Capitulo 18

217 24 1
                                    


Disclaimer:

LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, YA SABEN A QUIEN SI JK, LA HISTORIA ES DE ALISSA BRONTE YO SOLAMENTE

Adapto esta historia para el disfrute de los dramioneros


CAPÍTULO18


Draco ha tomado prestado un vehículo en cuanto ha surgido la oportunidad. Todavía siento que pertenezco, de alguna forma macabra, a ese sitio que dejo atrás. Estamos demasiado asustados como para decir algo. No nos fiamos de la palabra de Viktor y no podemos dejar de mirar ni un solo instante por encima de nuestros hombros.

De momento parece que nadie nos sigue; quizá, por una vez, tengamos suerte. No nos podemos creer la fortuna que hemos tenido al final. Draco está eufórico; sé que en realidad es por el miedo, la rabia y la adrenalina que gobierna su cuerpo. Se come los kilómetros a toda velocidad. Quiero contarle muchas cosas, darle las gracias por no perder la esperanza, por arriesgarse tanto por salvarme, pero las palabras se atascan en mi garganta.

Lo cierto es que no sé qué he hecho para merecerlo, desde luego no es que lo valga. Estoy sumida en mis pensamientos hasta que interrumpe mis cavilaciones cuando sus ojos me miran y asiente con la cabeza como para darme ánimos o tal vez para que crea que de verdad está sucediendo, y aparca el coche a las afueras de Moscú.

—¿Avión? —pregunta nervioso.

—Sí —asiento sin saber qué más puedo decir.

—No, mejor no. No podemos justificar que no tengas pasaporte.

—En eso tienes razón.

—Ni siquiera podremos sacar los billetes sin él.

—¿Cuál es la alternativa? —pregunto empezando a temer que salir de Rusia vaya a ser más complicado que salir del Edem.

—Creo que lo mejor es que hagamos todo el recorrido que podamos en coche y por carreteras secundarias, hasta estar lo más cerca posible de Inglaterra.

—Por mi bien, lo único que...

—¿Qué pasa, Herms? —pregunta frotando mis brazos con sus manos.

—No sé conducir, no voy a poder turnarme contigo.

—No te preocupes, ése es el menor de nuestros problemas.

—Sí, imagino que sí.

—Vamos, cogeremos una habitación y compraremos algunas cosas.

Lo sigo sin decir nada, ¿qué objeción podría poner? Entramos en una tienda que tiene un poco de todo. Nos hacemos con ropa nueva que compro encantada, ya que estoy deseando deshacerme de la que llevo, algunas botellas de agua, artículos de aseo personal, algo de comida que podamos llevar en el vehículo y algunas otras cosas que Draco estima de utilidad.

Quiere parar lo imprescindible, a repostar y a descansar lo indispensable. Sé que necesita sentirse a salvo cuanto antes; lo leo en su forma de moverse, nervioso, vigilante.

Puedo entenderlo, ni yo misma me creo que uno de los mayores delincuentes del mundo nos haya dejado ir con tanta facilidad. Todavía, al cerrar los ojos, veo el cuerpo sin vida de mi querida Anais, lo más parecido a una familia que he tenido estos últimos años, y reprimo el sollozo que deseo liberar, aunque ahora no puedo permitirme el lujo de llorar por ella ni por Katie.

Desde el Infierno con amor (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora