➛ Amor entre una Ladrona y un Asesino [EDITANDO] 𖠵

•Primer Ministro•

– Es bueno que hayas decidido unirte a nosotros al fin– me decía Run mientras sonreía–. Te presentaremos formalmente con el primer ministro.

Le sonreí mientras asentía repetidas veces, aunque mi sonrisa no transmitía la misma emoción que la sonrisa de él.

Seguimos caminando por la lujosa casa del gran Primer Ministro. Yo miraba todas las cosas lujosas que habían en aquel lugar bastante impresionada.

Llevaba a Pumpkin sobre mi espalda y ya no usaba aquellas pelucas ni bufandas que ocultaban mi identidad. Ahora todos miraran el verdadero rostro de Aono Yui; ya no tenía porqué seguir escondiéndome si la capital ahora me protegía.

– ¡Ahí estás!– me recibió la general Esdeath una vez crucé las grandes puertas junto a Run.

Tan solo trataba de imaginar la expresión que esa maldita tuvo en el momento preciso en que mató a Susano. Tatsumi se equivocó cuando dijo que yo era la persona más maldita del mundo, en realidad ese puesto era para la general Esdeath.

– Señor primero ministro– volvió a hablar Esdeath–. Me gustaría presentarle a Aono Yui, es sobre quien le he hablado que nos ha causado muchos problemas, pero hoy se dignó al fin en querer ser una de nosotros.

De entre las sombras de la habitación salió un hombre gordo con los dedos de sus manos repletos de anillos de oro y venía comiendo un muslo de pollo. Caminó hasta nosotros y estando frente a mí, comenzó a caminar alrededor mío en círculos. Me sentía bastante incómoda con la situación. A la vez que masticaba me echaba una ojeada y una vez que se terminó de comer aquello, dejó de dar vueltas y se paró frente a mí.

– Es un gran honor conocerte al fin, Aono Yui– habló al fin.

– El honor es mío, señor primer ministro– dije fingiendo una sonrisa.

– El honor en realidad es mío, Yui. No me dan los dedos para contar las veces en que estos chicos te han atrapado y tú te escapas antes de que ellos te trajeran conmigo. Así que dejémonos de formalidades que no hacen falta.

Quizás me descubrió en la pequeña parte en que mentí diciendo que era un honor conocerlo. Siendo sincera, me valía una mierda conocerlo.

– Muy bien, Jaeggers– ahora se dirigió a hablar a todo el grupo. Los cuales ahora eran solamente cuatro: Esdeath, Run, Wave y yo–. Ya que los demonios no ayudaron en nada, he recorrido a un último medio. Ya deberían conocerlo. ¡Hijo mío entra!

Las puertas se abrieron dejando entrar a un chico de tez oscura, con una gran cicatriz en forma de "x" en el rostro y su cabello era de un extraño tono morado mezclado con verde claro. Y no podía faltar la pequeña sonrisa de psicopata plantada en sus labios.

– Shura estará más que dispuesto a ayudarlos. ¿Acaso no es así, hijo mío?– dijo el primer ministro y saludó a su hijo con un abrazo.

El tal Shura recibió el abrazo y al separarse de su padre rápidamente asintió como respuesta a su anterior pregunta.

– Yo estoy aquí para ayudarlos– dijo y aquella sonrisa seguía plantada en su rostro.