"Es solo un sueño"

2.8K 179 90
                                    

– No... Esto no es posible... Es solo un sueño. –me tapé los ojos. El que se parecía a Thomas se acercó aún más a mí. Lo miré temblando. De la nada me dio una fuerte cachetada.

– ¿Esto es lo suficientemente real para ti? –mi mejilla ardía como si le estuviesen enterrando mil agujas y mis ojos picaban por las lágrimas–. Voy a hacerte algo más real. –me lanzó a la cama con fuerza y rápidamente se colocó encima de mí.

– ¡No! ¡Por favor! –me mordió el hombro haciéndome gritar.

– Thomas, déjala, tiene que entender.

– ¿Entender qué? –lo miró molesto– ¿Que nos mató y ahora queremos venganza?

– Thomas. –dijo con voz cansada el que aún estaba de pie.

– Bien. –"Thomas" se quitó de encima dejándome en la cama llorando, estaba aterrada, si el otro no lo hubiese detenido probablemente estaría siendo violada en ese momento.

– Sé que es extraño para ti –dijo el que no era el de los ojos azules–, creeme que también lo fue para nosotros cuando de un día para otro aparecimos aquí.

Mientras hablaba caí en la cuenta de algo.

– ¡Mis padres! ¡Mis perritas! ¿Qué hicieron con ellos? –estaba presa del pánico porque, si realmente eran quienes decían ser, no quería ni imaginarme lo que les habían hecho para llegar a mí.

– Solo te diré esto –habló Thomas–. Dos de ellos están vivos y los otros dos no... Tú decides creer lo que quieras. –soltó una carcajada.

– ¡NO! –sabía que eran capaces de dejar solo a dos vivos por diversión y para torturarme. Lo peor de todo es que no sabía a quienes habían decidido dejar vivos, ¿a mis padres?, ¿a mis mascotas?, ¿uno y uno? Si era así, ¿quiénes?

– Como sea –el otro interrumpió mi llanto–. Eso no es lo importante aquí. –se sentó en la cama al mismo tiempo que yo me alejaba de él.

– Dejenme ir, por favor. –supliqué.

– Te dejaremos ir si nos ayudas. –dijo serenamente.

– ¿A qué? –. Pregunté mientras me secaba los ojos.

– A volver a nuestros libros.

– ¿Qué? –aun no podía creerme que fueran ellos. No podía ser cierto. Tal vez solo eran fans obsesionados con mis libros que casualmente se parecían mucho a los protagonistas hasta creerse que realmente eran ellos y actuar como si lo fueran.

– Necesito volver a ver a mi Lorena.

– El problema es que cuando regresemos estaremos muertos. –Thomas me jaló del cabello con violencia– ¡Porque esta puta nos mató! –me soltó. Tardé un par de segundos en empezar a soportar el dolor que aún sentía en mi cuero cabelludo.

Ambos me miraban. Tomé la poca valentía que me quedaba y me acerqué demasiado al que, por alguna razón, ya sabía que era el menor.

Podía ver su cabello castaño oscuro, su piel algo bronceada y sus ojos color avellana pero aún así tuve que tocar su mejilla para darme cuenta de que era una persona de carne y hueso. Era él. Lo sabía. Imposible, pero era él.

– Christian... –asintió con expresión triste. Dejé caer mi mano sobre mi pierna. – ¿Cuánto tiempo llevan aquí... en el mundo real?

– Yo –Thomas llamó nuestra atención – llevo unos 3 años... Y Chistian como año y medio. –abrí los ojos sorprendida.

– ¿Cómo aparecieron?

– Esperábamos que tú nos dieras una respuesta.

– ¿En dónde aparecieron?

– En una casa abandonada. Ahí viví mucho tiempo hasta que logré enamorar a una idiota rica que me ha dado todo lo que necesito.

– Nosotros salimos del libro –explicó Christian– pero no nuestro dinero.

– ¿Sólo ustedes salieron? ¿Lorena...?

– La busqué desde el primer momento en el aparecí aquí pero no la encuentro por ningún lado... –su voz sonaba triste y decepcionada.

– ¿Cómo se encontraron si aparecieron en tiempos diferentes?

– Solo nos encontramos un día en la calle. –alcancé a ver, de manera borrosa, que Thomas se encogía de hombros.

– El mismo día que yo aparecí –interrumpió Christian –como si estuviéramos destinados a encontrarnos.

– ¿Cómo es que hablan español?

– Escribiste nuestra historia en español, genio. –se burló Thomas.

– No entiendo como es esto posible –dije susurrando.

– ¿Entonces no puedes ayudarnos? –preguntó Christian desesperanzado.

– En ese caso solo eres otra niña tonta a la que podemos violar –dijo Thomas.

– ¿Qué? –estaba horrorizada –. No, puedo ayudarlos –mentí– pero con una condición.

– ¿Cuál? –preguntó Christian.

– ¡Tú no nos vas a poner ninguna condición! –Thomas se acercó a mí furioso.

– Quieren regresar al libro, ¿no? –volteé a ver a Christian.

– En realidad... –Thomas no se veía muy convencido de desear lo mismo que su hermano.

– Sí –Christian interrumpió a al pelinegro–, a menos que encuentres la manera de traer a Lorena aquí –alcé mis hombros no muy segura de poder (o querer hacer eso)–. Así que, ¿cuál es tu condición? –respiré profundo, iba a ser difícil que aceptaran.

– Que no me violen...

– ¡Ay, por favor! –exclamó furioso Thomas.

– O –continué explicando, ya que conocía a la perfección al hermano de ojos azules– que no me introduzcan nada por ningún orificio de mi cuerpo. –el pelinegro soltó una carcajada, ambos sabíamos que él ya había pensado en eso anteriormente.

– Buen intento pero lamento decirte que jamás aceptaremos tus condicio...

– Aceptamos. –lo interrumpió Christian mirándome seriamente. Asentí una vez con la cabeza. Levantó la mano, me pareció muy cliché pero igual se la estreché.

– ¿Qué? –Thomas miró a su hermano entre confundido y molesto.

Más allá de las letras #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora