4.- ¿Un ángel de la guarda?

40 3 0
                                    

Un travieso rayo de luz que conseguía sobrepasar el muro que eran mis cortinas hizo que me despertará de mi profundo sueño. Había soñado cosas perturbantes pero que a mi parecer eran hermosas ya que en mi sueño mi padre no existía y era alguien completamente independiente. Era tan feliz yo sola, y Amanda, ella también estaba allí, ahora que recordaba hacía ya un año que la conocía. Desde entonces nos hemos hecho inseparables pero si pasaba tiempo con ella no hacía lo que mi padre me mandaba y eso le hacía enfadarse más a menudo, y es que se había vuelto mucho mas insoportable y cada vez se pasaba más...me pegaba muy fuerte. A mi no me quedaba otra que callarme y esconderme hasta el siguiente día para ver a Amanda y sus saludos y palabras me animaran. Y lo hacían. Me quedé sentada en la cama mientras estiraba en un movimiento hacia arriba de mis brazos todos los músculos que pude, luego me levanté y corrí las cortinas de verdad hacía un día hermoso.

Sin hacer ruido salí de mi habitación para ir a desayunar y cuando fui acercandome al piso de abajo me golpeo un olor a tabaco y alcohol que casi me droga a mi. Al menos por mas que busqué mi padre no estaba por ningun lado y eso quería decir que había sido capaz el solito de subir las escaleras y llegar a su habitación. De cualquier forma las ganas de comer ganaban a la curiosidad que tenía por averiguar donde estaba mi padre, bueno cualquier cosa superaría esa curiosidad.
Al llegar a la cocina me preparé el desayuno y en la siguiente media hora disfrute de unas deliciosas tostadas con zumo. Cuando acabé de comer todo eso pensé en que me pasaría todo el sábado en mi habitación haciendo cualquier cosa que se me ocurriera pero antes de llegar a las escaleras me percate de un pequeño papel que había encima de la mesa del salón, lo que era extraño porque hace unos minutos había pasado por ahí y no había nada. Cogí la nota y empecé a leer.

"Hola Elisa, espero que tu regalo de cumpleaños, anque tarde, te guste. Tu ángel de la guarda."

¿Mi ángel de la guarda? Vale, esa nota era de los más extraño que había visto nunca y o mi padre me estaba gastando una broma, o había otra persona en la casa y eso me asustaba, aunque pensandolo mejor me había paseado por toda la casa y no habia visto a nadie. De todas formas ya era hora de ver donde estaba mi padre, asique subí hasta su habitación donde la puerta estaba cerrada y la abrí lentamente para hacer el menor ruido posible. Al abrir la puerta por completo y al adentrarme un poco en la habitación me entraron arcadas del olor tan asqueroso que había en aquel lugar. Al segundo de dar la luz me arrepentí por completo de haberlo hecho, de haber entrado allí. Mi padre estaba completamente desangrado en la cama, con varias puñaladas en el pecho y agarrando una foto de mi madre. Sin poder evitarlo vomité todo el desayuno de esta mañana procurando que mi pelo extremadamente largo no tocara y una sola gota de ese asqueroso potingue semidigerido que salía por mi boca. Después de acabar de echar todo el desayuno me quedé un rato largo temblando y medio llorando en el pasillo sin saber que hacer, a quien avisar, sola.

(...)

Por fin fui capaz de tranquilizarme, había bajado al salón y me senté en el sofá para meditar la situación y pensar que sería lo mejor que podía para mí. En mi estado de nervios pensé en salir corriendo de allí lejos, ¿pero donde iría? Por esa simple razón la descarté a los minutos. Luego pensé en avisar a alguien, pero vendría la policía, el interrogatorio, cosa que solo estabamos él y yo no hay nadie mas, ni rastros, ni huellas y o me llevaban a un manicomio por loca o a un orfanato dado que no tengo mas familiares que yo sepa. De cualquier forma las dos me separarían del pilar que sustentaba mi vida, Amanda. Pensándolo con más detenimiento cuando ya me relajé, me di cuenta de que mi padre no trabajaba y que recibía pagas por su problema con el alcohol y para mantenerme; que yo era la que lo hacía todo en casa, la que salía a por comida o cualquier cosa que necesitaramos. Si no me he explicado aún, llegué a la conclusión de que nadie se daria cuenta de que mi padre había muerto. Yo podía hacer mi vida tranquilamente como en el sueño, sin ningún tipo de sufrimiendo, siempre feliz. No me lo podía creer era libre. Casi estaba gritando de la emoción y dando pequeños saltitos hasta que el olor a muerto de mi padre me asaltó y casi hace que vomite por segunda vez. ¿Y ahora que hacía con él? Tras largo rato mirandole al final no tuve mejor idea que llevarmele arrastro al piso de abajo, luego salí al jardín trasero y empecé a cabar una fosa. Sé que todo esto suena muy psicópata pero otra opción no me daba porque empezaba a descomponerse. Una vez terminé de hacer una fosa lo suficientemente grande para mi padre esperé a que no hubiera nadie en las casa de alrededor y cuando llegó el momento justo cogí a mi padre y volví a arrastrarle hasta la fosa para finalmente enterrarle.

Ahora solo quedaba limpiar absolutamente todo porque absolutamente todo estaba lleno de sangre, así que cogí la fregona y me puse manos a la obra. Para cuando terminé ya se había hecho de noche y yo estaba agotada había sido un día larguísimo con muchas emociones y como unicamente quise terminarlo fue con una manzanilla, manta, sofá y película para intentar distraerme y olvidar por un rato lo que había sucedido aquel día.

¿ÁNGEL O DEMONIO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora