Reina de la oscuridad

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Me fui de la casa de James justo cuando William se encontraba plácidamente dormido. Al llegar a mi casa eran las 2 de la madrugada y mi madre yacía en el sofá, yo la cargue hasta su cuarto como ella lo había hecho tantas veces con migo cuando era pequeña.

Empaque solo algunas cosas necesarias para estar dos días en casa de mi padre, que en realidad la casa era de mi abuela, pero el vivía allí. James se ocuparía en estos dos días, de hacerle un encantamiento blanco protector a mi casa y a la de Rafaella.

Ya cuando eran las 7 y mi madre despertó, le explique la situación, lo que paso en la fiesta, lo de Will, y que iría a casa de Papa por que sentía que algo no estaba del todo correcto.

- Recuerda llamarme cuando llegues- Dijo besando mi frente con ternura.

- Si, mama- Le conteste en un suspiro.

- Oye... Hoy me la pasare en casa de James, me llevare a Nala- Torcí un poco el ceño por su comentario.

- Por que?- Pregunte tratando de no sonar grosera.

- Anastasia, James no sabe hacer mas que infusiones- Hizo una pausa- No dejare que William muera de hambre.

- Ok... Estoy de acuerdo- Dije tragando me una risa. Mi madre me vio por un momento, tomo mi rostro entre sus manos y se estremeció por un segundo a causa de el frío que emanaba de mis mejillas.

- Te amo hija- Me dijo en una cálida sonrisa- Cuidate.

- Yo también te amo mama- Le dije y me le abalance a abrazarla- Cuidalos... A todos.

Esta asintió y salí de mi casa con el bolso a mis espaldas, y me adentre con cautela en el bosque, ya que la noche anterior James y yo sentimos la leve presencia de el cambio de Dylan, me transforme y corrí rápido esquivando todos los arboles, ramas y troncos caídos a lo largo de el bosque... La casa queda a una hora en auto, pero corriendo es mucho mas corta.

Ya al llegar a la separación entre la ciudad y el bosque me transforme otra vez y camine rápidamente hasta confundirme con la gente que caminaba por las calles... Pase dos cuadras desde donde estaba y luego cruce a la derecha, camine por tres cuadras mas y llegue a una casa de dos pisos, el frente consistía en un portón verde aceituna y un paredón de ladrillos rojos de donde sobresalía el segundo piso...

Toque con mis nudillos el portón y este sonó fuertemente en el interior de la casa... Luego de unos segundos alguien lo abrió y miro de reojo, al darse cuenta de que era yo lo abrió aun mas y dejo ver a un hombre alto y sonriente, el cabello  semi largo y castaño con algunas canas sobresalientes y una barba un poco crecida y esa característica nariz europea, Luis, mi padre... Esos ojos cafés me mirabas con ternura y me abrieron los brazos.

- Hola hija- Dijo su voz ronca y lo abrase en forma de saludo.

- Hola pa- Dije con mi cara en su pecho... Siempre había dicho que si los hombres olieran de alguna forma especifica olieran exactamente como mi papa.

- Como estas?- Dijo separándose de mi y besando mi frente, esto me provocó una leve picazón a causa de la barba, el cerro el portón.

- Bien- Dije y nos separamos por completo... Contemple por un segundo el enorme garaje en donde nos encontrábamos, a la derecha estaba la puerta para entrar a la casa.- Y tu?

- Bien- Dijo de una manera no muy animada y entramos a la casa.

Al entrar me encontré con la sala principal que era muy grande, los muebles eran de cuero negro y justo en frente de estos se encontraba un televisor enorme en donde siempre nos sentábamos a ver películas, entonces presentí algo acercándose velozmente...

La leyenda del licantropiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora