Capítulo 34

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Cuando el sol se había escondido Héctor le había pedido a su madre que lo acompañara a comprar unas cosas para festejarle una mini sorpresa a su padre y también el regalo. Era idea de Estrella por supuesto, mientras ella lo entretenía los dos se iban al centro comercial.

-Mamá, quizás no quieras hablar de esto pero... tengo que hacerlo.
-María se ríe-Tenemos que hablarlo de todas formas.
-¿Sabes de que voy a preguntarte, no?
-Asumo que sí. Y sinceramente también pensaba hablar con ustedes pero esto se me interpuso en el camino, no esperaba subirme a otro avión en el día de hoy.
-¿Pero tú estás bien?
-Estoy muy bien, sólo un poco confundida. Como ya sabes me fui a Aruba, necesitaba hablar con alguien y pues bien sabes que no tengo muchos amigos a excepción de Luciano.
-Lo sé.
-Pues, también me vino bien porque avanzamos en las demandas, en el juicio contra Alba y Demetrio. Amor... siento mucho que sea tu tía, pero...
-No me pidas perdón. Esa mujer fue una de las causas por las que estuve lejos de mi mamá por 10 años, para mí no existe más de esa manera.
-Gracias por hacerlo con respeto, eres un ángel Héctor.

Se abrazó a su madre y siguieron caminando mientras buscaban el regalo para su papá.

-Creo que debería comprarle algo también, ¿verdad? ya que me he colado en sus planes.
-se ríe-Puede ser, nunca está de más recibir regalos. Estrella quiere que le compremos un maletín nuevo porque el de él está viejo, según Estrella.
-Es una buena idea. La apoyo.
-Recuerdo que Ana Rosa le había regalado uno para su cumpleaños pero nunca se lo había cambiado. Quizás no le gustaba.
-Quizás...

Ese maletín se lo había regalado María, y aún lo conservaba.

-Bueno, pero al final nunca hablamos del tema. ¿O vas a esperar a que Estrella esté?
-Lo que voy a decirte, es que lo mejor es que ni tu ni Estrella estén en el medio de nosotros, pase lo que pase, no quiero arrastrarlos en esto. No sé qué va pasar, estoy confundid y quiero hablar con su padre primero.
-¿Pero tú sientes algo por él?
-Siento algo.

Entraron al primer local a comprar todo para simular una fiesta. Iban a ser 4 personas pero Estrella había pedido una lista para como si fueran 100, claramente le encantaba consentir a su padre.

A la vuelta, se encontraron con los dos que seguían en la piscina, les encantaba el agua y María lo sabía.

-Amor vas a tener la piel arrugadita.

Entraban al patio y a la zona de la Alberca donde estaban dentro, Esteban sentado en el borde con su teléfono.

-No importa. Papá hizo una reserva en el bestaurante del barco para que cenemos y esperemos su cumpleaños ahí.
-¿Pero es tu cumpleaños o el suyo?

Sabía que a su hermana le encantaba ese lugar.

-A papá también le gusta, ¿verdad papá? -él estaba entretenido en su teléfono- ¡papá!
-¿Qué? sí, perdón.
-¿Con quién hablas papi?
-Con nadie. Voy a ducharme así no nos tardamos y perdemos la reserva. Tú Estrella, eres Estrella San Román, no estrella de mar, así que sal del agua ya.

Su hija de reía y esperaba a que él se alejara para preguntarles qué tal había salido la tarde de compras.

-Genial, encontramos uno muy bonito. Mamá lo eligió.
-Bien, dudaba de tu buen gusto.
-Oyeee...
-Mentira hermanito. -se secaba- ¿Y lo de la decoración?
-También. Tenemos que hacerlo en la madrugada, cuando él duerma para que cuando se despierte vea todo.
-Me gusta la idea.
-Déjenme ayudarles. -le decía su mamá- Ustedes duerman, yo me encargo de decorar todo en la noche.
-¿Segura?
-Claro, es lo mínimo que puedo hacer mi amor. -abrazaba a su hija-
-Mamá también le compró un regalo.
-¿Qué le compraste?
-Una corbata y unos gemelos.
-¡Qué bueno mamá! Ya quiero verla. Voy a bañarme también así no lleguemos tarde.

Lazos de Mentiras. #MyEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora