Capítulo I: Save Me

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Su cuerpo ardía, sentía que su vida dependía de un hilo; hilo que se iba haciendo débil más y más. Su corazón palpitaba demasiado rápido, definitivamente este era el fin. Se arrepintió de no haber sido una persona buena, de no cambiar su destino. Prefirió seguir ese legado maldito por cobardía. Jamás se perdonaría el haber dejado a su chica, de haberle lastimado tan solo para heredar un mar de problemas. Alguna vez había soñado con tener una familia lejos de la inmundicia de este mundo pero ya era tarde. Ahora agonizaba, abatido, como la escoria que siempre había sido. HimChan moría, el gran jefe de Noir daba sus últimos suspiros.

—Por favor, aguante...no puede morir...

Escuchó una voz suave, tenía algo de desespero. De pronto un dolor inimaginable llegó a su pecho así que gritó con todas sus fuerzas ¿por qué aún no estaba muerto? "Estoy en el cielo" pensó al ver que un par de hermosos ojos pequeños reposaban sobre él.

—¿Acaso eres un ángel? — Murmuró apenas y es que las heridas en sus labios no permitían que hable con claridad—.

—¿Ehm? –Negó aquel chiquillo, dibujando una tenue sonrisa, muy empeñado en poner algodón empapado de alcohol sobre aquellas heridas sangrantes— M-me alegre que esté vivo...creí que moriría...

HimChan trató de reincorporarse, mas las heridas de su pecho y abdomen se lo imposibilitaron, de inmediato aquel jovencito se sobresaltó e impidió su cometido.

—Oiga, me pasé mucho tiempo curando sus heridas, tiene que descansar...

— ¿Cuánto tiempo estoy aquí? — Preguntó el herido apretando sus ojos—.

—Tres días...su familia debe estar preocupada....

El jovencito se preguntaba una y otra vez como es que un señor tan elegante y al parecer de mucho dinero había ido a parar a uno de los barrios más peligrosos de Seúl. Tal vez lo secuestraron porque otra explicación no había, a menos que...

—¡Tres días! — Exclamó sin comprender, ese esfuerzo le hizo gemir del dolor−

—¡Le dije que no se moviera! — Alzó la voz el muchacho—.

HimChan apenas e hizo una mueca, hacía mucho que nadie lo cuidaba así...

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—Señor...señor...tiene que comer... — Murmuraba el "ángel" de HimChan—.

El mencionado abrió de a pocos los ojos y la luz del sol le molestó; aun así tuvo ya fuerzas para poder sentarse. Al hacerlo pudo ver su pecho. No traía su costosa camisa, en vez de eso vestía una sudadera barata. No le importó.

—Abra la boca y diga "ahh" —El jovencito estaba a su lado con un tazón humeante, eso activó el olfato de un HimChan hambriento que sin refutar entreabrió sus labios. Cualquiera que lo conocía se burlaría en ese instante. El jefe absoluto de Noir siendo tratado como un niño.

—Mhn...esto está muy bueno— Casi devoró el alimento, mostrando una sonrisa al instante—.

En ese momento el jovencito pudo por primera vez la belleza de aquel hombre que con tanto ahínco había cuidado. Sus facciones eran tan masculinas y perfectas...era como un dios; su piel tan blanca como la nieve y sus ojos tan negros como la noche. Su corazón se detuvo en aquellos eternos instantes. Y sin dejar de mirar al herido, lo alimentó hasta acabar el tazón de sopa.

—Ahora debe descansar... —Musitó el mozuelo dispuesto a llevarse el traste y a dormir en el sofá, pues su cama aun seguiría ocupada—.

—¿Cuál es tu nombre, pequeño?

Feel The Fire (HimUp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora