Girl 「Fonnie AU」

♡Twelve♡

Habían pasado unas cuantas semanas desde que había llegado a Londres y aunque deseaba con todo su ser sentir un dolor que le hiciese olvidar lo que su corazón sentía, no había podido hacerse daño físicamente. Sabía que era algo estúpido. Aún cuando el sentimiento quemaba en su interior se había convencido de seguir adelante y no ir más a la casa de Frank para ahorrarle el dolor que le provocaba su sola presencia.

Por cosas tontas siempre terminaba perdiendo a quienes quería, pero ¿Cómo querer a alguien cuando no te quieres a ti mismo? Su vida completa era una mentira. Desde que le había confesado a sus padres como se sentía había comenzado a fingir que era completamente feliz, pero no era así, si bien podía vestirse como chica y hacer una vida de esa forma le lastimaba el hecho de que cuando se lo decía a alguien con quien creía tener confianza este le mirase con asco.

¿Era demasiado pedir un poco de comprensión?

De seguro si se lo hubiese dicho a Frank las cosas habrían terminado mucho peor.

Tras lavarse la cara y convencerse de que podía seguir fingiendo que no dolía, terminó de atarse el cabello para irse a su nuevo trabajo. Guardó el uniforme que utilizaba en el bar en su bolso y tras despedirse de su familia salió de la casa.
Gracias a que el dueño del bar le había propuesto encargarse de la entretención tenía la oportunidad de desahogarse cantando las canciones que más le gustaban. La gente adoraba a la chica de cabello morado que tenía una voz preciosa y que era capaz de cambiar sus estados de animo con sus canciones.

-Bonnie- llamaron apenas entró en el local. -Creí que nunca llegarías, muchos están preguntado por ti-
-¿Eh? Pero si son...- miró la hora en su móvil dándose cuenta de que se había atrasado media hora. -Lo siento, iré a cambiarme- dio un par de pasos antes de volver a detenerse y buscar algo en su bolso. -Hendi, ¿Puedes entregarle esto a Zack?-

El hombre asintió tomando los papeles y diciéndole una vez más que se apresurase. Cuando ya estuvo lista corrió al escenario donde se encontraban los músicos del bar posiblemente ensayando lo que Bonnie les había mandado a entregar.

-Lo siento por llegar tarde, en algún punto del camino mis piernas debieron comenzar a caminar más lento- se disculpó con algo de vergüenza. -¿Qué les parece? Me gustaría cantar esto para empezar-
-Es algo... Sentimental, pero si así lo quieres- Zack palmeó el hombro de su compañera e indicó a los demás que se fuesen a sus lugares.

Bonnie por su lado se dedicó a ajustar su micrófono mientras saludaba a algunos clientes frecuentes. Rió gracias al comentario de uno de ellos y tras recuperarse y acomodar su cabello tras su oreja creyó ver una cabellera pelirroja entre la multitud. Sacudió su cabeza y cerró sus ojos pensando en que lo había imaginado, abriéndolos con algo de temor unos segundos después sólo para percatarse de que quien tenía cabello pelirrojo no era Frank. Por un lado se sentía aliviada, por otro, deseaba que fuese él.

-Bonnie, vamos a comenzar- avisó el pianista. La chica asintió.

Tenía el pecho apretado mientras cantaba, pero eso no impidió que su voz cautivase a los presentes. Se disculpó por las lágrimas que había comenzado a derramar sin percatarse y aseguró que, más tarde, cuando se sentirse mejor, volvería a cantar para animarlos. Bajó del escenario con Zack sobándole la espalda para ayudarla a calmarse y cuando llegaron a la barra le pidió al cantinero que le diese un vaso de agua. Agradeció, se tomó unos minutos para despejar su mente y volvió con todo a trabajar.
Comenzó a repartir los pedidos de sus clientes con una enorme sonrisa en su rostro, deteniéndose de vez en cuando a hablar con los clientes habituales que la adoraban. De seguro no sería así si supiesen que realmente era hombre.