—Vamos, El. No hagas esto —me decía mi madre, intentando controlarse, pero podía percibir en su voz que estaba totalmente desesperada tanto por la escena que estaba montando como por la vergüenza que esto le causaba.
—¡No, no me moveré de aquí! — le grité.
Estaba abrazada a un árbol, mi padre y Mike habían intentado soltarme de allí, pero no lo lograron. Me aferré con más fuerza y no me moví ni un centímetro. Agarraron mis pies y tiraron de mi, pero tampoco aflojé el agarre.
—¡Sólo es una escuela de verano, El! —me grito Mike. No lo quise escuchar, si lo hacía me pondría nerviosa y los brazos me flamearían.
—¡Cállate, esto es tu culpa! —exclamé.
Algunas personas se nos quedaban mirando, nos encontrábamos a la entrada de la escuela de verano para niños matemáticos en medio del bosque. Había reprobado matemáticas y si lo volvía a hacer el próximo semestre, repetiría el año nuevamente. Así que mi maestra conversó con mis padres y acordaron que asistiría todo mi verano aquí para reforzar. Para mis padres y la escuela fue la solución perfecta para a mi falta de voluntad con los números, para mí significaba una tortura. Podría terminar agonizando si pasaba una semana allí. Estaba segura.
—¡¿Mi culpa?! ¿Qué tengo que ver yo? —me preguntó Mike, tirando de mis pies. Karen se había unido a ayudarlos y ahora se hacía más difícil mantener mis brazos junto al árbol.
—¡Eres más listo, me haces parecer una tonta! —le dije. Lo decía de broma, me importaba en absoluto parecer una tonta o una chica lista, sólo quería que me soltaran. Pero Mike pareció pensarlo y me soltó. Se fue al lado de mi madre con el rostro serio y me miró con tristeza. Me había creído. Era muy débil a la hora de detectar mentiras.
—Jane, vamos. No es tan malo como piensas, harás más amigos nuevos y puede que te diviertas —me dijo Karen. No era tan malo si lo ponía así, lo que sucedía era que yo no quería más amigos, con los que tenía me bastaba. Y los números jamás serían divertidos.
—¡No me soltaré, tendrá que apuntarme los brazos si quieren que entre!
—Traeré la cierra —escuché que decía Lily.
—¡Puedes encontrar novio allá, El! —me gritó Holly. La pequeña Holly ya tenía doce años y en lo único que pensaba era en chicos, aun así me pareció graciosa su manera de convencerme.
—¿Tienen problemas? —dijo alguien. Moví la cabeza un poco y vi que era un hombre vestido de militar, era mayor y en su pecho tenía insignias y medallas. A su lado iba un chico de tez bastante pálida y alto, aparentaba mi edad.
Mike se le quedó mirando con mala cara, como Nana cuando se acercaba a Snow, el gato de Holly.
—Es mi hija, no quiere entrar —le explicó mi madre. El hombre sonrió y me dedicó una mirada rápida. Me dio miedo.
—¿Reprobada, cierto?
Mi madre asintió y el hombre miró al chico.
—Mi hijo también está aquí contra su voluntad, pero los chicos de hoy en día necesitan disciplina —y dicho eso le preguntó a mi madre si necesitaba ayuda para disciplinarme, ella asintió y supe lo que pasaría.
El hombre se acercó hasta donde mi padre y Karen forcejeaban, ellos me soltaron, el hombre me agarró de un pie y tiró de mí. Ni aunque tuviera músculos habría seguido abrazada al árbol, caí al suelo sobre el húmedo césped y me ensucie la ropa.
Mike corrió a ayudarme. Debía admitir que desde el incidente de Sparks -que en paz descanse-, se había vuelto más atento. Seguíamos peleándonos como perros y gatos, pero después se disculpaba y me regalaba galletas o un pastel de manzanas que robaba de la cocina.
—¿Cómo le hace eso? Se pudo haber lastimado —exclamó Mike, dirigiéndose al hombre militar. Él río, su risa era tosca y desagradable.
—Calma, chico. Tu novia está bien —le dijo él.
El chico de tez blanca alzó la vista, no me había mirado en todo este rato, y tampoco lo hacía ahora. Miraba a Mike.
—Él no es mi novio —dije, colocándome de pie. Me sacudí la ropa, pero Mike me detuvo para sacudirla él. Tenía que sentirse muy culpable por la muerte de Sparks.
—Entonces lo parece, míralo, está sometido a ti —Mike dejó de sacudirme en cuanto el hombre dijo eso. Se sonrojo e intentó alejarse de mí, pero dio un paso y se arrepintió.
—Bueno, gracias por su ayuda. Ya puede irse —Se apresuró en decir Karen. El instinto de madre la obligaba a defender a su hijo, y ese hombre se estaba metiendo con Mike.
—No se alarme, sólo bromeo —el hombre se dio media vuelta y se acercó a su hijo—. Tú, aprende o ya verás tu castigo —el chico asintió sin mirarlo a los ojos, bajando la mirada. Estaba rígido y su rostro era inexpresivo, ya imaginaba el tipo de relación padre e hijo que tenían.
El hombre se subió a un auto negro que estaba estacionando a unos metros de distancia del nuestro y se fue sin mirar atrás.
Yo me crucé de brazos, el chico no se movió de allí. Mis padres bajaron mis maletas y con la ayuda de Karen las entraron al campamento antes de que me arrepintiera. Hablarían con el encargado para asegurarse de que no me escapara.
—Te enviaré galletas para que no estés de mal humor —prometió Mike. Recién me daba cuenta que estas semanas serían el lapsus de tiempo más largo en el que estaríamos separados, ya estaba tan acostumbrada a su presencia que sentía como la nostalgia se me incrustaba en el pecho. Pero él no tenía que saber que lo extrañaría. Yo lo odiaba.
—Gracias —le dije.
El chico no paraba de mirarnos, me estaba poniendo nerviosa. Tenía unos ojos intensos que incluso en la distancia eran como rayos láser. Observaba cada movimiento que hacíamos.
—¡¿Cuál es tu problema?! —le grité cuando no lo soporté más. Mike, Lily y Holly se voltearon a mirarme y después al chico.
—¿Seguro que no son novios? —inquirió. Las rodillas me temblaron con su pregunta, ¿por qué todo el mundo creía que éramos novios?
—No lo somos y nunca lo seremos —sentencié. Me exasperaba este tema. Pero cometí un error. Miré a Mike para decirle que me apoyara, sin embargo, él miraba hacia otro lado mordiéndose el labio inferior ¿Y ahora qué le pasaba?
—El, eres muy cruel con Mike —me dijo Holly.
Entonces comprendí.
Mike no quería quedar como un perdedor sin novia ante este chico.
Era tan idiota.
—¡Will, mi amor, volviste! —Todos nos giramos a ver quién gritaba. Del campamento salió un chico corriendo un chico alto, de cabello rizado y castaño, con una enorme sonrisa, sin zapatos y con los brazos abiertos. Cuando llegó hasta nosotros, abrazó efusivamente al chico con el que estaba discutiendo. Ellos si parecían novios.
—Dustin, no, suéltame —se quejaba el que suponía ser Will.
—No, mi vida. Esperé todo un año para volverte a ver —le decía el otro, besándolo en el rostro. Traté de aguantar la risa, pero no podía soportarlo más. Reí como si el mundo se fuera acabar, si Mike no me hubiese sostenido estaría rodando en el suelo por la risa.
—¿Quiénes son ellos, mi amor? —le preguntó el chico amoroso a Will.
—No lo sé, pero son novios.
—¡No somos novios! —exclamé, dejando de reír. Will sonreía, quería verme enojada y lo estaba consiguiendo.
—¿En serio? Entonces es mi día de suerte, encontré amante —Dustin se acercó a nosotros y antes de darme cuenta ya estaba abrazando a Mike mientras le acariciaba los rizos. Y desde ese día comenzó nuestra amistad.
Mike se marchó con mis padres muy preocupado de mi bienestar, según el había insectos peligrosos por este bosque, sin mencionar que era alérgica a todo tipo de cosas.
Dustin lo molestó diciendo que me encontraba en buenas manos junto a él y Will.
A la semana, Mike volvió. Había hablado con los encargados del campamento y consiguió entrar gracias a sus excelentes calificaciones. Lo que resultaría una aventura en el bosque con dos nuevos amigos que hice por accidente sin la compañía de Mike, resultó ser siete semanas con un par de locos y un chico sobre protector.
Para horror de Mike habían sólo diez chicas en un campamento con 500 chicos. Casi se desmayó cuando supo que los cuartos eran mixtos. Exigió dormir en la misma cabaña que yo, donde por cosas del destino también dormían Dustin y Will.
Una vez le hicimos una broma y a costa de sus celos, me acosté en la misma cama que Will. Habíamos madrugado para que todo saliera de acuerdo al plan. Rasgamos la ropa y la dejamos tirada por cualquier lugar del piso, Dustin desordenó las sábanas de la cama mientras Will y yo nos despeinábamos y así nos metimos en la misma cama y esperamos a que Mike despertara.
Nunca olvidaré ese grito.
Despertó a todo el campamento. Primero comenzó a gritarnos, después me regañó, luego se peleó con Will y finalmente se fue Dustin. Ahí entendí que el plan no era hacerlo enojar, sino para que Dustin pudiera hacerlo su amante de una vez por todas. Y le resultó, casi.
No recuerdo haber estudiado nada, me la pasaba haciendo bromas con Dustin y nadando en el lago con Will. Cuando saliéramos se aquí teníamos que juntarnos en el año, eran demasiado divertidos como para dejarlos libres.
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𝑀𝒶𝓇𝓇𝓎 𝑀𝑒 | Mileven
FanfictionMM; -Y por todo ese cariño que te tenemos, Mike -dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue especialmente hecho para la ocasión -queremos que formes oficialmente parte de esta familia. Así que este es nuestro regalo de cumpleaños, la mano de...