Pancakes y café

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Calle no tenía en sus planes detenerse para continuar saboreando el sabor que María José tenía entre las piernas, su última opción era dejar de hacerlo, era algo que no quería. Abrió más sus piernas para enterrar más su lengua en aquellos pliegues, devorando lo que le daba. Apretó suavemente entre sus dedos su clítoris y besó despacio, lamiendo en ocasiones. Cerró los ojos, deleitándose y soltó en la carne húmeda un gruñido lleno de hambre.

Poché jadeó y tomó por el cabello a Daniela, haciendo que se pegara más a su cuerpo y forzándola a quedarse entre sus piernas, no podía tener suficiente, era algo placentero a lo que no podía renunciar.

- Calle...

- Dime, amor... - murmuró entre los labios de su sexo, haciendo que vibrara ligeramente.

Poché estaba a punto de perder el control, sus piernas se estremecieron e intentó juntarlas para detener una vibración que le daba placer pero al mismo tiempo le dolía por lo bueno que era. Daniela se encargó de que la mujer más baja no las cerrara y así podría llevarla a un intenso clímax.

Hacía tanto que Poché no sentía aquello, y es que sólo lo había sentido una vez con Calle, pero cuando las dos eran demasiado inexpertas todavía, ahora todas sus relaciones anteriores y la experiencia que habían adquirido se mezclaban y llevaban a las dos a un placer alucinante, juntando el deseo y el amor.

- Ya no aguanto... - murmuró entre dientes Poché, queriendo soltar un grito al aire y dejarse llevar por un orgasmo delicioso.

- Entonces córrete... - María José se retorció entre las sábanas antes de dejar salir un profundo gemido de su garganta que iba acompañado del nombre de la mujer que amaba.

- Dios, Daniela... - y cuando Calle vio que Poché se había venido, sonrió y subió hacia ella para observarla intentando recuperar su respiración, jadeando y sin poder hablar con normalidad. Poché se abrazó a Daniela, quién la recibió en sus brazos.

- Perdóname por todo... - y a pesar de estar en el clímax de un gran momento, Poché se puso a llorar, haciendo que Daniela se preocupara. - Yo... era joven y fui una cobarde, y te perdí, perdí tantos días contigo... - las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y su piel comenzó a tornarse roja debido al llanto.

- Ay, gordi, no... no llores. - Calle le dijo de manera tierna y dejó su placer a un lado para centrarse en lo que era verdaderamente importante, Poché.

- Lo jodí todo...

- No era nuestro momento, quizás. Probablemente estábamos destinadas a volver y es por eso que ahorita estamos aquí, desnudas, queriéndonos. - Calle le dio a Poché un beso en la nariz y la hizo sonreír tiernamente.

- ¿Me extrañaste? - pregunto curiosa la de cabello azul.

- Demasiado. No sabes cuántas veces revisaba tu perfil en instagram al día.

- Dejaste de seguirme.

- Pero nunca olvidé tu usuario. Siempre volvía a ver tus fotos, lo que hacías, eres mi placer culposo. ¿Tú también hiciste algo tan patético como yo?

- Sí. - dijo con vergüenza en la voz mientras reía. - Leía y releía nuestras viejas conversaciones, y conservé las nudes. - Calle alzó la ceja y luego soltó una risa al aire. - Eran muy buenas fotos, y conversaciones.

- Yo también sigo teniendo tus fotos, jamás las borraría.

- ¿Tu novia no te hizo borrarlas?

- Lo mencionó, claro... pero no pude hacerlo. - pronto la mirada de Daniela bajó por el cuerpo de Poché y suspiró al ver lo hermoso que era cada centímetro. - Mírate... eres una diosa. - sus ojos se encontraron en pocos segundos y sellaron aquellas palabras con dulces besos antes de quedarse completamente dormidas, desnudas y abrazadas.

Otra vez tú [Calle y Poché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora