El cuadro que refleja el amor

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Nuevamente habían pasado tres días en los que Víctor no veía a Emily, y en ese tiempo había estado teniendo aún las pruebas para su traje, y las cosas con sus padres seguían igual, su padre nunca hablaba y su madre se la pasaba gritándole y él acompañado por ellos cuando estaba en la casa de los Everglot y encerrado en su habitación fuera de esa casa.
A los señores Everglot nunca los veía y su madre insistía en que los había ofendido y de Victoria tampoco había sabido nada en esos días.
Pero lo peor de todo esto es que ya faltaban solamente cuatro días para la boda, y Víctor no sabía qué hacer, sobretodo después de lo que había decidido cuando regresó del mundo de los muertos.

-Todo va muy bien joven Víctor- decía contento el sastre mientras pasaba la aguja por el traje que Víctor usaba- sólo unas vueltas más y su traje estará terminado.
-Que maravilla- dijo su madre detrás de ellos- al fin.
El sastre siguió cociendo durante quince minutos más.
-Ya está- dijo cuando terminó- terminado.
-¿De verdad?- dijo la madre de Víctor acercándose precipitada y empujando al sastre- a ver a ver Víctor, date la vuelta.
Víctor lo hizo.
-¡Ah! Maravilloso- gritó su madre alegre- me encanta, te ves fenomenal y muy elegante, ¿ya ves como se pueden hacer las cosas cuando cooperas hijito?- preguntó mientras le daba unas palmaditas en la mejilla.
-Disculpen señores Van Dort- llegó diciendo el mayordomo- los señores Everglot los esperan en el salón de arriba, dicen que los candidatos a ser meceros están a punto de llegar y tienen que escogerlos.
-¡Ah! Excelente- respondió la señora Van Dort- vamos enseguida.
El mayordomo se inclinó y se retiró.
-Bien Víctor- le comenzó a decir su madre- ya has terminado por hoy, Mayhew está esperando afuera con el carruaje, dile que te lleve a casa y luego regrese por nosotros.
-Sí madre- dijo Víctor caminando hacia la puerta.
-Ah, y Víctor- lo interrumpió su madre antes de salir- recuerda que aún tienes prohibido salir de tu habitación, así que por tu propio bien espero verte ahí cuando regresemos.
Víctor asintió, mirándola muy triste y salió de la habitación, pero la verdad es que... ¡no podía estar más feliz! Era su oportunidad perfecta y que llevaba días esperando, por lo tanto bajó las escaleras a la sala principal rápidamente para poner en marcha su plan.
Ya iba corriendo hacia la puerta pero en ese momento chocó con Victoria.
-¡Discúlpame Victoria!- le dijo precipitadamente mientras esta se sobaba el brazo- no te vi, debí bajar más lento las escaleras, lo siento.
-Está bien Víctor- le respondió Victoria- no te preocupes, fue sólo un golpe, pero, ¿ya te vas?
-Sí- le respondió- terminaron de hacerme el traje y nuestros padres van a seleccionar a los meceros, así que no me necesitan.
-Bien por ti, al menos hoy ya eres libre.
-Sí, supongo... bueno, debo irme, hay algo en casa que tengo que hacer.
Se dirigió de nuevo a la puerta.
-Víctor espera- le llamo Victoria antes de que saliera.
-¿Sí?- le preguntó mirándola.
-Yo...- soltó un suspiro- mira, sé que tal vez por tu parte la boda no sea lo que quieres y sólo quería decirte que te prometo que te ayudaré a que no te sea tan terrible, de verdad, yo... no quiero hacerte infeliz Víctor.
Se miraba triste, y sus palabras se escuchaban sinceras, y aunque le había dicho que sabía que no se quería casar por su parte, Víctor era consciente de que ella tampoco quería casarse pero no se atrevía a decirlo, y al saber lo que Víctor pasaba porque ella también lo hacía quería disipar un poco su dolor.
-Ni yo a ti Victoria- le respondió Víctor antes de salir.
Después se dirigió al carruaje que efectivamente estaba afuera, con Mayhew sentado en el asiento del cochero.
-Hola Mayhew- le saludó Víctor- terminé por hoy, ¿puedes llevarme a casa?
Abrió la boca para contestar pero una fuerte tos lo interrumpió unos segundos.
-Claro que sí chico- respondió- sube.
Víctor lo hizo.
-¿Es con el permiso de tus padres?- preguntó antes de comenzar a avanzar, ya que era cociente de lo que había pasado y temía que Víctor estuviera escapando y él terminara pagando las consecuencias junto con él.
-Sí, mi madre me mandó- respondió Víctor.
El cochero asintió y comenzaron a avanzar.
En el camino Víctor seguía pensando en lo que planeaba hacer, aunque la verdad estaba muy nervioso, incluso comenzó a arrepentirse un poco en el camino.
-Llegamos muchacho- le dijo Mayhew sacándolo de sus pensamientos.
Víctor bajó.
-Gracias Mayhew- le dijo- ahora regresa a la casa de los Everglot, mi madre dijo que los esperaras.
-Muy bien- respondió el cochero y dio la vuelta y emprendió el camino a la casa de los Everglot.
Luego Víctor entró a su casa, y subió a su habitación, comenzando a temblar de los nervios y debatiéndose si debía de hacer lo que se proponía o no.
-Pero es algo precipitado- murmuraba para sí mismo entrando en su habitación- y si me dice que- se detuvo al reparar en su escritorio, donde posaba un viejo sobre que ya estaba algo café y amarillo por su antigüedad.
Víctor suspiró.
-Debo arriesgarme- dijo al final, en voz alta y con más seguridad.
Acto seguido fue a su cama y debajo de ella sacó un cuadro que estaba cubierto por tela amarrada a su alrededor, después se acercó a su escritorio, tomó un sobre color azul con una estampilla en forma de corazón rojo (ambos los había hecho él) y por último también agarró el sobre viejo que había encontrado en su cajón hace tres días en la noche, mientras buscaba las pinturas con las que había realizado el cuadro durante ese tiempo.
-Bien Víctor- se dijo a sí mismo- andando.
Después salió con los tres objetos de su habitación y de la casa, y se apresuró a ir por el pueblo hasta llegar al portal del mundo de los muertos.

El Cadáver de la Novia                                  Un Amor (Im)Posible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora