CAPÍTULO 6

237 25 2
                                    


Disclaimer:

LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, YA SABEN A QUIEN SI JK, LA HISTORIA ES DE ALISSA BRONTE YO SOLAMENTE

Adapto esta historia para el disfrute de los dramioneros


CAPÍTULO 6


Contemplo a la joven a la que he preparado para asistir a su propio funeral. No puedo evitar, de nuevo, recordar todo por lo que yo misma he pasado, cómo llegué aquí, mi último día normal, ese en el que nunca pensé que me iba a suceder nada así.

***FlashBack* * *

Caminaba de regreso a casa; era un lluvioso día de otoño y los autobuses no se habían detenido en la parada frente al instituto porque ya iban llenos. Después de que dos de ellos se saltaran la parada, decidí ir andando, pues estaba convencida de que llegaría antes a casa, así que abrí el paraguas y comencé a andar bajo la torrencial lluvia.

Para llegar a mi casa debía coger una ruta poco transitada, que en días como aquél aún era más solitaria. No solía ir por allí, porque el camino estaba pegado a una vieja vía del tren y no había ningún tipo de separación o protección entre ambos, pero preferí ensuciarme de barro que esperar, en vano, el próximo autobus.

Miré el reloj y vi que eran las tres, aunque cualquiera hubiese dicho que eran las siete de la tarde, pues el cielo estaba tan oscuro que parecía de noche. El paraguas no era suficiente escudo contra la tromba de agua que estaba cayendo, así que iba calada hasta los huesos, manchada de salpicaduras de barro y, también, asustada, mientras me decía que mi madre estaría histérica pensando dónde me habría metido.

Algunos coches pasaron despacio por mi lado; ese camino era peligroso, más con la lluvia tan fuerte que apenas dejaba visibilidad. Estaba llegando al cruce del tren; sólo tenía que pasar por la vía y me encontraría sana y salva en mi barrio.

Nunca llegué.

Nunca crucé.

Unas manos peludas y enormes, como las zarpas de un oso gigantesco, me agarraron con fuerza y no me soltaron... jamás.

***Fin de Flashback* * *

—Hermione, ¿piensas en el pasado?

—Sí, en cómo llegué aquí.

—Tengo miedo. No paro de repetirlo, pero tengo tanto miedo... —solloza Katie.

—Lo sé, lo sé... Me gustaría ser capaz de mentirte, decirte que no pasa nada, que todo va a estar bien, pero no puedo; sólo se me ocurre darte los consejos que me dio Anais el primer día.

—¿Anais?

—Es otra chica, la que se encargó de mí a mi llegada.

—Babushka, ¿está lista la nueva? —nos interrumpe Viktor.

—Sí, ¿puedo acompañarla? —me atrevo a preguntar.

—Sí, ve con ella. Quédate atrás, con las manos cruzadas a la espalda, que sepan que tú ya tienes protector.

—Sí, Viktor.

—Katie, espera —murmuro mientras me acerco y finjo que le doy unos retoques en el cabello—. No llores, no grites, no te quejes y todo irá bien; si no, te golpearán con bolsas de naranjas. No dejan marca, pero te destrozan. Y no te preocupes por la cara, por lo general nunca la tocan para no estropear la mercancía, aunque debes tener en cuenta que aquí sólo eres un objeto para la venta; te exprimirán hasta que no puedan sacar más jugo de ti y después, con suerte, quedarás libre.

Desde el Infierno con amor (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora