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Sentada frente a la grande caja sobre la mesa, una imagen de una taza de café adorna el cartón.

—La caja es enorme —dije en voz alta, aunque mi única compañía era el cachorro raro que dormía sobre la alfombra beige.

Comencé a abrir la caja y depués de varios intentos el contenido tomó forma.
Minutos después, un delicioso aroma invadía en departamento.

La puerta se abrió y el cachorro corrió hacia su dueño preferido.

—Huele bien —me tomó de la cintura para después besar mi frente.

—Lo mejor de todo es que no hay humo, no se ve mal y es comestible —levanté la taza de café.

—¿Una cafetera?, así que ahora tomas café —di un sorbo.

—¿Por qué no?, ya la he comprado y con un poco de azúcar sabe bien —repetí mi acción.

Me separé de él y como pude bajé un taza del estante.

—¿Quieres un poco?, prometo que es delicioso —lo miré de reojo.

—Claro —le sonreí.

—¿Taza llena? —pregunté.

—No la necesito —se acercó y me besó.

Un beso lento y suave.

—Interesante —se lamió los labios y volvió a besarme.



-Kyan

¡No es lo mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora