CAPÍTULO 10

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Disclaimer:

LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, YA SABEN A QUIEN SI JK, LA HISTORIA ES DE ALISSA BRONTE YO SOLAMENTE

Adapto esta historia para el disfrute de los dramioneros


CAPÍTULO 10


Theodore había reclamado la presencia de Malfoy, debía hablar con él sobre algo urgente. El teniente aún estaba cabreado por haber visto a la muchacha muerta; desearía haberlo podido evitar, pero ¿cómo, sin descubrir su tapadera?

Al llegar a la casa, una joven con mirada perdida abrió la puerta y lo acompañó hasta el despacho, a pesar de que ya conocía el camino. Se preguntaba qué querría a esas horas de la mañana, pues por lo general siempre trabajaban de noche. Durante el día, Theodore se sentía seguro en su jaula de oro, pues Gregory y el cabrón de Vincent se quedaban en la casa. Malfoy había rechazado el ofrecimiento de obtener residencia gratuita porque tenía que mantenerse alejado de ellos para no ser desenmascarado y, además, limitar las horas que les dedicaba para volcarse en esas que eran necesarias para el desempeño de sus funciones como agente de Scotland Yard

La chica tocó a la puerta por él y lo dejó pasar. Theodore estaba de espaldas a la entrada, con los codos sobre los reposabrazos del sillón. Aun sin verlo con claridad, sabía que tenía los dos dedos índices apoyados en la boca y que una de sus piernas se movía nerviosa sobre el suelo de tarima oscura.

Lo conocía a la perfección, pues había memorizado cada gesto, cada reacción; lo había observado como la presa que era para él, su gran cacería. El león negro al que debía dar caza.

—Malfoy —dijo sin darse la vuelta.

—Golova —contestó con sequedad, intentando no dejar que ningún sentimiento traspasase la coraza que se había fabricado.

—Vamos a hacer un viaje y quiero que vengas conmigo.

—¿Un viaje? ¿A dónde?

—A mi amada Rusia —susurró con añoranza.

—¿Rusia...? —No pudo disimular la sorpresa que le causó aquella noticia. Era la oportunidad que había estado esperando, allí podría buscar a Hermione. Seguro que estaba en alguno de los clubs que regentaba Viktor y, por mucho que le costase dar con ella, lo lograría.

—Sí, Viktor quiere que nos reunamos. Ha sucedido algo que lo cambia todo, y me ha pedido que te lleve. Quiere conocerte.

—¿A mí? ¿Para qué? ¿Por qué?

—Supongo que lo has impresionado.

—No me conoce.

—Pero yo sí y, a mí, me has impresionado desde el principio.

—Gracias, golova.

—Ten tus cosas preparadas, en unos días nos marcharemos. Déjalo todo bien atado, pues no tenemos fecha de regreso. Ahora, tómate unos días de vacaciones y aguarda mi llamada.

—Así lo haré. Esperaré su llamada, golova.

Salió de la estancia casi sin respiración y, al cerrar la puerta, soltó todo el aire que guardaba dentro del pecho. No tenía claro cuándo se irían ni a qué lugar de Rusia se dirigirían, pero saber que tenía la oportunidad por la que había esperado durante tanto tiempo le insufló nuevas esperanzas y el ánimo suficiente como para aguantar un poco más y aliviar, fugazmente, su maltratada alma.

Desde el Infierno con amor (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora