•Estafado•

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Me he mantenido muy atenta al bar en la espera nuevamente de Leone quien aún no se aparece luego de dos días.

– Sin rastro alguno de esa rubia... todavía– me quejé arrojando lejos los binoculares.

¿Dónde estará?

Me llamó la atención ver como alguien nuevo entraba al bar.

Un chico no tan alto de cabello marrón y ojos verdes, traía una enorme espada sobre su espalda. Oh, por amor a todo lo hermoso, necesito tener esa espada.

De un salto bajé del tejado en el que me encontraba y entré al bar con unos lentes y una bufanda que cubría la mitad de mi rostro para evitar que me reconocieran.

– ¿Hay algo qué desees, chico?– se le acercó uno de los meseros, el chico negó y después le pidió que se acercara. Comenzó a susurrarle cosas que desde mi lugar no alcanzaba a oír.

Luego de una corta conversación entre los dos, el mesero se alejó y se dirigió hacia mi lugar.

– ¿Usted qué desea?– me preguntó mirándome con una ceja enarcada.

Quizás por el hecho de traer bufanda cuando recién estamos en verano.

– Su espada.

– ¿Perdón...?

– Quise decir... un poco de vodka, por favor– el mesero asintió y se alejó de mi mesa.

Mis ojos estuvieron todo el tiempo fijos sobre el chico esperando algún extraño movimiento de su parte.

Me parecía extraño, era la primera vez que lo veía en mi vida.

Mi campo de visión fue interrumpido cuando Leone pasó frente al chico y comenzó a charlar animadamente con él.

¿Acaso lo conoce?

Llegó un momento en el que el chico permaneció en silencio escuchando todo lo que Leone decía hasta que este le puso a Leone sobre la mesa una enorme bolsa de dinero. Y no miento si digo que la boca se me hizo agua.

– ¿Esto será suficiente?– preguntó el chico tímidamente.

– ¡Más que suficiente! Vuelvo enseguida– Leone tomó la bolsa de dinero y salió del bar.

¿Sería muy obvia si comienzo a seguirla? Creo que debería esperar un poco más.

Da igual, solo estoy esperando el momento ideal para tomar la espada de ese chico. Me pagarían muy bien por ella -al igual que por Charriot-.

El mesero volvió y me trajo un pequeño vaso de cristal lleno hasta el tepe de vodka. Le agradecí dándole algo de dinero y su propina. Y mientras bebía de mi vaso mis ojos no se despegaban ni por un segundo del chico que esperaba con ansías a Leone.

Pasaron las horas y Leone nunca llegó.

– Lo lamento, estamos a punto de cerrar. Leone no vendrá– le avisó el mesero a la vez que limpiaba las mesas con su desgastado pañuelo.

– ¿A qué se refiere? Ella dijo que...– lo interrumpí acercándome a su mesa.

– No vendrá– negué–. Mi querido amigo, Leone te ha estafado. ¿Para qué le diste tanto dinero?– pregunté dejando reposar mi mano en su espalda junto a la espada.

– ¡Maldición! Ella me dijo que me conseguiría trabajo. Me ha estafado esa maldita... me ha robado.

– Y créeme, que no fue la única– tomé su espada y salí corriendo lo más rápido que pude.

– ¡Maldita sea, dos robos en un día! ¡Qué bien Tatsumi!– se quejó el chico dándole una fuerte patada a una piedra.

➛ Amor entre una Ladrona y un Asesino [EDITANDO] 𖠵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora