Capítulo Veinticuatro

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—Amo fabricar bebés —dijo Mike, estirando sus brazos y colocándolos detrás de su cabeza, sobre la almohada

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—Amo fabricar bebés —dijo Mike, estirando sus brazos y colocándolos detrás de su cabeza, sobre la almohada.

—No puedes ser tan pervertido —le dije Mike se había tomado en serio lo de tener un hijo y desde hace dos meses se había puesto "en campaña". Aunque sólo él, a mí me arrastraba en su locura a veces, pero la mayoría del tiempo lo evadía, en serio el quería un hijo.

—¿Dime que tú no? —no le respondí, si le decía la verdad me sentiría muy avergonzada, pero si mentía, de todas formas él lo descubriría.

—Iré a preparar el desayuno —le dije.

—¡No te olvides de la prueba, estoy seguro que esta vez es la vencida!

Me levanté y me dirigí al baño antes de ir a preparar el desayuno.

Sí, estábamos hace dos meses intentándolo... y en estos dos meses no había ocurrido nada.

Entré al baño con los nervios de punta, habíamos acordado que si esta vez las cosas seguían igual, iríamos al doctor para ver cuál era el problema. Y eso me tenía aterrada.

—¿Ya? —me preguntó Mike, entrando al baño también. Habían pasado de 15 minutos después de hacerme el test, tiempo suficiente para ver la respuesta, pero tenía tanto miedo de que diera negativo otra vez, sin darme cuenta, estaba contra la pared conteniendo el aliento.

Asentí y Mike se acercó al test. Lo miró y bajó la mirada, una pesadumbre cubrió su rostro. Ya me imaginaba que volvería a pasar.

Se me acercó y me besó en la frente, dándome un fuerte abrazo de su parte.

—Creo que tendrás que conseguir uno de esos horarios, tal vez lo estamos haciendo en la fecha incorrecta —le correspondí el abrazo para darle seguridad de sus palabras, porque ni yo me las creía.

Como muchas otras veces, fuimos a la cocina y preparé el desayuno. La decepción se respiraba camuflada de calma y sueño, ninguno dijo nada. Comimos en silencio y antes de darme cuenta, Mike ya se despedía para ir a la escuela.

No quise decirle nada de mis sospechas, así que me arreglé para ir al doctor por mi cuenta. Tenía ahora temprano, así Mike volvía para el almuerzo y seguiría como que estuve trabajando.

Me había tomado el día libre en la pizzería, Don Donatello no había puesto objeción alguna.

Me iría en autobús por si alguna de las chismosas de la calle le decían a Mike que había tomado el auto. Pasaría más desapercibida.

Las manos me sudaban y sentía mucho frío, a pesar de que no lo hacía para nada. El miedo de las múltiples posibilidades se apoderaba de mí a medida que me acercaba al hospital.

Tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para mover los pies, pero al final logre entrar. Arreglé el asunto del papeleo y la cita del Dr. Klauss.

𝑀𝒶𝓇𝓇𝓎 𝑀𝑒 | Mileven Donde viven las historias. Descúbrelo ahora