matarse. Juliana pensaba que aquello no había sido justo.
    Emilia y Benicio sonreían ampliamente al escuchar eso. Ramiro y Ámbar miraban serios al otro equipo. Pero festejaron cuando recibieron unos cien puntos de ventaja sobre el puntaje de los del Roller. Faltaba el puntaje del público presente.
    Como solo podía votar el público presente, a medida que iban pasando y entregando la entrada, Pedro les había entregado a cada uno un número con una letra. Debían entrar a la página hecha exclusivamente para la competencia, crearse un perfil y entrar al link de “votos”. Luego de poner un número (del 1 al 10) para ambos equipos, también escribían el código que habían recibido y clikeaban en “votar”.
     Los jueces se tomaron el tiempo para contar los votos. Estuvieron esperando una media hora cuando uno de ellos dijo:
—Ya tenemos el ganador de este desafío. Con 650 votos en total. Y el otro, con 643 votos.
   Todos estaban con el corazón en la boca, aunque la diferencia no había sido mucha. Pero eso era lo que menos importaba, porque si perdían esas competencias, no iban a la Competencia Nacional.
—Y el equipo ganador de este desafío son los RED SHARKS. FELICITACIONES.

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2019 ⏰

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