El Cadáver de la Novia Un Amor (Im)Posible

Desilusión

Víctor se encontraba parado en medio del bosque, cuando el sol apenas comenzaba a salir, volteó atrás y vio el portal color blanco de ese lado sin que se pudiera vislumbrar lo que había a través de él, luego observó todo al rededor del bosque para tratar de ubicarse, por suerte para él algunas veces la escuela los llevó de excursión por ahí para que supieran orientarse y buscar plantas medicinales, así que ahora pudo identificar el camino que lo llevaría a casa, y sin perder más tiempo comenzó a caminar lentamente hechando una última mirada al portal.
Después de un rato comenzó a pensar en todo lo que le había pasado desde el día anterior, los regaños en el ensayo para la boda, el "secuestro" de Emily, que lo aclararan todo y su paseo por el mundo de los muertos así como su convivencia con algunos, aunque hacía muy poco de haber estado ahí ahora lo sentía como un momento muy lejano, se sentía un poco extraño por esa revelación de otro mundo después de la vida y en parte se sorprendía de no haber actuado tan asustado como lo creería en ese momento, claro que también tenía que ver con la situación en la que llegó ¡nada menos que casado con un cadáver!, aunque ahora que lo pensaba tal vez fuera eso lo que lo distrajera de todo, recordó cuando dejó el miedo por el enojo al escuchar que estaba casado con Emily y cómo se alteró por eso y así mismo recordó lo brusco que fue al decir que no era para ella la propuesta y lo mal que se debió sentir Emily, pero estaba en su derecho ¿no? Él no pidió que lo llevara ahí, él no pidió que organizara una fiesta con los demás muertos, él no le pidió si quería ser su esposa (al menos voluntariamente).
-¡Por Dios, yo ni siquiera quiero casarme!- gritó a la nada dando una patada a una pequeña piedra que había en el camino.
Entonces se dio cuenta de que en realidad no estaba enojado con Emily en ese momento, estaba enojado con su situación, porque aunque con ella hubiera logrado anular todo, con Victoria no podía y su boda estaba cada vez más cerca, así que en ese momento en el que le dijeron los muertos que estaba casado se sintió acorralado como en cada ensayo para la boda, así que terminó por explotar.
-Pero aquí no tengo remedio, deberé de casarme- dijo, y siguió caminando.

Después de un rato de caminar y desorientarse unas cuantas veces, logró salir del bosque y divisar el pueblo donde algunas personas ya estaban en movimiento.
Cuando llegó a su casa entró lento y despacio para que su madre no se diera cuenta que había pasado toda la noche fuera, por suerte al parecer aún no salían de la habitación ni ella ni su padre.
Entró a su habitación y decidió darse un baño para despejarse un poco y evitar quedarse dormido más tarde ya que había pasado la noche en vela.
Al salir aún no lo habían llamado para el desayuno por lo que se recostó y comenzó a ensayar los votos, sabía que si no los había aprendido para la hora del ensayo el casamentero no proseguiría con la boda y aunque eso sería un alivio para él, su madre no estaría nada contenta.
-¡Víctor, el desayuno ya está listo!, ¡Baja enseguida!- escuchó un rato después gritar a su madre, por lo que no perdió tiempo en bajar al comedor.
-Buenos días- dijo cuando entraba.
-Espero no estuvieras dormido hasta tan tarde, ¿a qué hora llegaste anoche? No me di cuenta- respondió su madre.
-No muy tarde, entré en silencio para no despertarlos.
Su madre lo observó como si pudiera oler la mentira.
-Bien, espero aprovecharas tu tiempo para aprenderte correctamente los votos, de ninguna manera cancelaremos la boda por tu torpeza.
El resto del desayuno prosiguió en silencio.
Cuando terminaron la madre y el padre de Víctor salieron a ver algo sobre el banquete para la boda y le dijeron que cuando regresaran irían al ensayo.
-Y por favor, apréndete correctamente los votos, Víctor- le había dicho su madre.
Víctor regresó a su habitación y comenzó a leer más los votos pero en poco tiempo comenzó a dejar de concentrarse sintiéndose acorralado así que decidió hacer lo que sabía lo relajaría y lo haría olvidar por un momento su condena: tocar el piano.

Duró un rato tocando el piano y olvidándose de todo lo demás, en esos momentos sólo existían él y la música, las teclas que hacían contacto con sus dedos y lo tranquilizaban y llevaban a otro mundo en el que sólo por el piano podía llegar.
-Esto sí es vida- dijo Víctor con una sonrisa después de terminar de tocar una canción.
-¡Víctor!, ¡Apresúrate Víctor que llegamos tarde!- escuchó los gritos de su madre desde la puerta de entrada.
-Bueno, no hay de otra- dijo Víctor con un suspiro y se levantó, salió a la calle y subió al carruaje que los llevaría a él y a sus padres a la casa de Victoria.
Durante el camino su madre se la pasó hablando sobre el banquete mientras él estudiaba los votos, hasta que llegaron a la casa de Victoria.
-Buenas tardes- saludó la madre de Victoria que estaba en el salón con el casamentero cuando la familia Van Dort entró en la sala- Victoria bajará en seguida.
-En ese caso es un buen momento para que el señor Víctor pronuncie los votos correctamente, de lo contrario como ya les mencioné, no pienso dirigir la boda- dijo el casamentero mirando a todos los presentes.
-No se preocupe señor, mi Víctor los aprendió y los dirá correctamente, anda Víctor, dilos- dijo la madre de Víctor lanzándole una mirada envenenada en la última frase.
Víctor pasó saliva, se aclaró la garganta y comenzó:
-Con esta mano yo sostendré tus anhelos, tu copa nunca estará vacía porque yo seré tu vino, con esta vela alumbraré tu camino en la oscuridad y con este anillo te pido que seas mi esposa- dijo Víctor con voz lenta y clara.
-En verdad me sorprende señor Víctor, veo que se aplicó en lo que le pedí- dijo el casamentero- ¡bien! Proseguiré con esta boda.
Víctor escuchó un suspiro por parte de su madre y se alivió al lograrlo, hasta que recordó que gracias a eso la boda continuaba y soltó un suspiro resignado.
-Ya estoy aquí- dijo Victoria entrando al salón- podemos comenzar.
-Muy bien, primero sólo hablaremos- dijo el casamentero.
Y así repasaron los votos y el casamentero decía lo que diría en la ceremonia una y otra vez durante un rato.
-Muy bien, ahora seguiremos igual pero con las cosas- indicó el casamentero- señor Víctor, por favor, comience con los votos.
-Bien- dijo Víctor recogiendo el cojín donde estaba todo- Con esta mano yo sostendré tus anhelos- dijo levantado la mano derecha- tu copa nunca estará vacía porque yo seré tu vino- levantó la copa- con esta vela alumbraré tu camino en la oscuridad- prendió la vela con la otra que estaba sobre la mesa- y con este anillo te pido que seas mi esposa- en ese momento estaba a punto de tomar el anillo del cojín pero notó que no estaba, y entonces se acordó de que la noche anterior se lo había llevado
con él al bosque por lo que en ese momento lo tenía ¡la novia cadáver!