Una muerta en el mundo de los vivos

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-¡Señor Víctor! ¿Por qué se ha detenido?- preguntó el casamentero sacándolo de sus pensamientos.
Se puso más nervioso sin saber qué hacer, pero no habiendo salida decidió decir la verdad... al menos en el caso de que había olvidado el anillo.
-Verá señor, me apena mucho decirlo pero es que ayer yo... me llevé el anillo a casa por accidente y lo he olvidado- dijo.
-¡Pero qué vergüenza!- escuchó gritar detrás de él a la madre de Victoria.
-Víctor- dijo su madre en reproche.
-Sin duda señor Víctor, usted hace una cosa bien para enseguida hacer otra mal, debería de cancelar la boda por esto ya que estoy harto de sus innumerables equivocaciones, pero, puesto que hoy ha dicho los votos correctamente no la cancelaré, quiero creer que es sólo de darle unos cuantos empujones para que actúe como debe ser. Por lo tanto, sigamos sin el anillo, pero mañana quiero verlo aquí sin excepción, ¿le quedó claro?- dijo el casamentero, acercando su cabeza a Víctor cuando formuló la pregunta.
-Sí señor, muy claro- respondió Víctor.
-Muy bien, sigamos desde el principio, por favor- dijo el casamentero.
Y así estuvieron ensayando los votos durante un largo rato, hasta que se hizo un poco tarde y llegó la hora de comer, para lo cual Víctor y sus padres se quedaron.
-¿Qué tal le pareció el banquete, señora Van Dort?- preguntó a la madre de Víctor la señora Everglot, estando ya sentados a la mesa comiendo.
-No estuvo mal, la comida está bien, pero hay algunas presentaciones de platillos que creo podrían mejorar- respondió la madre de Víctor.
-Sí, lo mismo pienso yo, y el sabor del...
No pudo terminar la frase porque en ese momento entró el mayordomo.
-Disculpen la interrupción, pero el sastre ya está aquí señoras y señores-dijo.
-Creí que no llegaría hasta más noche, bien, iremos a atenderlo- dijo el señor Everglot.
Los cuatro padres se pararon y se dirigieron a la puerta.
-Y ustedes dos, no se atrevan a hacer algo indebido- dijo la madre de Victoria antes de salir dejándolos solos.
Las miradas de Victoria y Víctor se cruzaron un momento, y ambos se dirigieron una leve sonrisa, luego bajaron la cabeza hacia su sopa de espárragos.
-¿Y cómo va todo?- dijo Victoria después de un rato, tan bajo que Víctor por un momento creyó estar imaginando que le hablaba.
-Muy bien, sí, al menos ya no me equivoqué con los votos, aunque siento haber olvidado tu anillo- respondió Víctor.
-No te preocupes, no es como que lo olvidaras el día de la boda, esto solamente son ensayos.
-Menos mal jeje... los ensayos son algo duros ¿no te parece?
-Sí, un poco, pero tendremos que soportar, tendremos que estar ensayando prácticamente todo el día el resto de la semana.
-¿Eso por qué?
-Porque para la próxima semana nos estarán tomando las medidas para el vestido y el traje, y estaremos viendo preparativos de decoraciones, por lo tanto quieren ensayar todo lo que se pueda esta semana.
-Ya veo... tal vez no serían tan exigentes si yo no me equivocara tanto.
-Tranquilo Víctor, no es tu culpa, es de ellos por obligarnos a...
No terminó la frase por dos razones, primera, que en ese momento su madre los llamó para seguir ensayando, y segunda, porque estaba acostumbrada a hacer la voluntad de sus padres sin oponerse a nada, por lo tanto se sorprendió a sí misma al estar culpándolos y además le pareció grosero decirle a Víctor que no se quería casar con él.
-Yo, no sé qué pasó- dijo tratando de excusarse, apenada.
-No te preocupes, no se lo diré a nadie- dijo Víctor también algo apenado, por saber que ella tampoco quería casarse y no había nada que pudieran hacer- vamos, antes de que nuestros padres se molesten.
Sin decir más ambos salieron de la cocina y se dirigieron al salón de ensayos.
-Antes de comenzar escuchen- dijo la madre de Victoria en cuanto entraron- esta semana estaremos ensayando mucho, y para la otra el sastre vendrá a tomar las medidas para comenzar a trabajar en sus ropas, por lo tanto aprovechen esta semana y háganlo bien, no sabemos si la tercera podremos ensayar o tendremos que estar ocupándonos de otros asuntos- terminó de decir, mirando con enojo a Víctor mientras decía que lo hicieran bien.
Después del informe siguieron ensayando sin parar el resto de la tarde.

Después de horas, cuando ya comenzaba la puesta de sol, por fin terminaron y Víctor y sus padres se retiraron.
-Nos veremos mañana a primera hora- dijo la madre de Victoria antes de cerrar la puerta.
Después los tres subieron al carruaje para volver a casa, pero Víctor iba inquieto sabiendo que tenía que recuperar el anillo, y después de meditarlo un momento decidió decirle la verdad a sus padres antes de llegar a casa.
-Madre, padre, tengo algo que decirles- empezó- sé que sonara grave pero no, no es tan malo... verán, ayer mientras paseaba por el bosque caí con una rama y... y perdí el anillo y no me había dando cuenta hasta hoy.
Sus padres no dijeron nada por un momento, su madre porque estaba estupefacta, y su padre porque esperaba a ver la reacción de ella,
-¡¿Cómo se te ocurre perder el anillo Víctor?!, ¡¿No ves que sin él la boda se puede cancelar?!; ¡Y todavía tienes el descaro de decir que no es tan malo!... No, no puede ser, escúchame bien, ve en este momento a buscarlo y no regreses sin él, ¡apresúrate!
-Sí.
Pararon el carruaje y Víctor bajó, y sin perder tiempo, no sin antes pasar saliva un poco nervioso, se dirigió al bosque, en camino hacia el mundo de los muertos.

El Cadáver de la Novia                                  Un Amor (Im)Posible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora