"Temerle al amor es temerle a la vida" Título de Citrus Original Soundtrack
Al despertarme de mis ya recurrentes sueños con aquel río me di cuenta de que no eran solo sueños; tenían que ver con mis recuerdos. Y empecé a recordar.
«Sólo te amo a tí.»
Después de pronunciarle esas palabras a Yuzu, las palabras que ella merecía escuchar de mi boca después de tanto tiempo, empecé a recordar algo. Mi subconsciente me mandó imágenes que estaban enterradas, cerradas con llave y olvidadas en las profundidades más oscuras de mi mente. No eran imágenes de los últimos años sin Yuzu. No eran imágenes de nuestro anterior año juntas. Eran de mucho antes.
Sentí en mi mente como se dibujaba una imagen solar. No podía verla pero sentía el esa luz ardiente dentro de mi cráneo. Recordé a mi padre, el día que me dió ese pequeño osito de peluche que Yuzu había curado y bautizado, como si de mi relación con él se tratara.
Mi padre había marchado poco después de eso.
Sentía que era como Ícaro, había querido volar demasiado alto, demasiado lejos. Había topado de pleno con aquel sol que tanto ansiaba tocar, aquella luz resplandeciente ahora me cegaba, me quemaba, pero me había vuelto adicta a ello. Mientras caía precidipadamente hacia un nuevo destino impredecible miraba el sol, viendo como cada vez se volvía más y más pequeño. Admiraba la característica única de aquel astro; su luz era capaz de llegar tan lejos y a todo el mundo por igual, aunque te alejaras de esa luz, la luz seguía allí, sin immutarse.
Pero la caída fue tan larga, que tuve el suficiente tiempo para darme cuenta de dos cosas; podía dejarme caer hasta estallar y desaparecer hecha pedazos al explotar contra el suelo, o usar todas mis habilidades, toda mi fuerza interior, toda la energía que me quedaba, generarla nueva energía si hacia falta, para hacer crecer otras alas. No tenían que ser demasiado grandes y demasiado ambiciosas, solo hacía falta que fueran unas alas que me libraran de una muerte segura. Así que durante esos momentos en los que estuve luchando; en mi mente luchaban ambas fuerzas igual de poderosas, ansias por desaparecer tan rápido como fuera posible, y las ansias por vivir, por vivir y volar descubriendo todo lo que el mundo tuviera que ofrecerme.
Mi yo interior que había estado ganando la batalla la mayor parte del tiempo era el primero, el negativo, el destructivo. Me di cuenta de que lo había estado venerando por demasiado tiempo. No quería deshacerme de esa parte de mí, pero debía venerarlo y respetarlo aquello que formaba parte de mí. Así que momentos antes de tocar la parte más aspera y profunda de mi vida, apareció algo que me hizo creer en mi propia luz.
Ahora, después de todos estos años lo he recordado.
Era el día más soleado del verano, la humedad había llegado a dejarme sin energía. Mi padre había marchado el día anterior. Aún estaba en estado de shock y no podía creer que había pasado. Le había dicho que no marcharía con él, que no traicionaría al abuelo ni a la escuela. No podía entender como él había sido capaz de hacer tal cosa. Me había abandonado. A mí, su única hija.
El abuelo creyó, quizá, que yo era lo suficientemente adulta para cuidarme de mí misma, una chica de 12 años. Así que ni siquiera me supervisó, solo me dió orden de volver a casa a cierta hora.
Yo había dejado que mi padre marchara porque había creído que obedecer al abuelo y continuar con mi destino como futura heredera de la escuela era lo correcto. Pero que el abuelo hiciera como si nada hubiese pasado y ni siquiera me reconfortara, que no se diera cuenta de que necesitaba alguien que me apoyara en ese momento. A mí, una niña de 12 años cuyo padre acababa de dejarla sola.
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Grandes Esperanzas
RomanceHan pasado años desde que Mei se despidió por carta. Yuzu ahora es estudiante universitaria e intenta rehacer su vida, cuando el destino vuelve a dar una vuelta inesperada. ¿Qué les depara la vida esta vez? ¿Podría ser que existiera una segunda opor...