Capítulo 16

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Quería contaros lo que está pasando últimamente en mi vida: voy a dejar mi trabajo en Japón y me he apuntado a un Máster Universitario de creación literaria en una universidad de Barcelona, mi ciudad natal. Me gustaría explorar mis posibilidades en este ámbito y poder dedicarle tiempo al hobby que se está convirtiendo en algo mucho más profundo. 

Dentro de poco sabré si he sido aceptada en el máster y os avisaré que tal me ha ido. Quería compartirlo. Además, me gustaría tener tiempo y fuerzas para escribir muchas más historias; fanfics y historias originales. Espero que esto sea el principio de algo bueno, gracias por todos los comentarios preciosos que me vais escribiendo.  


Capítulo 16

El hospital. El olor a desinfectante, el olor de la nada. Me mareaba. Solo ese olor me hacía querer pasar allí el menor tiempo posible. Tenía una sensación de deja vu, pues había estado allí tantas veces visitando a mi abuelo que ya había perdido la cuenta. En la recepción me recibieron dándome un saludo educado y falsamente amable al que no quería acostumbrarme. Mis pies con movimientos mecánicos y exactos me llevaron hasta la puerta de la habitación de mi abuelo, oí voces desde fuera. Eran del que debería ser, pronto, mi ex marido y mi padre.

Me pregunté si ellos ya le habrían adelantado la noticia del plan de divorcio. Quería aliviarle disgustos a mi abuelo, no quería causarle daño, pero me era inevitable quedarme durante más tiempo en silencio. En silencio... Callada, con la cabeza baja cada vez que escuchaba una reprimienda, cada vez que pedía perdón por fallos que él creía que yo cometía en mis estudios y mi inicial entrenamiento como futura directora de la escuela, meta que he llegado a alcanzar no con pocos esfuerzos y momentos en los que él cuestionaba mi profesionalidad. Fallos que cometía que tan solo él veía como catastróficos. Una rigidez que he aprendido de él al pie de la letra, la cual ahora interpreto de manera crítica, llegando a pensar que es uno de los motivos por los cuales nuestro sistema educativo es tan poco creativo y deja tan poco espacio para la libertad de expresión.

No solo quería cambiar mi vida personal en sus ámbitos más íntimos sino que quería crear un cambio positivo en la escuela. Estaba convencida casi en la totalidad de mi raciocinio que me iban a tachar de loca y/o progresista.

Con la mano en el pomo de la puerta, dispuesta a girarlo para entrar y enfrentarme a cualquier situación que hubiese detrás de esa puerta, oí las voces de los tres hombres. De tres hombres que habían dictado mi vida, incluso antes de mi nacimiento.

No quiero ser malinterpretada; me sentiría de manera semejante si mi vida hubiera sido determinada por tres mujeres pero quizás lo aceptaría con menos resentimiento. ¿Cúal era el papel de la mujer en esta sociedad con un modelo tan arcaico? Nacemos obteniendo el apellido del padre; crecemos y si nos casamos, o mejor dicho, cuando nos casemos, perderemos parte de nuestra historia original adoptando como nuestro el apellido de nuestro marido.

En una sociedad donde todo, o casi todo, parecía ya preparado para mí ¿qué libertad tengo yo, y para que la voy a usar? ¿Cúales serán, si las hay, las dificultades y quizás prejuicios a los que tendré que enfrentarme para vivir la vida de la manera que yo elija? Y si iba más allá, ¿qué era aquello que me podría demostrar que ahora estaba eligiendo yo por mí misma?

Finalmente abrí la puerta. Poco tardé en arrepentirme.

―¡No te quiero ver aquí! ―gritó mi abuelo al verme.

Estaba muy débil y jadeaba violentamente pero aun así seguía encontrando fuerza para gritarme.

―Lo que me faltaba, después de verlo a él y enterarme de otro fracaso en la família ― habló refiriéndose a mi padre como si no estuviera presente.

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