Capítulo Veintidós

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Al bajarnos del avión, sostuve con fuerza la mano de El

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Al bajarnos del avión, sostuve con fuerza la mano de El. Estábamos de vuelta en Inglaterra, desde ese momento comenzaría nuestra vida juntos.
Cuando salimos, un grupo de personas con carteles coloridos nos esperaban, allí vimos a Dustin, Will, "Matt", Lucas, Louis, las chicas, mi madre, mis suegros y Holly. Corrimos juntos a abrazarlos, sin soltarnos de las manos.
—¡Ya están aquí! —nos gritó Holly—. ¡Van amar la sorpresa!
—¡Holly! —gritaron todos al mismo tiempo.
El y yo nos miramos y reímos, estábamos de vuelta en casa.
Tuvimos que irnos en dos autos separados porque eran demasiadas personas. Sin embargo, cuando entrábamos a los límites de Hawkins, Holly, comenzó a desesperarse y a verse muy ansiosa. Will la regañaba y le decía que no servía para guardar secretos.
Estaban todos muy raros, ocultando algo. Y recordé que Dustin había mencionado en luna de miel que nos tenían algo preparado.
—Esperen, la casa queda por la otra calle —dijo El de pronto. Miré por la ventana y le di la razón, habíamos tomado la otra calle en la intersección, que nos dirigía al centro de la cuidad.
Nos detuvimos frente a un edificio, al frente había un parque y los edificios vecinos era una tienda y una pizzería. Aunque este parecía sin habitantes, pero con un jardín muy bien cuidado.
—¿Qué es esto? —les pregunté.
—¡Sorpresa! —exclamaron todos a coro.
El me apretó el brazo y me miró profundamente, estaba pensando lo mismo que yo.
—¿Nos... regalan una casa? —pregunté aturdido.
—Sólo para ustedes, para que hagan todas sus perversiones con intimidad...
—¡Dustin, no quería saber eso! ¡Podía vivir sin esa imagen en mi mente! —le reprendío Holly.
Le dediqué una mirada amenazadora a Dustin, para que se callara y no metiera la pata. Pero terminamos riéndonos.
Entramos y teníamos todo preparado. Había muebles, las paredes pintadas, decoración de todo. Incluso ya habían mudado a Nana y a Asesino, que se miraban celosamente cada uno desde un ángulo de la casa.
—Gracias, está... no sé como describirlo... —suspiró El. Seguíamos sin soltarnos las manos.
De a poco se fueron despidiendo, para que nos adaptáramos a nuestros nuevo hogar. Will prometió venir a visitarnos mañana, Lucas vendría en la noche a dejarnos unas cosas que nos compró y Matt tenía una cita con Beverly.
Todos se marcharon, menos Dustin y Kayla.
—¿Qué sucede? —le preguntó El a Dustin, lo conocía mejor que yo, a pesar de que bromeáramos todo el tiempo. Se veía distraído y pensador, al igual que en las islas. Algo bueno no podía ser, se veía muy asustado.
—Les quiero anunciar algo —nos dijo.
—¡Oh, mira que hora es! Hora de irnos —le espetó Kayla. El los miró con detenimiento, analizando cada movimiento y gesto de sus amigos.
Al final, Kayla arrastró a Dustin y se lo llevó. El me miró y negó con la cabeza, en señal de que no quería hablar del tema.
Revisamos la cara de arriba, era de dos pisos y muy espaciosa, tenía cinco cuartos cuando nosotros sólo utilizaríamos uno.
—Tal vez para las visitas —le dije a mi esposa.
—Tal vez para nosotros hijos, idiota. Mamá quiere nietos de inmediato —bufó. Me reí de ella y le contagie la risa, era absurdo. Yo amaba a El, pero no estábamos preparados todavía—. Por favor, dime que nos reímos de los mismo, porque no quiero tener hijos aún.
—No te preocupes, estamos en la misma sintonía —me besó y acarició mi cabello, últimamente le gustaba mucho hacer eso. La cama era cómoda, pero no hicimos "nada". El viaje nos tenía agotados y además, tenía ganas de dormir abrazado a El, como antes de casarnos, sólo por el simple hecho de sentirla a mi lado, de saber que era mía durante esa noche y que nadie más en el mundo la podía tener de esa manera.
Al día siguiente, no teníamos nada que hacer. Nuestros padres se habían encargado de mudar todas nuestras cosas a la casa nueva, toda estaba ordenado y lo único en El estaba de vacaciones y a mí ya me habían aceptado en la Universidad.
Hasta que llegó Dustin de nuevo. Debían ser las once de la mañana, El no sabía cocinar, pero trataba de hacer algo decente para el desayuno mientras yo colocaba la mesa cuando el timbre sonó. Otra vez lo acompañaba Kayla, y tenía las mejillas enrojecidas y el ceño fruncido.
Dustin la obligó a entrar.
—¡¿Quién es, Rizos?! —gritó El desde la cocina. Salió de allí no se sorprendió de ver a Dustin y a Kayla.
—El, Mike, les queremos decir algo... —comenzó a decir Dustin.
—Por favor, dime que tus impulsos no te dominaron —El parecía saber lo que iba a decir Dustin, pero en cambio yo, no tenía la más mínima idea.
—Demasiado tarde para advertimos — nos dijo Kayla, mostrando su mano y un anillo.
Un anillo.
¡Era un anillo de compromiso!
—¡Dustin, ¿qué hiciste? —le grité, estaba pasmado, de todas las locuras que Dustin había hecho, esta era la peor.
—Lo mismo que ustedes —me respondió de mala gana. El no decía nada, pero parecía pensar mucho la situación.
—¿Cuándo ocurrió? —preguntó al fin.
—Antes de que se fueran de luna de miel —le contestó Kayla.
—¡Tres semanas, Dustin, no puedes casarte con alguien que conoces desde hace tres semanas! —volví a exclamar. No podía creerlo, era absurdo, él no podía casarse.
—Tiempo suficiente para enamorarse, ¿no? Acaso El no se enamoró de ti en tres meses —me recriminó. Iba a decirle algo, un millón de insultos, pero El me detuvo a tiempo.
—Primero, conozco a Mike desde los ocho años, segundo, me gusta desde los 14 —eso no lo sabía, ¿Les gustaba a El desde los 14? —. Y tercero, ¿No será que alguien sólo se sentía abandonado o celoso?
Dustin se mordió el labio y bajó la mirada.
—No me importa lo que digan, me casaré en un mes con Kayla, les guste o no. Sólo se los quise decir primero porque son mis mejores amigos, y tú mi amante —me apuntó con el dedo—, y también para pedirles si El quería ser la dama de honor, pero si están así, mejor se lo pediré a Shopie.
Se fue dando un portazo, pero se devolvió y tomó de la mano a Kayla, a quién había olvidado en su momento de rabia.
Ya solos, El y yo nos quedamos en silencio, sin saber decir.
El conocía a Dustin, y sabía que cuando una idea se le metía en la cabeza, no había persona en este mundo que la convenciera de la contrario, así que nos gustara o no, asistiríamos a una boda muy pronto.

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Actualice hoy porque estaba aburrida y pues aquí estamos aparte de que estaba corto si no, no actualizo.

Próximo capítulo: la boda de Dustin.

Sin más arios, arios.

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