Capítulo 40 (parte 2)

3.3K 158 83
                                    

Hoy es mi cumpleaños, pero les voy a regalar algo yo porque son las mejores.

Se rio de escucharse decirlo con voz alta, se lo había repetido muchas veces en su interior desde que volvió, pero la última vez que se lo había dicho había sido hace más de 10 años. Sonreía en su interior, volverlo a decir después de tanto tiempo, y acostada sobre su cama, parecía una fantasía de no creer.

Al otro día se levantó muy temprano, pasó a ver a sus hijos que aún seguían dormidos y desistió de la idea de entrar a la habitación siguiente y despedir a Esteban. En el camino de vuelta a casa preparó su discurso, sabía que Gerardo estaría preocupado por su desaparición porque no le había dejado ningún mensaje, ni nada. La verdad era que no quería dar explicaciones, pero aunque no quisiera él se lo merecía y ella lo sabía muy bien. Llegó y Gerardo la estaba esperando despierto, igual de molesto que aterrado, y cuando María le contó lo que verdaderamente había sucedido la noche anterior él bajo la guardia, pero lo que más esperaba decirle era el final. Ese final que ya se lo anticipaba y que al parecer no tenía más remedio.

-Gerardo... también tenemos que hablar de otra cosa.
-Dime...
-Lo siento, pero no puedo seguir más contigo.

Dio vuelta y comenzó a subir las escaleras sin mirarla más.

-Pensé que nunca me lo dirías...

Intentó disculparse de mil formas mientras Gerardo le decía que no era algo que no se imaginara. Que la única razón por la que él aún seguía en su casa era por no perder la ilusión, pero que todo lo demás ya lo había perdido.

Mientras veía como esperaba que recogiera las cosas que había dejado en su casa con intención de que quedarían ahí por un largo tiempo, se preparó un café y se fue al patio a respirar un poco de aire fresco. Aun hacía frío, y disfrutó el viento que le acariciaba la piel con un deje helado. Así se sentía en ese momento, aliviada por sentir el fresco pero fría por haber tomado esa decisión. Se consoló diciendo que hizo hasta lo imposible por querer a Gerardo, por amarlo de la manera que ella sabía que podía llegar a amar. Por desearlo y necesitarlo. Era lo más parecido a un buen amigo, pero nunca pudo verlo como pareja, ni como nada aunque él se empeñara en creérselo. Jamás habían hablado de títulos, ni de compromisos reales. Y en gran parte porque asumió que Gerardo siempre lo supo, pero que sólo acepto la condición implícita.

A ver estado con Esteban había sido muy delimitante, sobre todo porque sintió la diferencia y supo cómo se sentía de protegida cuando estuvo en los brazos hace unos días, sabía que estar con él era un viaje de ida, pero es que tontamente se lo había olvidado de eso.

Dejó que pasaran más días para aprovechar ese frío que le calaba las ideas, sobre todo los deseos. Le pareció prudente alejarse un poco de todo lo que tenía enloquecida, sobre todo porque ahora de verdad se sentía tranquila. Es que Gerardo se había ido de la casa, no quiso decirle nada, ni hablar antes de salir ni siquiera despedirse, y aunque se sintiera culpable no podía dejar de alegrarse por estar sola otra vez. O sola, sin él.

El castigo de Estrella aún seguía en pie, pero era hora de tocar en su concierto y aunque Esteban le había dicho que no lo haría en un primer momento, terminó cediendo. Como todo lo que tenía que ver con Estrella en realidad. Así que no tuvieron más opción ese día que volver a verse a la cara, aunque en el fondo no parecían tan molestos de hacerlo.

Héctor y Esteban ya estaban a punto de entrar, sólo la estaban esperando para hacerlo.

-¡Hola! Perdón por la demora es que el valet parking me retuvo.
-No hay demora, todavía estamos a tiempo. –se acercaba a saludarla con un beso en la mejilla- Buenas noches.
-Buenas noches. Buenas noches amor. –ahora miraba a Héctor-
-Hola má, estás muy guapa.
-Gracias mi vida, tú también. Bueno, los dos... no voy a mentir.

Lazos de Mentiras. #MyEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora