La fiesta (Poche's POV)

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Poché's POV

— No sé cómo se te ocurrió, Poché. La casa es un desastre. - Me dijo Juan Pablo luego de que llegara a casa.

— Pues la limpiamos. Tenemos que hacerle creer que estoy muy bien.

— Y estás bien, Poché. Yo te he visto mejor, habías superado todo.

— Y justo cuando la estoy olvidando se me aparece. Y yo tan horrible... - Poché se puso las manos en el rostro haciendo sonidos de llanto. — Me vio hecha un asco y comprando anticonceptivos... qué vergüenza.

Juan no podía para de reír con lo que le había estado contando. Lo de las toallas y lo de los anti conceptivos era una escena casi sacada de una película de comedia dirigida por Adam Sandler. Es decir, algo muy estúpido aunque sinceramente yo adoraba aquellas comedias, pero que me pasaran a mí era diferente, nada gracioso.

Durante las pocas horas que nos quedaban para organizar todo, Juan y yo estuvimos texteando a un montón de personas que sabíamos harían un buen ambiente. Nos confirmaron todos en poco rato, no era tan difícil después de todo organizar una improvisada fiesta. Vendrían amigos que hace tiempo no veíamos, unos que Calle conocía y otros muchos que no, pero eso se lo había advertido. Tenía que invitar a Mario a como diera lugar, tenía que ir sí o sí. Aceptó después de insistirle un poco, no se sentía de ánimos fue lo que me dijo al principio, pero al decirle que estaría toda la noche con él, aceptó. Seguía en la friendzone y seguramente no saldría nunca de ahí, pero él no perdía las esperanzas. Mario Ruiz era... un gran amigo del que Calle tuvo siempre celos pues sabía que en un periodo me había encantado ese chico, pero cuando me di cuenta de lo que sentía por Calle realmente, mis sentimientos por Mario se habían ido por un caño. Pero de eso habían pasado ya tres años.

Compramos cerveza, y le dijimos a la gente que ellos llevaran la bebida, nosotros hacíamos mucho ya poniendo la casa y la música, ese era nuestro pretexto al bajo presupuesto que teníamos en nuestras cuentas bancarias. Decidí maquillarme aquella noche de lo más guapa, escogí ropa acorde a una fiesta de casa, me sentía segura de mí misma. Lucía verdaderamente guapa, me puse un estilo rocker como al que estaba muy acostumbrada, unos jeans ajustados, una playera negra con letras rojas que decían femme power y unos tenis blancos altos mientras llevaba el cabello azul suelto. Hacía mucho que no me maquillaba tan bien, y era porque simplemente no me interesaba mucho a raíz de dejar de ver a Calle.

Juan me miró y sonrió feliz de verme de aquella forma, hice una pose de modelo y dejé caer el cabello hacia atrás en broma.

— ¿Qué tal? ¿Estoy lista?

— Te ves mejor que nunca, Poché.

— Probablemente traiga a su novia.

— ¿A la de las toallas? - no pude evitar soltar una carcajada. — Puedes tomar ventaja de que esté en su periodo y robarle a Calle.

Golpeé a Juan en el hombro, riendo mientras rodaba los ojos. Era un bobo. Ya faltaban pocos minutos, media hora casi para que la gente comenzara a llegar. Fueron llegando amigos de la universidad, amigos de Juan que jamás había visto y amigos de preparatoria que me moría desde hace mucho por ver, quizá y lo de hacer la reunión no había sido tan malo después de todo, quizá necesitaba a esa gente conmigo. Sentir su cariño y su presencia era inigualable, habían estado en momentos inolvidables en mi vida. Mis viejas amigas de la preparatoria estaban ahí y yo no podía estar más feliz de estar con ellas. Abracé a Vera con fuerza y la llené de besos, hasta me enredé en su cintura mientras dejaba que me cargara. Pero así era yo, demasiado cariñosa.

— Ahhhh, no puedo creer que estés aquí. - le dije a la morena.

— Hacía mucho que no te veía, tenía que venir. Estaba en un pueblo cerca de acá con la abuela y aproveché a venir a Bogotá. - Vera también me dio besos en la frente, algo totalmente fraternal, así éramos nosotras.

— Me alegro mucho de verte.

— Poché, Calle ha vuelto, ¿sabías?

Suspiré y comencé a contarle justamente la razón de la reunión, igual que Juan no podía parar de reír debido al vergonzoso asunto del súper. Comenzamos a beber una cerveza tras otra, ahora me encontraba en un punto en el que me sentía borracha y todavía no llegaba Calle. Juan le había mandado la ubicación del apartamento por un mensaje de texto y ya eran casi las 12 y ella seguía sin llegar.

Me la estaba pasando bien, muy bien con todas aquellas personas que cantaban, bailaban, otros se besaban, pero comenzaba a pensar que la cosa de la fiesta había sido en vano pues al final Calle no estaba ahí. Me quería poner a llorar. Estaba bebida, y cuando el alcohol estaba en mi sangre, me ponía sensible. Una total mala copa.

Vera me abrazó a su cuerpo y no me dejó ni un momento, Mario tenía mucho de haber llegado y no paraba de hacerme miraditas de odio ya que le había prometido estar con él, pero no lo había cumplido, quería estar con mi amiga.

Estaba por irme ya a dormir, no quería seguir ahí. Cuándo de pronto, Vera me sacudió el hombro para que volteara a ver a cierta dirección, miré hacia donde se dirigían sus ojos y sentí que se me iba la respiración cuando... la vi. Ahí estaba la única mujer que me había hecho sentir lo que era el significado real del amor. A la mujer que había perdido por idiota.

Calle estaba saludando a las personas que Juan le presentaba, al parecer ya había saludado a los que conocía. Se veía hermosa, no... hermosa era poco, se veía radiante. Esa sonrisa dulce seguía ahí, pero sentí mi corazón romperse un tanto cuando vi que esa sonrisa no era para mí, si no para su novia seguramente. La estaba presentando a todo mundo con orgullo, con seguridad. Y quise ponerme a llorar, pero Vera me obligó a tranquilizarme.

— Amiga, tienes que controlarte. Respira, venga, tienes que calmarte.

Hice lo que me decía y de verdad lo estaba intentando.

— Lo tengo, lo tengo. - respiré y exhalé para calmarme. Me eché un poco de aire, y de pronto Vera hizo que me diera la vuelta al darme una señal de que Calle estaba atrás de mí.

— Hey, Poché. - me llamó estando tremendamente cerca de mí cuerpo. Volteé hacia donde estaba y contesté con una sonrisa a su saludo. No sabía cómo comportarme pero estaba haciéndolo bien por ahora, quería gritarle que dejara a esa chica y volviera conmigo. Pero no lo hacía gracias a Vera que estaba a lado mío apoyándome para que mi corazón no le ganara a mi cabeza.

— Daniela, pensé que no vendrías. - se inclinó a darme un beso en la mejilla mientras todo el saludo se llevaba a cabo e hizo lo mismo con Vera, ellas también eran grandes amigas pero se veían más a menudo ya que ambas habían salido de la ciudad hacia la misma ruta, Los Ángeles, habían vivido ahí por esos años.

— No podía perderme la oportunidad de verlos. - se refería a todos. Me incluía.

— ¿A todos? - Calle dejó salir una risita y asintió mientras me veía un tanto cómplice.

— A todos... y a ti. - y cuando dijo aquello no pude evitar sonrojarme levemente, por ello volteé la mirada. Calle sabía lo que me seguía causando y se aprovechaba. — Vera, Poché, quiero presentarles a Jaz, mi novia. - y volteó a ver a aquella chica con una espléndida sonrisa. La verdad que Jaz era guapa, muy guapa, y no se le podía negar.

La chica nos extendió la mano para saludarnos, en ningún momento se portó grosera, al contrario fue de lo más amable y eso me hacía odiarla. Era buena chica, pero la estaba detestando. Vera estaba riendo por todo lo que la novia de Calle decía y yo sólo podía ver lo bonita que era Daniela.

— ¡Poché! - Mario me habló. ¡Sí! Justo a tiempo. Volteé a mirarlo y le sonreí fingiendo estar encantada. — ¿Quieres bailar? - a mí me encantaba bailar y sabía lo bien que lo hacía, y lo mucho que le gustaba a Calle que lo hiciera así que decidí que me luciría. Estaba una canción con ritmo, era de mis favoritas del momento, Dura del reggaetonero Daddy Yankee. Era tan latino el sonido que al momento comencé a mover las caderas y los brazos de manera espectacular.

Ciertos momentos volteaba a ver a Calle, pues sabía que verme bailar era su debilidad, le encantaba cuando lo hacía, pues ver aquellos movimientos de caderas me había confesado años atrás que le subían la temperatura.

Y no me equivocaba, seguía con sus ojos en mi cuerpo, no los quitaba de encima y yo no podía sentirme más feliz de tener su atención para mí.

Otra vez tú [Calle y Poché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora