Capitulo 24

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Disclaimer:

LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, YA SABEN A QUIEN SI JK, LA HISTORIA ES DE ALISSA BRONTE YO SOLAMENTE

Adapto esta historia para el disfrute de los dramioneros


CAPÍTULO 24



Draco estaba pasando los peores días de su vida; no comía, no dormía y apenas se concentraba en nada que no fuese en todo lo que su castaña estaría sufriendo en silencio. Su muñeca... ese esa muñeca a la que le habían arrebatado el brillo, aunque estaba dispuesto a conseguir que deslumbrase de nuevo con intensidad. No iba a rendirse, al final Hermione tendría que bajar las barreras y dejarlo entrar. Sería persistente, y la cortejaría con flores y bombones, paseos distendidos, sesiones de cine... todas aquellas cosas que, de no haber sido secuestrada, hubiese podido disfrutar. Le daría todo lo que quisiera, estaba dispuesto a darle cualquier cosa que precisara.

Llamaba diariamente a su casa para hablar con sus padres; quería esperar a que fuese ella la que lo necesitara. Éstos le contaban los progresos que Hermione hacía y le alegraba constatar que iba rehaciendo su vida poco a poco; necesitaba la normalidad que había perdido para volver a integrarse.

Draco había sentido un gran orgullo al conocer que ella había retomado los estudios y acudía a clases nocturnas, así como que barajaba la posibilidad de ir a la universidad. Él sabía que, si nadie le ponía trabas, Hermione era capaz de lograr cualquier cosa que se propusiera, como quedaba claro el hecho de que hubiese sobrevivido al cautiverio al que había sido sometida.

Él, por su parte, había obtenido reconocimiento por haber llevado a cabo un gran trabajo poniendo fin a esa banda que había puesto en jaque a tantos equipos por toda Inglaterra. Bellatrix había acabado entre rejas, acompañada de sus esbirros; las desapariciones y muertes de jóvenes habían bajado notablemente, y el flujo de tráfico de drogas y de mujeres había sido cortado en seco.

Bellatrix no vería la luz del sol, ni a su muñeca, nunca más. Eso le hacía sentir una satisfacción sin límites... Al final sentía como si los hubiese vengado a todos, a Hermione y también a Marcus, quien, aunque no se lo mereciese, había pagado con su propia vida y era el momento de dejarlo descansar en paz.

Todo parecía ir encajando en su sitio, igual que las piezas de un puzle que hubiesen tardado demasiado en acabar; sólo faltaba acoplar una, la última. Su mente se empeñaba en recrear el mosaico que era su vida, en la que los recuerdos eran simples fichas de ese puzle que, una vez terminado, mostraría su imagen. Sólo debía colocar la que iba justo en ese hueco que quedaba en su pecho, vacío: la de su corazón.

Cuando pensaba en ello se sentía mal, porque sabía que la chispa de la vida que iluminaba sus grandes ojos verdes ya no estaba y quería ser el responsable de que la recuperase, quería... necesitaba que Hermione lo amase tanto como él la amaba a ella. Deseaba que reclamase sus besos, que los disfrutara, que sintiese ese calor que él notaba al estar junto a ella, por la necesidad de estar dentro de ella.

Recordó cómo lo dejó hacer, cómo lograron salir del Edem y luego la noche de intimidad que compartieron, en la que por unos instantes tuvo entre sus brazos a la verdadera Hermione y no a la muñeca rota que era ahora, de la que apenas se percibía su luz o su calor.

Su teléfono móvil sonó y lo sacó de sus pensamientos. Vio en la pantalla un número que no reconoció y dudó. No le gustó no saber quién llamaba, pero, al menos, no se trataba de un número oculto.

Desde el Infierno con amor (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora