Capítulo Quince

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No quería, era vergonzoso y ridículo, sin mencionar horroroso

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No quería, era vergonzoso y ridículo, sin mencionar horroroso.
El vestido caía en suaves ondas blancas y terminaba con un bordado plateado con flores. Era el vestido de novia que todo chica soñaría, menos yo. El sólo pensar que me casaría en un mes más me producía nauseas, hacia que la respiración se me cortara y que todo me diera vuelta. Aún seguía un poco enferma, estuve en cama por una enfermedad respiratoria aunque no fue nada grave. Eso sólo sirvió para que el viejo Mike volviera.
A veces me preguntaba que pasaba por su cabeza, un día estaba bien y el otro no. No me atrevía a preguntárselo, tal vez fuera demasiado obvio y yo no me diera cuenta y de ser así él nunca me perdonaría el habérselo preguntado.
Di una pequeña vuelta, mirando el vestido y junté valor. Tenía que salir del probador en algún momento de mi vida. Abrí un poco la puerta y las vi allí: Merliah, quien daría el veredicto final, Holly, Lilly y Karen. Todas juntas llenaban el espacio dado para esperar y veían el vestido.
Salí sin mirarlas, no quería ver sus expresiones. Pero las vi de todas formas, ya que el lugar estaba rodeado de espejos.
—¡El, no lo puedo creer! ¡Mírate! —mi madre fue la primera en gritar. Se acercó a mí corriendo y antes de darme cuenta de lo que hacía, el flash de la cámara me cegó. Sacó más de veinte fotos.
Merliah caminó alrededor de mí, examinando cada detalle del vestido mientras Bev me hablaba sobre las combinaciones que podrían hacer con los vestidos de dama de honor. No quería ofenderla ni bajar su ánimo, pero estas cosas me atraían sin cuidado. No importaba la tela o el diseño de un vestido, a final de cuentas me casaría igual con Mike de la misma forma en que lo haría en China que en Francia.
—Este es el indicado —sentenció Merliah. Todas estuvieron de acuerdo. Pidieron mi opinión, no las contradije y les di en el gusto.
Karen me ayudó a sacarme el vestido sin arrugarlo, y las demás fueron a ver los de dama de honor mientras mi madre pagaba.
—¿En serio te gusta el vestido, El? ¿O sólo dijiste que sí para no probarte otro?—Karen era muy perceptiva. Reí bajo, dándole a entender que tenía razón.
Negó con la cabeza y su mirada se ensombreció un poco.
—El, yo te quiero tanto como a mis hijos, pero no puedo soportar ver que tú no quieres a Mike tanto como lo hace él. Me quede en silencio con sus palabras, nunca antes me lo había dicho tan directamente. Siempre me decía lo mucho que me quería Mike y que por favor intentara dejarlo que me conquistara. Pero al parecer su paciencia, o tal vez su tolerancia, habían llegado a cero. Y lo comprendía: Si mi hijo estuviera enamorado de una idiota como yo, también hablaría con ella.
—Lo siento, Karen.
—No lo sientas, Tinker. Pero si las cosas siguen así y tu crees que nunca cambiarán, será mejor que detengas todo. No creo que Mike resista otro divorcio.
Estuve a punto de llorar. Recordé cuando Karen llegó junto a Mike y Nancy, no traían maleta ni nada. Su padre los había abandonado y Karen se vio a obligada a trabajar.
No dejaría que Rizos reviviera eso.
—Si desde un principio nunca hubiera sentido algo por Mike, jamás hubiera dicho que sí. Y aquí me tienes, probándome un vestido de novia... —le respondí. Eso no la hizo sonreír, pero al menos dejó de mirarme como si fuera una villana.
Sus palabras me afectaron. Últimamente me confundía mucho, en especial desde el incidente con Stacy. No dejaba que Mike conversara demasiado con otras chicas como él no me dejaba acercarme a otros muchachos.
A quién engañaba, tenía que dejar de mentirme a mí misma. Sí lo quería. Ya lo había dicho muchas veces, también admitido, pero esta vez reconocía que lo quería un porcentaje mayor a un cuarenta por ciento. Diría que llegaba a un noventa. Y eso era crítico.
Cuando terminé de cambiarme de ropa, salí junto con Karen y mi madre nos dijo que debíamos ver los vestidos de damas de honor de las chicas y podríamos irnos. Excepto Merliah, quien iría a ver que el lugar donde se haría la boda fuera perfecto para el evento.
Ese era otro tema que me gustaba. A pesar de que fuera secreto.
Mike me había dicho que como él no podía ver el vestido de novia hasta la boda, yo no podría ver el lugar donde la harían. Era una sorpresa. Me permitían elegir el color de las cosas, las servilletas, la lista de invitados y demás, pero como no me entusiasmaba la organización, dejaba eso en manos de Merliah y el gusto de Mike. No presté mucha atención al color y a la textura que deberían tener los vestidos para que combinarán con el mío. Me puse a pensar en Mike y que se sentiría estar en su lugar. Pero me abrumé muy rápido y desistí.
Sólo me puse de acuerdo en que tenía que hacer algo para que los demás se dieran de que esto no me daba lo mismo, que de verdad me importaba Mike.
Y tuve la solución frente a mis ojos después de dos horas en que las chicas se probaron vestidos. Cuando íbamos saliendo de la tienda, sobre el mesón que tenían en la recepción había folletos dedicados a actividades que hacían las parejas antes y después de casarse. Uno en particular llamó mi atención.
No era el más indicado, sabía que no tenía ese talento y mucho menos Mike, pero tendríamos que hacerlo frente a todos y pisarnos los pies hasta que sangrara. Nos inscribiría en clases de baile.
Saqué un folleto del mesón y lo escondí en mi bolso. Mi madre fue a dejar a cada una de las chicas a su casa, Merliah la vino a buscar Dustin —a quien nombraba como su chofer personal- y después, finalmente, nos fuimos a casa a descansar.
Escondimos el vestido en mi armario, cubierto por un protector para que no se ensuciara ni se lo comiera las polillas y cuando al fin me dejaron sola, no sin antes una mirada veloz de Karen que expresaba que nuestra conversación estaba pendiente, busqué mi celular y marqué el número que estaba en el folleto.
Acordé las horas por las tardes después de clases en los días en que Mike no trabajaba en la pastelería. Imaginaba el rostro que pondría, tenía dos opciones, alegrase por poner de mi parte y dedicarme en la boda o enojarse otra ves por arreglar cosas sin su permiso. Cualquiera de las dos me servia, lo obligaría a ir aunque no quisiera.
En la noche, a la hora de cenar, Mike llegó tarde. Lo trajo Dustin, quien también venía con Merliah, y ellos dos se quedaron a comer. No suponían ningún problema, Dustin era muy divertido y alivianaba el ambiente en la mesa. Merliah habló sobre la gran producción que tenía para "nuestro día especial" y lo mucho que se estaba esforzando. Su cabello fosforescente me distraía y muchas veces me distraía y Holly me dio un codazo para que no la mirara tan raro. Mike no habló mucho, se veía cansado y con ojeras y tampoco probó bocado. Más de una vez tosió y bebió desesperado agua.
Lo había contagiado. Se notaba a kilómetros, sin mencionar que él me cuido mientras yo estuve en reposo. Fruncí el ceño, si Mike estaba enfermo eso significaba que no podría bailar o de lo contrario se agotaría y podría empeorar. Hice una mueca, pensé que mi plan funcionaria, pero ya veía que las cosas nunca me salían como lo esperaba.
Después de que Dustin y Merliah se marcharan, obligué a Mike a acostarse.
—Estoy bien, El. Sólo necesito dormir un poco —me dijo cuando lo empujé para que cayera sobre su cama.
—Exacto, necesitas dormir. Yo te cuidaré esta noche y para mañana estarás mucho mejor.
—No creo que...
—Nada de peros, ahora cepíllate los dientes y pinte pijama —le ordené.
—Tú sabes que no ocupo pijama —me dijo, poniendo énfasis en el "no ocupo".
—Y por eso mismo te enfermas, esta noche dormirás como una persona normal —con eso di por finalizada la discusión.
Lo arropé con las mantas y me acosté encima de éstas, no me había vuelto a cambiar desde la pelea y tampoco tenía planes de volverlo hacer. Ya me había dado cuenta que no tendríamos problemas para dormir en la misma cama, así que aprovecharía el poco tiempo que me quedaba de libertad.
Aparté sus rizos de su rostro y lo observé hasta que el sueño le ganó. Le deposité un casto beso en los labios antes de cerrar los ojos también y sumergirme en un sueño profundo.

(...)

—¿Ya te sientes mejor? —le pregunté cuando bajó a desayunar por la mañana. Vestía su uniforme como siempre, desaliñado pero a la vez genial. Me sonrió y asintió con la cabeza, la verdad es que se veía mucho más descansado.
—Tus cuidados son muy efectivos —me dijo. Se sentó a mi lado y le pidió a Holly que le pasará la mantequilla, ella se la pasó sin soltar el libro que leía mientras tomaba té.
—No hice mucho, sólo me dormí a tu lado.
—A esos cuidados me refiero —aproveché el momento en que Holly no nos miraba y le di un beso. Cada vez que lo besaba una suavidad me llenaba y era tan cómoda la forma en que nuestros labios se acoplaban que ya no me resistía cuando él profundizaba el contacto.
—¡No, estoy desayunando! —nos separamos con la exclamación de Holly, quien tenía una mueca entre asco y risa en el rostro. Le lancé mi cuchara para que nos dejara en paz.
En la escuela, le conté a Louis mi plan de llevar a Mike a unas clases de baile.
Le entusiasmo mucho la idea y dijo que le encantaría ver como nos caímos y hacíamos el ridículo.
—Serán la pareja más cómica —me dijo en la clase de matemáticas.
Pasé todo el día con los nervios de punta, siempre estaba la posibilidad de que Mike se negara a asistir a las clases. A la salida, cuando nos despedimos de los chicos, Mike se subió al auto y comencé a conducir.
—El, esta no es la dirección hacia la casa —me dijo cuando tomé el desvío.
—Ya lo sé, es que te tengo una sorpresa. Me detuve frente al edificio y cuando entramos, Mike ató cabos.
—Espera un segundo... Esta es una academia de baile... ¿no me digas a que...?
—Tienes que admitirlo, ambos somos una aberración para la raza humana si de baile se trata, no querrás hacer el ridículo en nuestra boda, ¿verdad?
—Por supuesto que no.
Bueno, al menos no se negaba a tomar las clases.
Subimos hasta el tercer piso y nos encontramos con cinco parejas más que esperaban a la maestra.
Nos quedamos apartados en un rincón, sentados en el suelo. Las demás parejas se veían muy unidas y cariñosas, además de preparadas para la clase. Nosotros íbamos con nuestros uniformes y seguro pensaban que éramos demasiado jóvenes para esto.
Una de las parejas se nos acercó. Tendrían alrededor de treinta años.
—Chicos, las clases de danza contemporánea son en el cuarto piso —nos dijo la mujer.
—Me alegro —le respondí. Mike ocultó la risa en mi hombro.
—Sólo decía, por si se equivocaron de piso —recalcó ella.
—No nos equivocamos, esta es la clase para novios, ¿cierto?
—¿Cuantos años tienen? —preguntó atónito el hombre.
—Sólo son unos estudiantes —murmuró la mujer. Ya me habían aburrido, así que tomé de la mano a Mike y lo arrastré hasta el otro rincón, alejados de las demás parejas. Si todas se pondrían como aquella, lo mejor sería bailar y no socializar.
La maestra llegó y nos explicó que aprenderíamos el vals básico para una boda. Era una mujer de cabello castaño, altura mediana y estilizada, dijo que la llamáramos Caroline.
Al principio nos enseñó los pasos, uno por uno y después nos hizo bailar.
—Niña, por Dios, no sabes mover tus pies sin tropezarte. Dejáme a mí... —me dijo cuando Mike me afirmó de la cintura y le pisé los pies.
Me apartó de Mike y se puso en mi lugar. Eso no me gustó para nada.
Pegó su cuerpo al pecho de Mike y comenzó a bailar lentamente, casi con sensualidad.
—Eso no es vals, eso es tango —repliqué.
—No interrumpas, le estoy enseñando a tu novio —me dijo Caroline casi sin prestarme atención, estaba muy ocupada pasando sus manos por los hombros de Mike. Lo que me molestó más fue que él no hizo nada para quitársela de encima, o tal vez si lo intentó y no pudo.
Sin embargo, no lo soporté ni un segundo más en el momento en que ella bajó sus manos por las piernas de Mike. Eso sí que no. Nadie lo tocaba. Nadie.
Apagué la radio de una patada y todo el mundo se me quedo viendo. No me importó y liberé a Mike de las garras de esa víbora, si creía que Stacy me daba problemas, esta mujer me daba jaqueca. Bajamos en silencio, no me importó haber pagado una clase completa sin siquiera pasar veinte minutos en ella.
—El, te juro que trate de...
—Te creo —le interrumpí. Nos subimos al auto y él me observo un momento— ¿Qué sucede?
—¿Eso es todo? ¿No estás enfadada, no irás y la tirarás por la ventana?
—¡Por supuesto que quiero lanzarla! Es que estoy a un mes de cumplir la mayoría de edad y correría el riesgo de ir a prisión, así que lo mejor es evitar problemas... —Mike asintió con una sonrisa y miró por la ventana—... Aunque, si te vuelve a tocar de esa forma, juro que le arrancó esas extensiones baratas.
Al otro día llamé a la academia para que nos cambiara a la profesora. Esa bruja jamás volvería a ver los ojos de Mike nunca más en su vida, de eso me encargaba yo.

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Si por ahí tiene errores es que ya no le revise por mucha paja :v

Gracias por todo, seguimos en el #1 Mileven ❤️ mil gracias por todo.

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