Unos días después de Navidad, Christian me enseñó un corto y ajustado vestido negro.
– Quiero que te lo pongas. –dijo con una gran sonrisa en el rostro.
– Eso no me va a quedar, está muy pequeño. –abrí el armario buscando ropa cómoda para ponerme.
– Si no te queda te vistes como quieras hoy en la noche. –lo miré. Caminé hacia él, le quité el vestido de las manos y me dirigí al baño.
Podía ver su silueta a través del vidrio que separaba a la regadera del dormitorio. Fingí que intentaba pasármelo sobre la cabeza pero que no entraba, no fue muy complicado debido a que sí estaba bastante apretado. Después de unos minutos me rendí y salí del baño.
– No me queda. –se lo lancé.
– No es verdad –lo miré con el entrecejo fruncido–. Lo fingiste.
– No, yo...
– Quítate la ropa –ordenó. Abrí los ojos sorprendida–. Te voy a ayudar a probarte el vestido.
– Se va a romper, no creo que...
– No te estaba preguntando –se paró frente a mí–. Desvístete. –mi cuerpo empezó a temblar y mis ojos se llenaron de lágrimas. Negué con la cabeza. Jamás me quitaría la ropa frente a él por voluntad propia. Me ordenó una vez más el despojarme de mis prendas esta vez con un tono de voz más alto pero yo no me moví.
Llevó sus manos a mi blusa y la sujetó con fuerza. Me abracé para evitar que me la quitara. Empezamos a pelear hasta que finalmente lo logró. Me tapé el pecho desnudo.
– Levanta las manos. –seguí abrazando mi cuerpo– ¡Hazlo! –di un pequeño brinco del susto que me dio con el grito. Pasó el vestido sobre su hombro, me sujetó por las muñecas, me empujó hasta chocar mi cuerpo sobre el frío vidrio del baño y levantó mis brazos sobre la cabeza. Empecé a luchar para que me soltara–. Estoy haciendo esto por las buenas, no me hagas enojar –dijo con su rostro casi pegado al mío. Cerré los ojos con fuerza–. Ahora, te voy a soltar y quiero que levantes los brazos para que pueda ponerte este puto vestido, ¿de acuerdo? –no me moví. Volví a abrir los ojos cuando dejé de sentir la fuerza presionada sobre mis muñecas. Esperó unos segundos para que hiciera lo que quería pero al no hacerlo suspiró–. Lorena –lentamente, y aún temblando, levanté los brazos dejando al aire mi pecho desnudo. Me vio de arriba a abajo por unos segundos antes de empezar a ponerme el vestido. Tardó más de 10 minutos el poder deslizarlo hacia abajo. Christian dio unos pasos hacia atrás, con un dedo en la barbilla, para apreciarme mejor–. Quítate los pantalones –tragué saliva–. No se puede apreciar bien el vestido si los traes puestos. –sólo con mucho esfuerzo logré quitarme la prenda, apenas podía respirar con el diminuto vestido. Jamás me había sentido tan incómoda como cuando él empezó a analizadme de arriba a abajo, incluso me pidió que diera una vuelta lentamente para que me admirara desde todos lados– ¡Te queda perfecto!
– No me siento cómoda.
– ¿Qué importa? Sólo lo llevarás puesto unas horas –se puso de pie y caminó hacia mí–. Ahora levanta los brazos de nuevo para que pueda quitártelo –lo hice–. Oye, ¿segura que no te quieres rasurar las axilas? Ya pareces gorila.
– Púdrete. –dije sin ofenderme en lo más mínimo por lo que me había dicho. Soltó una pequeña risa antes de tomar el vestido y tirar hacia arriba. Fue otra gran hazaña el poder quitármelo. Cuando la prenda llegó a la altura de mi cuello Christian se detuvo– ¿Qué haces? ¡Quítamelo ya! –dije, el vestido me cubría la cabeza y no podía ver lo que pasaba a mi alrededor. De repente sentí que ponía sus manos sobre mis costillas, no pude evitar dar un brinco– ¿Qué haces? –volví a preguntar. De repente me empujo hasta que mi espalda tocó el frío vidrio de la regadera una vez más. Sin alejar sus manos de mi cuerpo sentí como plantaba un beso entre mis pechos– Christian, ¿qué haces? –pregunté sacudiéndome en un intento de alejarlo de mí y de quitarme el vestido de la cabeza– ¡Basta! –grité cuando volví a sentir otro beso, esta vez justo arriba de mi ombligo. Me doblé en un intento de alcanzarlo con mis brazos que aún estaban sobre mi cabeza. Aprovechó ese movimiento para sujetarlos y pegarlos al vidrio. Por un momento sólo se escucharon nuestras agitadas respiraciones. Entonces, lentamente fue levantando el vestido hasta que mis labios quedaron al aire. Estaba tan cerca de mí que podía respirar el mismo aire que él, y no era nada agradable. Unos segundos después pego sus labios a los míos. Me sacudí hasta que logré morderlo lo suficientemente fuerte para sacarle sangre. Se alejó de golpe. Luché para quitarme el vestido hasta que finalmente salió. Lo vi tocando su labio rojo con una mano mientras me miraba molesto. Le lancé el vestido, tomé la blusa, que me había quitado y tirado al suelo, y me la puse. Salí corriendo de la habitación antes de que Christian lograra desquitarse conmigo. No me di cuenta de que no traía puesto el pantalón hasta que el frío del exterior golpeó mis piernas desnudas. Quería regresar pero no iba a voltear por miedo a encontrarme a mi secuestrador furioso.
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Más allá de las letras #4
Misterio / Suspenso4to Y ÚLTIMO LIBRO DE A SAGA 'SECUESTRADA' Christian y Thomas regresan una vez más... y no de la manera que me gustaría. Esta historia fue idea de una de mis lectoras pero no recuerdo quién :'v Querida lectora, si lees esto no me odies xd El plan in...