Capítulo XXI: Siente el Fuego parte I

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JongUp conducía la motocicleta a toda velocidad. Su corazón no podía estar más contento. En unos minutos consumaría su perfecto plan. En unas horas estaría viajando a París junto a HimChan. En unos días todo esto quedará en el pasado y ellos dos podrán vivir libres su amor, sin ataduras del pasado, sin cargos de conciencia ni mucho menos obligaciones con los demás. JongUp sanaría heridas del corazón de su amado; esas heridas cuando los Park asesinaron a su hermana o cuando TaeSong lo alejó de SunHwa por que sí; él lo sabía todo. Mientras tanto HimChan sanaría las suyas, llenaría de amor y cariño tantos años de vacío y es que los dos vivirían una eterna luna de miel en la ciudad más romántica del mundo.

Sonreía porque al fin era libre, sonreía porque por vez primera algo le salía bien. No fue fácil pero cada segundo a lado de su adorado hyung lo valía.

Recordó cada episodio que lo llevó hasta ese momento. Cuando descubrió en el estudio del jefe Noir unos papeles, un informe policial para ser exactos que detallaba que hace 16 años en el peligroso barrio de Gangdong el señor Moon TaecYeon y la señora Moon Hana murieron en manos de la banda delincuencial denominada The Noir & The Rouge que estaba conformado por los clanes Kim y Bang, los más poderosos de Corea.

Recordó haber llorado esa noche. Odiaba a YongGuk, odiaba a DaeHyun pues ellos habían gozado de sus padres y del amor de estos, sin embargo era muy tarde para querer odiar a HimChan. Sentía algo por ese ser, aunque fuera un auténtico Kim este solo le había mostrado cariño, bondad, amor. Aunque lo intentó muchas veces era imposible ¡Lo amaba con todo su ser! Cuando él mismo le contó que perdió a su hermanita por culpa de un adversario de su familia supo que la cuenta con él estaba saldada, él ya había saboreado la amargura de haber perdido a una parte de su corazón. Pero YongGuk y DaeHyun no, ellos tenían que pagar la sangre derramada por sus padres.

Sabía que podría tener más respuestas en esa caja tallada que estaba también en el escritorio de HimChan, pero nunca jamás volvió a saber de esa misteriosa caja.

Tenía primero que ganarse la confianza de los demás, eso era pan comido. Quiso crear conflictos entre YongGuk y HimChan pero con poco éxito; esos dos tenían un lazo de hermandad irrompible. Se rompía la cabeza pensando en una venganza eficiente y pronta, no podía seguir atrasando sus planes.

Para su suerte fue secuestrado por los hombres de TaeSong, al verlo cara a cara pudo confirmar la terrible historia de cómo y a manos de quien murió su familia. No había más dudas.

Su sed de venganza crecía, solo debía hallar la manera.

Entonces la ocasión ideal se presentó en la misión de las piedras preciosas pues luego supuestamente irían a Japón peor él ya había hecho todos los arreglos necesarios para transferir la riqueza de HimChan a varios paraísos fiscales. Mandó a comprar un departamento en el corazón de París, pagó muy bien a Jay; él sería su mejor cómplice, solo bastó con mostrarle un gran fajo de billetes.

Antes de la tan ansiada misión se contactó anónimamente con un agente policial, le dio la dirección exacta, coordenadas específicas, horario detallado además de nombres y apellidos de todos, menos el suyo y el de HimChan.

Llegó al lugar, una casa abandonada para ser precisos. Ahí ordenó a Jay que debía llevar a HimChan. Se extrañó pues había exigido que él y otros 5 hombres lo cuidaran pero no había nadie. Suspiró, a estas alturas nada podía salir mal. Tiró el casco a un costado y antes de entrar acarició el anillo de diamante que le dio su gran amor. No podía esperar para verlo y relatarle dramáticamente cómo YongGuk, DaeHyun, YoungJae y Zelo lo iban a entregar a la policía; iba a decirle detalles inexistentes de cómo sus grandes amigos lo iban a traicionar pero él fue su héroe. Contaría de cómo se enfrentó a ellos y cómo, ayudado por Jay lo habían salvado.

Vio que el candado de la puerta estaba roto, al entrar desesperado no creía lo que sus ojos veían.

—¡HIMCHAN!

No entendía qué había pasado, trató de reanimarlo pero tenía sangre en el pecho, en su hermoso rostro.

—¡Amor! ¡No! ¡TÚ NO ME PUEDES DEJAR! ¡NO TÚ! —. JongUp gritó desesperado, llorando como un niño junto al cuerpo de su amado.

—Uppie... mi ángel...—. La débil voz de HimChan llenó de esperanza el corazón de JongUp.

 La débil voz de HimChan llenó de esperanza el corazón de JongUp

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Feel The Fire (HimUp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora